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Crónica:DEBATE | ELECCIONES 2004 | Andalucía
Crónica
Texto informativo con interpretación

Una invitación al activismo del voto

Joaquín Sabina, Almudena Grandes, Luis García Montero y Miguel Carmona debaten sobre la participación en la política

Tereixa Constenla

El debate en la Universidad de Sevilla, tras una intervención previa de los cuatro intervinientes (Joaquín Sabina leyó un poema), duró unas dos horas. Ésta es una síntesis de las cuestiones planteadas.

Luis García Montero. Las urnas son una manera de preguntar con rabia y un elemento de autoafirmación. Es importante que vote la gente joven, que es la parte viva de la sociedad.

Miguel Carmona. El ciudadano no se resigna a un cambio insuficiente. Pero cuando se empieza a tocar las narices a los poderosos, acuden a un proceso de deslegitimación de quien les ataca y usan a los medios de comunicación de que disponen.

Almudena Grandes. No me voy a poner catastrofista, pero hay como una caspa suspendida en el polvo que recuerda ese país pacato y acobardado en el que viví. Tenéis que elegir en qué país queréis vivir y luchar por un país a la medida de vuestras necesidades y esperanzas.

Almudena Grandes: "La pastoral de los obispos no me escandalizó, lo grave es cómo está el país para que se atrevan a decirlo"
Luis García Montero: "El control que se plasmaba en una dictadura, aquí está sucediendo en una democracia"
Miguel Carmona: "La sociedad civil debe movilizarse para que los partidos dejen de ser sólo máquinas de poder"
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Joaquín Sabina. Ir a votar, ¿para qué? / Si no sale nunca el sol, / si dos votos suman tres / si no marcamos ni un gol / de penalti contra el frío, / si el hombre del traje gris / reina en su trono vacío, / si le piden otro bis / los suyos contra los míos, / votar sí porque en la mano / el voto es un bisturí / del bigote de Aznarín, / de las barbas de Mariano, / vota por el mes de abril, / que el voto es un milagrito / que va poquito a poquito / carcomiendo a los gusanos, / más vale paloma en mano / que lagrimón de Boabdil. / Arenas, Rajoy, Rovira, / las banderas son mentiras / por las que matan y mueren / soldaditos que no quieren / luchar lejos de Algeciras. / Lo digo en Cái y en Triana, / Graná, Málaga, Almería, / Jaén, Córdoba sultana, / punta y tacón, Punta Umbría, / viva el rojo manque pierda, / carajo, vota a la izquierda.

Pregunta. ¿Podemos evitar llegar a lo que ocurre en la obra 1984 de Orwell?

A. G. 1984 describe el futuro totalitario en una sociedad articulada más o menos como la nuestra. Es el origen del término Gran Hermano... Cuando salió ese programa me pregunté en qué grado de desmemoria e insensibilidad vive una sociedad en la que un símbolo de la injusticia y el totalitarismo es el título de un programa. Es lo que pensé cuando la Conferencia Episcopal sacó la pastoral sobre los maridos asesinos diciendo que los malos tratos son el fruto amargo de la revolución sexual. Me escandalizó cómo está el país para que se atrevan a decirlo.

L. G. M. El tipo de control que se plasmaba en una dictadura, aquí está sucediendo en una democracia, con un Gobierno que entiende la ley como un mecanismo de control y vigilancia, donde el encargado de los informativos de la televisión pública ha dicho 'he sido condenado por un juez por manipular la información en un espacio público y voy a seguir siendo director de los informativos'. Estos mecanismos de degradación de la democracia son un problema y la defensa de la libertad no es un problema de las dictaduras convencionales, sino también de las conciencias de los ciudadanos que queremos vigilar la salud de nuestra democracia. La responsabilidad de los jóvenes es luchar por su sociedad, no por la de sus padres.

Pregunta. En los últimos meses han surgido movilizaciones populares tras tiempos de apatía. ¿Qué se podría hacer para que la participación fuese permanente?

L. G. M. El único espacio de seguridad que tiene nuestra convivencia es una sociedad activa, con conciencia vigilante. Todo lo que se haga para que se cree un tejido social activo y vigilante de la democracia es fundamental.

M. C. Tuvimos durante mucho tiempo una concepción de que el mundo se movía por fuerzas ajenas ante las que daba igual qué hiciéramos porque ya estaba todo decidido. Castillos que parecían inamovibles de repente caen con una movilización de los ciudadanos, aunque tiene que haber un catalizador para que esto funcione.

J. S. Parece que no se puede hacer nada, pero el muro de Berlín se derrumbó sin que la CIA ni el KGB se enteraran. Por no hablar de Bolivia donde una pueblada quitó al presidente, o de Lula en Brasil o de lo que pasa en Haití. Detesto desde el fondo de mi corazón la política, tanto que creo que no puede dejarse en manos de los políticos profesionales, tenemos que ocuparnos los ciudadanos.

A. G. Yo no detesto la política. Defiendo a los partidos políticos tradicionales, porque garantizan una determinada democracia. Desde luego las movilizaciones y la presencia de la sociedad civil en la política son muy deseables para corregir y llevar a los partidos más deprisa y en mejores condiciones a los objetivos que se marcan.

J. S. El noventa y tantos por ciento de la población, de un modo que emocionó hasta las lágrimas, estuvo contra la guerra. No había líderes, lo hizo la gente.

Pregunta. Ningún partido representa los intereses de la gente de verdad, ¿nos tenemos que preguntar qué hacemos nosotros?

M. C. Muchas críticas que se hacen a los partidos se las tienen absolutamente merecidas, pero creo que la sociedad civil tiene que movilizarse y ser activa. Los partidos juegan un papel de articulación y representación. Cuando se derrumban surgen los GIL, los Berlusconi, y a veces puede que el remedio sea peor que la enfermedad. La sociedad civil tiene que movilizarse para que los partidos dejen de ser sólo máquinas electorales y de poder.

L. G. M. Cuando yo voy a votar te juro que en absoluto me identifico al 100% con ningún partido, ninguno me parece perfecto. Me planteo si me quedo en casa o intento intervenir en la realidad. Y cuando defiendo al Estado, te juro que no me creo en absoluto la mitología tradicional del Estado ni que sea un espacio sin contradicciones. Vivimos en una época en la que el neoliberalismo dice que los Estados nacionales ya no tienen importancia porque todo depende de unos fluidos económicos que regulan las multinacionales y que los políticos no tienen importancia. Pero cuando cojo los datos de la legislatura del PP no tengo más remedio que llegar a la conclusión de lo importante que es poder controlar los Estados. En estos últimos cuatro años el PP ha utilizado una coyuntura económica muy fértil, y no por su programa económico, para construir minuciosamente un país mucho más injusto. ¿Sabes la importancia que tiene que un país dedique un tanto por ciento de su economía a la educación pública y a la investigación? ¿Que la gente que gobierna pueda decir de pronto que el Estado es laico y no se puede dar religión a los niños? ¿Que un Estado diga voy a invertir en Sanidad porque creo que es un derecho público y no puedo dejar que la gente sobreviva de acuerdo a sus recursos?

Pregunta. ¿Cómo veis la estrategia anestesiante del PP a través de los medios de comunicación? ¿Qué se puede hacer contra los imperios mediáticos que tiene el poder?

J. S. Las movilizaciones contra la guerra de Irak fueron algo nunca visto en la historia. Eso no se tradujo en votos, así que no tengo contestación, pero yo no he visto nada más hermoso que aquella manifestación de Madrid.

A. G. Lo que has dicho es una de las claves. Lo que ha hecho el PP con una inteligencia pasmosa... Esto es un problema y esta desinformación no se puede saltar. Por eso me parece tan importante el activismo como forma de vida. El Gobierno se protege tras una desinformación tan espléndidamente diseñada y tan compacta y tan eficaz que esa barrera es muy difícil de superar.

Sabina aplaude al público al final del debate celebrado el 20 de febrero en la Universidad de Sevilla sobre los jóvenes y la política.
Sabina aplaude al público al final del debate celebrado el 20 de febrero en la Universidad de Sevilla sobre los jóvenes y la política.PABLO JULIÁ

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Sobre la firma

Tereixa Constenla
Corresponsal de EL PAÍS en Portugal desde julio de 2021. En los últimos años ha sido jefa de sección en Cultura, redactora en Babelia y reportera de temas sociales en Andalucía en EL PAÍS y en el diario IDEAL. Es autora de 'Cuaderno de urgencias', un libro de amor y duelo, y 'Abril es un país', sobre la Revolución de los Claveles.

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