Políticos y técnicos

Cada vez que oigo a un político aducir razones técnicas para justificar una decisión me echo a temblar. Por ejemplo, el lugar al cual llegó el Prestige hasta su hundimiento -un poco más allá del cuarto pino, el quinto concretamente- lo decidieron los técnicos, si hacemos caso de la versión oficial. En tales casos no sirve objetar que tales decisiones ofenden al sentido común o que demuestran imprevisión o incompetencia por parte de los poderes públicos. Como mucho se podrá argumentar que existen técnicos que opinan distinto. Y aún eso es difícil, ya que la información necesaria para fundamentar opiniones alternativas no siempre estará disponible públicamente.

Así, doña Esperanza Aguirre, a cuento de la controvertida instalación del hospital del Sur en Parla, Pinto o Valdemoro ha declarado que se construirá... "donde digan los técnicos". Como quien consulta al oráculo. O sea, que disfrutamos ya, sin saberlo, del gobierno que propugnaban los regeneracionistas de Joaquín Costa a principios del siglo XX para España: un gobierno de sabios. O que vivimos en el país de los houyhnhnms visitado por Gulliver, gobernados por la Razón Pura.

En casi 30 años como técnico al servicio de la Administración he adquirido el convencimiento de que este país dista mucho de tan ideal situación. Hace ya casi 15 años participé en un proyecto del Insalud que pretendía precisamente, entre otras cosas, averiguar la más eficiente distribución de centros sanitarios, desde el punto de vista de la minimización de los tiempos de acceso de la población a los mismos. Se realizó un prototipo sobre una de las comunidades autónomas entonces gestionadas por el Insalud que demostraba, al entender de los técnicos responsables, la utilidad de los resultados de los análisis en cuanto que herramienta de gestión y planificación. El proyecto murió de inanición a los tres años de vida, ignorado por gestores y políticos. Nunca supimos si por poner en evidencia tan visiblemente ciertos desequilibrios, por privar a los decisores de su margen de discrecionalidad o por pura desidia. Es conocida la renuencia de los políticos a invertir en todo aquello cuyos resultados se dilaten más allá del tiempo de su ocupación del cargo.

Volviendo al tema del hospital del Sur, sugiero a doña Esperanza una solución salomónica de la cual existe al menos un precedente: el hospital de Don Benito-Villanueva, en Badajoz. Es decir, situarlo en el centro -comunicado, claro está- de las poblaciones candidatas.