Toledo trata a la desesperada de formar un Gobierno de consenso
El presidente de Perú se queda solo tras el abandono de sus socios
La crisis política que atraviesa Perú desde hace meses ha llegado a un punto de máximo riesgo tras la retirada del Gobierno del último aliado que le quedaba al presidente Alejandro Toledo. El Frente Independiente Moralizador (FIM) anunció su salida del Ejecutivo como consecuencia de un escándalo que ha salpicado a su líder y embajador en España, Fernando Olivera, lo que deja al primer mandatario más aislado y debilitado que nunca.
Toledo pretende ahora lo que para muchos es un imposible: poner en pie un Gabinete de amplia base, dando entrada a políticos independientes y de prestigio. El ministro del Interior, Fernando Rospigliosi, describió ayer la gravedad de la situación: "Todo pende de un hilo. Cualquier incidente puede provocar un cataclismo de grandes proporciones". La incertidumbre es de tal magnitud, que el titular de Interior, una de las figuras más respetadas del Gobierno, confesó que no tenía la más mínima idea sobre su permanencia en el cargo.
La gota que ha colmado el vaso y que ha colocado la gobernabilidad de Perú al borde del abismo tiene que ver con una de las figuras más controvertidas de la política del país andino, Fernando Olivera, fundador del FIM, partido que enarbola la escoba como símbolo de la "lucha incansable" contra la corrupción. En su cruzada contra lo que llama mafia, Olivera tiene en el punto de mira al ex presidente Alberto Fujimori (refugiado en Japón) y a su asesor y espía Vladimiro Montesinos (en prisión), por una parte, y al también ex presidente y principal líder de la oposición, Alan García, por otra.
Olivera no ha resultado ser tan íntegro políticamente, y en una reciente comparecencia ante la comisión de control parlamentario reconoció haber tenido contactos con un agente de la red de corrupción del ex jefe de inteligencia de Montesinos. Sus explicaciones no convencieron a los integrantes de la comisión del Congreso ni a algunos miembros del propio partido de Olivera. A partir de ahí, la cascada de acusaciones y rumores fue imparable y el líder del FIM acabó por poner su cargo de embajador a disposición del presidente. Hubo reuniones, conciliábulos, declaraciones y desmentidos. Hasta que el propio Olivera anunció la decisión final. El FIM retira a sus dos ministros, pero seguirá apoyando al Gobierno en el Congreso. Al mismo tiempo, Toledo no ha aceptado la dimisión del embajador en España, que seguirá con el encargo de trabajar en las negociaciones de un tratado de libre comercio de Perú con la UE. Una solución que sólo satisface a su beneficiario.
Estos acontecimientos se producen cuando las encuestas indican que el porcentaje de peruanos que aprueba la gestión del presidente no supera el 8%. La pregunta está en la calle: ¿hasta cuándo aguantará Toledo? Pocos apuestan por los dos años de mandato que le restan. El Comercio, el diario más influyente de Perú, publicó ayer en portada un editorial -algo insólito- en el que pedía abiertamente al gobernante que dé "un paso al costado". El órgano que mejor refleja el pensamiento del establishment económico escribió que Toledo no puede escudarse más en "la mafia fujimontesinista" como la causante de todos los males. "El primer responsable de la crisis del país es él", sentenció.
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