La clase media, contra los grandes
Aznar y Berlusconi encabezan la rebelión de las potencias medias de la UE contra el trío formado por Schröder, Chirac y Blair
La crisis y la división que sufre Europa han propiciado la aparición de bloques o alianzas en un nuevo capítulo de la pugna por el poder en la UE. El triunvirato creado en otoño por los tres grandes países de la Unión (Alemania, Francia y Reino Unido) se ha fortalecido a lo largo de tres minicumbres, la última de ellas celebrada el pasado miércoles en Berlín. Los tres tienen un plan B para este periodo de Europa, como dice un alto diplomático en Bruselas. El español José María Aznar y el italiano Silvio Berlusconi han lanzado una revuelta para pararles los pies.
"No queremos dominar a nadie en Europa", repetía el canciller Gerhard Schröder el miércoles pasado en Berlín tras reunirse con el francés Jacques Chirac y el británico Tony Blair. "No se trata de un directorio; si podemos alcanzar acuerdos, eso será positivo para nosotros, pero también para Europa". Sólo 24 horas después, media docena de líderes conservadores del Partido Popular Europeo (PPE), con Aznar y Berlusconi a la cabeza, respondían al triunvirato en un comunicado conjunto: "No queremos un directorio que cocine una comida que tenga que tragarse el resto de Europa".
"No queremos un directorio que cocine una comida que tenga que tragarse el resto"
Era ése el segundo aviso de la alianza lanzada desde Madrid y Roma, a la que dos días antes de la minicumbre de Berlín se habían adherido los primeros ministros de Holanda, Portugal, Polonia y Estonia. El triunvirato frente al sexteto. De un lado, Francia y Alemania empiezan a cumplir sus amenazas. "Si volvemos a Niza será un fracaso que llevará a una Europa más dividida. Si no hay un acuerdo, veremos una Europa de diferentes velocidades", avisó Chirac en diciembre. En el otro lado, España y Polonia, señalados como culpables del fracaso en el proyecto constitucional, figuran de forma destacada en el bloque opositor.
En Europa acaban de surgir esos dos bloques, por el momento coyunturales, cuyos precedentes son las fricciones internas por la guerra de Irak, el asalto del eje franco-alemán al Pacto de Estabilidad, el fracaso al pactar una Constitución europea o el debate sobre los futuros presupuestos de la UE. "Esto no funciona con 25", repite apesadumbrado un alto funcionario del Consejo.
Para poder funcionar, París y Berlín necesitaban unas nuevas reglas, introducidas en el proyecto constitucional, que incluían un nuevo reparto de poder hecho a su medida, pero con beneficios también para el Reino Unido. El peso de los tres en el Consejo, en relación directa con la población, sería suficiente para tener una minoría de bloqueo, algo que no les sucede con el Tratado de Niza, hoy en vigor, y al que Aznar se agarra porque no quiere que España pierda poder. Quizás no es casual que al sexteto le ocurra lo contrario que a los tres grandes: tienen minoría de bloqueo con Niza, pero no con el proyecto constitucional.
Los tres grandes no querían, en contra de medianos y pequeños, que en la futura Comisión Europea hubiera un comisario por país (los grandes tienen hoy dos), sino un equipo reducido. Al aplicarse Niza, habrá uno por país y, en teoría, pesará lo mismo el alemán que el maltés. Por eso, el triunvirato ha exigido en Berlín que haya un supercomisario-vicepresidente del Ejecutivo comunitario (un puesto para un alemán, sin duda) que coordine las carteras económicas.
España y Polonia se enfrentaron a todos en la cumbre de diciembre sobre la Constitución y quieren mantener el pulso.
Ahora, el trío exige que se rebaje al 1% de la renta nacional bruta de la UE el dinero dedicado en el futuro a las arcas comunitarias (Bruselas propone un máximo del 1,24%, como ahora). Las víctimas del recorte serían, sin duda, las ayudas europeas que hoy recibe España, el más beneficiado, un puesto al que aspira Polonia.
Otra diferencia es la actitud ante el Pacto de Estabilidad. Por iniciativa de París y Berlín (ambos lo incumplen), y con el significativo apoyo de Londres (está en línea de incumplirlo), la aplicación del Pacto quedó en suspenso en noviembre. El sexteto exige ahora que el Pacto se aplique "de forma consistente y no discriminatoria".
Las diferencias en el PIB o incluso en el tamaño son obvias. Frente a los tres grandes, en el sexteto están los países que ocupan el cuarto (Italia), quinto (España) y sexto (Polonia) lugar por orden de población. Italia, país fundador de la UE, es el más dolido por su exclusión del supuesto directorio, y por eso Berlusconi calificó de "chapuza" la minicumbre del triunvirato.
Desde que en otoño pasado echó a andar, el triunvirato empezó pronto a dar frutos. Schröder, Chirac y Blair, que han mantenido ya tres minicumbres, cerraron en octubre las líneas básicas para una Europa autónoma de la Defensa; sus ministros de Exteriores triunfaron ese mismo mes en Irán al lograr que Teherán pusiera sus instalaciones nucleares bajo control internacional; reventaron al unísono en noviembre el Pacto de Estabilidad; oficiaron de únicos interlocutores válidos en la fracasada cumbre de diciembre sobre la Constitución; lanzaron el mes pasado la Agencia Europea de Armamento y esta semana han difundido nuevos pactos de ese supuesto plan B: el supercomisario-vicepresidente de la Comisión y unos presupuestos de la UE más restrictivos aún.
"Tienen un plan B", repite el diplomático consultado en el Consejo. En su opinión, serán las políticas exterior y de defensa las áreas en las que se proyectará más el triunvirato. Pero para poder hacerlo, tendrá que vencer antes las reticencias de los demás socios. "No queremos un directorio y, si más bien se trata de una vanguardia, ¿por qué defienden mucho más sus intereses nacionales que los europeos", se pregunta una fuente oficial española en Bruselas.
En este enrarecido ambiente, será prácticamente imposible reanudar las negociaciones sobre el proyecto constitucional. Los líderes de los 25 volverán a verse las caras en la cumbre del 25 y 26 de marzo en Bruselas. Será la última de Aznar. Schröder y Chirac estarán encantados de despedirle.
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