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Columna
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'Terminator'

Rosa Montero

Tengo una buena amiga, Lola Baño, médica por oposición del Ayuntamiento de Majadahonda desde 1982, que en 1989 montó el Programa de Drogas de dicho Ayuntamiento, en colaboración con la Comunidad de Madrid. En los quince años que lleva funcionando bajo la coordinación de Lola, el servicio llegó a tener una plantilla de once profesionales y se convirtió en una referencia para toda España en el tratamiento de las drogodependencias. Han participado en congresos, han desarrollado estudios y programas punteros, han publicado libros, han ganado un prestigioso premio de investigación. Dada su impecable trayectoria, la doctora Baño obtuvo el título de psiquiatría hace unos meses.

Pero en junio de 2003, tras las municipales, llegó una nueva concejala de Sanidad al Ayuntamiento, Bárbara Fernández, una militante del PP de veintitantos años que todavía está haciendo el MIR, es decir, que aún no ha terminado su formación como médico, y que entró como un elefante en una cacharrería. Puso nuevas mesas y ordenadores en el servicio de drogas, pero entorpeció su funcionamiento real de tal manera, retirando personal y no cubriendo plazas, que por primera vez hubo carencias y quejas. Luego acusó a Baño de esas carencias y la cesó. Todo parece indicar que su intención es desmantelar el programa de drogas. A los nuevos cachorros liberales del PP no les gustan estos problemas sociales, estos drogadictos sucios y dolientes que dan tan mala imagen.

Lo peor de esta historia es que es un síntoma. O sea, lo peor de que un partido se perpetúe en el poder es su progresiva merma en la autocrítica y la consiguiente ascensión de una leva de jóvenes prepotentes e ignorantes que se dedican a machacar los logros sociales, las lentas construcciones democráticas que hemos ido consolidando entre todos (tan entre todos que este programa floreció con los anteriores responsables del PP). Yo me he enterado de este destrozo porque Lola es amiga, pero ¿cuántas otras barbaridades pueden estar cometiendo por ahí los terminator de la política, esos chicos engominados, soberbios e inexpertos? Rajoy me cae bien: pero detrás de él viene esta resaca de personajillos.

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