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Francia lanza una nueva oleada de privatizaciones para reducir el déficit

El primer ministro Raffarin anuncia que el Estado también venderá edificios para financiarse

Tras año y medio de parón en las privatizaciones, el Gobierno francés confirmó ayer la voluntad de reemprender la venta parcial o total de empresas estatales, una política que formaba parte de las promesas de la derecha en 2002 y cuya ejecución fue congelada a la vista de la mala coyuntura bursátil. El primer ministro, Jean-Pierre Raffarin, lo justificó tanto por razones ideológicas -"el Estado no debe tener vocación de capitalista"- como por la necesidad de conseguir recursos para que Francia pueda regresar a la disciplina presupuestaria, inalcanzable con los débiles crecimientos que están registrándose en la actividad económica.

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El jefe del Gobierno francés confirmó el objetivo de terminar el año con un crecimiento del 1,7%, a partir de la mejora observada en el cuarto trimestre de 2003. Pero esto no será suficiente para rebajar el déficit publico al 3% del PIB en 2005, como se ha comprometido tras los encontronazos con la Comisión Europea por rebasar el 4% a finales de 2003, que a su vez dio origen a una agria discusión entre buenos y malos alumnos del Pacto de Estabilidad europeo.

Raffarin se propone resolver ese problema vendiendo edificios del patrimonio estatal y aplicándose a la tarea de "devolver empresas al mercado". El Estado francés conserva un buen centenar de sociedades controladas total o parcialmente, comenzando por los gigantes de la electricidad y del gas, EDF y GDF, públicos al 100% y cuyas cifras de negocio suman 63.000 millones de euros. A ello se añaden las participaciones en empresas de primer orden, no todas joyas de la corona, porque hay casos de endeudamientos enormes y necesitados de inyecciones financieras importantes para sobrevivir, como ha sido el caso de la operadora France Télécom.

Snecma, la primera

La primera operación prevista es la cesión de un tramo no determinado del capital de Snecma, un fabricante de motores de aviación y de los cohetes Ariane, cuyos directivos prevén salir a Bolsa en junio próximo. Muy reservado en cuanto a los detalles, Raffarin dio un paso al asegurar ayer que su Gobierno considera "la primera prioridad" cambiar el estatuto del gigante eléctrico EDF, y está "haciendo lo necesario" para tener la capacidad de desprenderse de otras participaciones en France Télécom y Renault, ambas cotizadas, en las que el Estado conserva el 54,4% y el 17%, respectivamente.

Convertir al Estado en minoritario en France Télécom no es inmediato, pero está en cartera, de acuerdo con unas declaraciones del ministro de Finanzas, Francis Mer, al diario económico La Tribune. El Estado se quedará en el 50% del grupo de telecomunicaciones cuando éste culmine la "operación estratégica" de recomprar por completo Wanadoo, su filial de Internet, "pero en un mercado de telecomunicaciones en reanimación, seguramente habrá una operación futura que justifique pasar a menos del 50% en la participación estatal", agregó.

El proceso de fusión en marcha entre Air France y KLM rebajará al 44% el peso del sector público francés en ese conjunto, con voluntad de reducir al 20% en cuanto pueda. El organismo estatal Aeropuertos de París va a ser transformado en sociedad anónima, por el momento de capital público, mientras el grupo nuclear Areva estará preparado "en unos meses" para la privatización parcial, según comentarios recientes de su dirección.

En la reunión informativa aludida, Raffarin marcó también la voluntad de no mezclarse en las operaciones de oferta de acciones que puedan afectar a grandes grupos económicos de su país. Circulan especulaciones en la bolsa de operaciones hostiles del británico Vodafone sobre Vivendi y de algún grupo norteamericano sobre Danone, pero las empresas francesas afectadas necesitarían "un apoyo masivo del Estado" para hacer frente a esas amenazas, lo cual no le parece razonable al jefe del Gobierno de París. "El Estado debe velar por el empleo, pero hay un cierto número de ámbitos en los que no puede entrar" sin desatar los gastos públicos, aseguró Raffarin, refiriéndose justamente a esas operaciones de adquisición sobre grupos franceses.

Arenga a los empresarios

Por el contrario, Raffarin animó a los empresarios de su país a anticiparse más allá de "la lógica industrial" y criticó "el fracaso de Europa" a cuento de la compra de Pechiney por el grupo canadiense Alcan, tres años después de que la Comisión Europea prohibiera una fusión a tres de Pechiney con Alcan y el grupo suizo Algroup. A juicio de Raffarin, Europa necesita fuertes alianzas industriales que le permitan hacer frente a competidores a escala mundial.

El proceso de privatizaciones de Francia había sido aplazado en octubre de 2002, debido a las malas condiciones imperantes en ese momento para sacar cualquier participación al mercado de valores. Hoy, el Gobierno francés considera que la situación ha cambiado como para reconsiderar el proceso.

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