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Un estudio relaciona la crisis religiosa con el auge nacionalista

Ni enfermedad infantil ni sarampión de la humanidad, como opinó Albert Einstein sobre el empuje nacionalista de su tiempo. En la práctica, ahora, el nacionalismo es sobre todo una religión y, como tal, a quien realmente perjudica es a las otras religiones. En el caso del País Vasco y Cataluña, a la Iglesia católica. Ello explica que el catolicismo tenga en esas dos comunidades los mayores índices de caída. Es una de las tesis del

dominico Niceto Blázquez, profesor de Ética y Deontología en la Universidad Complutense de Madrid, en el libro El nacionalclericalismo vasco, que publica Edibesa.

El número de católicos descendió 11,3 puntos en el País Vasco entre 1998 y 2002, más del doble que la media nacional, según el Centro de Investigaciones Sociológicas (CIS). A igual conclusión llega ahora el informe Jóvenes 2000 y religión, realizado para la Fundación Santa María por un grupo de relevantes sociólogos.

El libro del profesor Blázquez (Venta del Obispo, Toledo, 1937), repasa los documentos de la Conferencia Episcopal Española y de los obispos en su conjunto frente al fenómeno nacionalista y el terrorismo etarra y concluye de forma muy crítica con algunas actitudes, sobre todo las del prelado emérito de San Sebastián, José María Setién, del que dijo que muchas veces, en su vida pública, "actúa más como político que como pastor".

"Los nacionalismos religiosos, el nacionalclericalismo, son el pecado de las Iglesias, no sólo de la católica. Es difícil que se pueda casar el espíritu nacionalista de algunos sacerdotes y obispos con el universal de la Iglesia católica", añadió el teólogo dominico en un encuentro con la Asociación de Periodistas de Información Religiosa.

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