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Manolo Valdés y Mario Vargas Llosa unen sus talentos para el nuevo aeropuerto de Madrid

El artista presenta hoy en Barajas tres esculturas que dialogan a través de textos del escritor

Se llaman La coqueta, La realista y La soñadora. Son tres grandes cabezas de bronce de Manolo Valdés, y en el pecho llevan impresos tres textos de Mario Vargas Llosa, tres breves monólogos que las describen. Desde hoy, las tres damas "dialogarán" en el nuevo aeropuerto de Barajas, diseñado por el británico Richard Rogers. Valdés, además, abrió ayer en la galería Marlborough (calle de Orfila, 5) una muestra con seis piezas, y planea una exposición monumental para 2005 en el Palais Royal, y otras medianas en Nueva York (donde vive desde hace 15 años), Londres e Italia.

La colaboración entre Vargas Llosa y Valdés surgió durante una cena bien regada y conversada, hace unos meses, en Nueva York. El escultor estaba preparando unas voluminosas cabezas de mujer, tocadas con disparatados e incómodos sombreros, para la nueva terminal de Barajas, un espacio que fascina a Valdés. "Últimamente he hecho más esculturas públicas, de tamaño más grande; tenía un viejo compromiso con AENA y hacía tiempo que buscaba un espacio como ése: ¡es maravilloso cómo recoge esa nave gigantesca la luz de Madrid!".

Valdés le sugirió al escritor que hiciera unos textos para ponerlos en relieve, sobre el bronce arrugado y roto, y Vargas Llosa aceptó "encantado y asustado a la vez". "La idea era preciosa, pero daba un poco de miedo", afirma Vargas Llosa por teléfono desde Lima. "La única manera de incorporar los textos a las esculturas era hacerlas hablar, y de acuerdo con Manolo intenté hacer una especie de diálogo a partir de tres monólogos cruzados. Son textos para ser vistos más que para ser leídos".

Aunque hace 40 años que no escribe poesía, le salieron tres textos muy poéticos. "Por suerte, me di cuenta a tiempo de que esa veleidad estaba fuera de mi alcance. Soy un escribidor nada más, y los escribidores sólo somos envidiosos de los poetas. Porque, como decía Borges, la poesía sólo admite la excelencia".

Ahora, Vargas Llosa siente "gran curiosidad" por ver el resultado final (trabajó a partir de los bocetos de Valdés): "Hace tiempo que escribo, en privado, textos sugeridos por pinturas y obras que me gustan. Y la obra de Manolo me encanta. Ha sido muy divertido trabajar con él, porque sus personajes, a diferencia de los de las novelas, son concretos, inmóviles, fijos, traslucen la eternidad de la materia, y afortunadamente dejan mucho campo de acción a la fantasía; no son realistas, pero sí muy humanos".

Valdés comparte el entusiasmo plenamente: "Unir esculturas con textos no es nada nuevo, claro", explicaba ayer en su estudio madrileño, rodeado de meninas gigantes. "Pero lo bonito es que las esculturas hablan en primera persona, que cuentan algo que Mario ha escrito. Al evolucionar la idea inicial de una pareja de cabezas hacia un diálogo a tres, sentí que las tres se apoyaban, que estaba muy bien que hablaran entre ellas. Es una idea muy bonita para un aeropuerto, y la intención es que la gente se quede un rato con ellas, oyéndolas hablar, mirándolas a los ojos: estarán en el suelo, sin pedestal".

Los textos dan nombre e identidad a las tres cabezas. La soñadora acaba su soliloquio diciendo: "Envídienme, envidiosas: Sí, sí, yo soy / ama y señora / del espejismo / y de los sueños". La coqueta replica: "Amigas, ustedes sólo sueñan: / yo hago soñar". Y La realista concluye: "Pobres amigas, / ustedes tienen miedo / a la vida, y por / eso se esconden entre / las musarañas / de la fantasía. / Yo sé vivir".

La nueva terminal de Richard Rogers ha entusiasmado a Valdés, que pasaba las de Caín cuando venían amigos extranjeros a Madrid. "La imagen que daba Barajas era terrible, pero esto es precioso, un sitio muy puro y tecnológico a la vez, con un techo escultórico. Y cambia tanto con la luz durante el día que no sabes cuándo está más bello. Aunque supongo que será menos puro cuando se llene de mostradores".

Quizá así Valdés empezará a venir más por España. "Desde que tengo el estudio vengo más, y ahora tengo que montar una escultura en Murcia y otra en Bilbao". De todos modos, está feliz en Nueva York: "Es una ciudad muy competente, imposible de simplificar, fascinante. Siempre respeta las reglas del juego, y a la vez está llena de diferencias y de un amor a la cultura, a lo distinto, que aquí no existe. ¡Aquí somos todos tan iguales, nos gusta tanto la tortilla de patata!".

A él le encantan las series, pero sólo como recurso artístico: "En mi trabajo, la serialidad es importante. Vengo del arte pop, Crónica fue una herencia de eso, y es una cosa que está en mi formación y en mi gusto".

Manolo Valdés.
Manolo Valdés.ULY MARTÍN
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