La revuelta contra Aristide no consigue prender en la capital de Haití
Las revueltas contra la presidencia de Jean Bertrand Aristide continúan activas pero circunscritas al norte de Haití, y la insurrección popular generalizada brilla por su ausencia. Poco más de mil seguidores de la plataforma de partidos y organizaciones civiles que exige la renuncia del ex sacerdote salesiano marchó ayer por la capital, Puerto Príncipe, bajo control del Gobierno. Se produjo una situación de pánico cuando desconocidos lanzaron piedras a los manifestantes mientras que se escucharon detonaciones de armas de fuego, presumiblemente realizadas por personas que viajaban en un vehículo y que huyeron del lugar al observar la presencia de la policía, informa Efe. "Estamos decididos a hacer el recorrido. No vamos a caer frente a la provocación", declaró el dirigente opositor André Apaid, que encabezaba la marcha.
Dos pinzas atenazan a Aristide sin haber podido doblegarle: las bandas locales que ocupan Gonaives y asedian otras localidades, y las frecuentes movilizaciones de la capital. La concentración de ayer, menos numerosa que anteriores, concluyó con choques aislados y cinco heridos leves.
Paralelamente, el Gobierno de la vecina República Dominicana ordenó la detención de cualquier persona sospechosa de tratar de cruzar la frontera para sumarse a la lucha contra el presidente haitiano. La orden sigue a la infiltración en Haití de Louis Jodel Chamblain, jefe de los paramilitares en la dictadura del general Raoul Cedras, que derrocó a Aristide en el año 1991 y le obligó a un exilio de tres años, y del ex jefe nacional de policía, Guy Philippe, vinculado a la intentona golpista de octubre del año 2000.
Los dos habían encontrado refugio en la República Dominicana y los dos anunciaron un violento avance sobre Puerto Príncipe, en la que también actúan paramilitares oficialistas. Ese avance ha sido imposible hasta ahora al no contarse con la suficiente fuerza para efectuarlo con éxito. Los ex policías, en cuyo prontuario abundan las denuncias sobre torturas y asesinato de opositores, fueron recibidos por Butteur Metayer, jefe del Frente de Resistencia Revolucionario de Artibonite, nueva denominación del ex oficialista Ejército Caníbal, que controla Gonaives.
La catadura de los nuevos refuerzos quedó puesta de manifiesto en la advertencia del cafre Jodel Camblain: "si es necesario hacer volar el palacio presidencial lo vamos a hacer volar y a reconstruir otro". La oposición política se distanció de las huestes norteñas, y recibió un golpe al advertir la comunidad internacional que no convalidará el derrocamiento de Aristide.
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