"La amenaza de las armas de destrucción masiva es real"
"Señor presidente de la Cámara de Representantes, señor vicepresidente, honorables miembros del Congreso. Señoras y Señores,
De todo corazón, agradezco la cálida bienvenida que me ofrecen esta mañana. Parece que han presentido mi propósito de pronunciar un discurso breve.
Representa un verdadero honor para mí, como parlamentario y como presidente del Gobierno de España, dirigirme al Congreso de los Estados Unidos de América. Este hemiciclo es un símbolo vivo y admirado en todo el mundo de nuestro común anhelo de libertad y democracia.
No puedo dejar de recordar la emoción que supuso para los españoles la presencia en esta tribuna, el 2 de junio de 1976, del Rey de España, Don Juan Carlos I, con ocasión de la conmemoración del Bicentenario de la Independencia de los Estados Unidos.
"Los Estados Unidos tienen en España un aliado sólido, fuerte y responsable"
En su discurso, Su Majestad el Rey destacó la importante contribución hispana a la formación e independencia de esta gran Nación.
Los españoles vivíamos entonces momentos difíciles y delicados. Nuestro Rey trajo a esta tribuna su visión de una España próspera y moderna y los deseos de libertad y democracia de todo el pueblo español.
Hoy, 28 años después, España es una democracia plenamente consolidada.
El proceso de descentralización política iniciado con la Constitución de 1978 ha culminado con éxito.
Somos una de las grandes naciones de Europa, miembros activos de la Unión Europea. Somos una Nación de 43 millones de habitantes, dinámica, abierta y emprendedora. Una sociedad que ha conocido la emigración y que ahora recibe inmigrantes de todo el mundo.
Somos la octava economía del mundo. Para ello ha tenido una importancia decisiva nuestro ingreso en la Unión Europea. Hoy somos una economía que crece con estabilidad y confianza. Una economía que crece por encima de la media de los países de la Unión Europea. Una economía que ha generado la mitad de los puestos de trabajo creados en Europa en estos años.
Esta España de hoy es plenamente consciente de que el crecimiento y la madurez comportan responsabilidades. Sabemos que debemos afrontar riesgos y asumir compromisos. Compromisos que hay que cumplir.
Queremos un lugar de primera línea en la defensa de la democracia y del Estado de Derecho. Con nuestros aliados y amigos. En los momentos buenos y en los momentos difíciles, con ellos compartimos valores y principios. Nuestro compromiso con la libertad es inquebrantable.
Como inquebrantable ha sido el compromiso de los Estados Unidos. Hoy quiero rendir público homenaje al pueblo norteamericano por su insustituible papel en la lucha por la democracia y la libertad.
He tenido el privilegio de ser durante ocho años presidente del Gobierno de España. He defendido siempre el valor y la vigencia de la relación atlántica para el bien de Europa, para la seguridad y estabilidad del mundo.
En estos años, he trabajado por ese objetivo, primero con la Administración del presidente Clinton y después con la del presidente Bush. Precisamente, una de las grandes satisfacciones personales y políticas de estos años ha sido la relación que he podido establecer y desarrollar con estos dos grandes presidentes.
No es extraño pues que hoy asistamos a un momento verdaderamente excepcional de nuestras relaciones.
La relación atlántica nos fortalece a europeos y norteamericanos. Hace del mundo un lugar más seguro y más libre.
España, que trabaja intensamente en el proceso de unión europea, entiende que ese proceso sólo debe avanzar manteniendo y mejorando la relación atlántica. El vínculo atlántico está en el origen de la construcción europea. Forma parte de su desarrollo y tiene que estar presente en su futuro.
Lo pensábamos antes y lo pensamos ahora, a pocas semanas de que 10 nuevos países se conviertan en miembros de la Unión Europea. Muchos de ellos sufrieron la tiranía comunista y ven en la Alianza Atlántica el garante de su libertad.
Como europeo, no quiero otra alternativa a la relación atlántica. Querer una Unión Europea fuerte, como la quiere España, estar a la vanguardia europea, como lo está España, no significa trabajar por un contrapoder a los Estados Unidos. Significa trabajar por una Europa Atlántica. Porque compartimos los mismos principios y valores. Y tenemos un interés común en defenderlos.
Señor presidente de la Cámara de Representantes, señor vicepresidente,
Esos principios y valores fueron brutalmente atacados el 11 de septiembre de 2001.
Nada puede compensar el dolor y el sufrimiento de aquel día infame. Los terroristas hicieron una vergonzosa exhibición de desprecio por la vida humana.
Pero el pueblo norteamericano respondió con una admirable lección de civismo y responsabilidad. Fue una de las páginas más hermosas de nuestra época.
Los Estados Unidos no fueron los únicos atacados aquel 11 de septiembre. El terrorismo lanzó un desafío calculado a los valores que son centrales para la humanidad: la libertad, la decencia moral, la compasión y el respeto por la vida de los demás.
España ofreció desde la primera hora en el 11 de septiembre nuestra solidaridad activa y nuestro compromiso al Gobierno y al pueblo de los Estados Unidos. Un compromiso que hoy renuevo solemnemente.
Varios meses antes del 11 de septiembre, el presidente Bush había mostrado en Madrid la solidaridad de Estados Unidos con España en la lucha contra el terrorismo que sufrimos desde hace demasiado tiempo. Una solidaridad que se ha traducido en cooperación activa. Es un gesto que no olvidamos.
Los Estados Unidos y España queremos que el Comité contra el terrorismo de Naciones Unidas tenga una utilidad real y efectiva. Que se redacte y apruebe una lista mundial de organizaciones terroristas. Creo que debe escucharse permanentemente a las víctimas del terror.
Hace menos de 10 días se reunió en Madrid el primer Congreso Mundial de víctimas del terrorismo. Ellas son el soporte moral que apoya nuestro combate contra el terror. Nos suministran valor y coraje. Pero también nos exigen responsabilidades y resultados. Demandan también justicia y reparación.
El terrorismo es injustificable. Arruina las causas que proclama defender. La causa política o religiosa que dice servir también se cuenta entre sus víctimas.
Los terroristas deben saber que su único final es ser derrotados. Nuestra fuerza nace de la superioridad moral de los sistemas democráticos. Como en otros momentos de la historia, la libertad triunfará sobre la barbarie.
Hoy en Afganistán y en Irak, se está desarrollando en este momento la fase más importante de la lucha contra el terrorismo. Los terroristas tratan de impedir que el pueblo iraquí sea dueño de su propio destino.
No aceptamos en su momento que la legalidad internacional fuera vulnerada de forma reiterada por la tiranía de Sadam Husein.
Seguimos comprometidos en la reconstrucción institucional y material de Irak. Vamos a cumplir nuestros compromisos.
Quiero en este momento rendir un sentido homenaje a todos cuantos han entregado su vida para devolver al pueblo iraquí su libertad, garantizar su seguridad y consolidar la democracia. Ellos tienen nuestro reconocimiento y nuestra gratitud.
La lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva es otro elemento común de nuestra búsqueda de un mundo más estable y seguro.
Los avances en la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva que hemos visto recientemente no habrían sido posibles sin la firmeza de nuestros planteamientos.
La amenaza que la proliferación de ese tipo de armas supone para la seguridad de todos es real. Su posible utilización por grupos terroristas es un riesgo ante el que no podemos permanecer inactivos. A este desafío, debemos hacerle frente juntos y con firmeza. Cerrar los ojos ante esta realidad, equivocarnos en el verdadero debate, en las auténticas prioridades, sería una grave irresponsabilidad que acabaríamos pagando caro en nuestra seguridad y nuestra libertad.
Señor presidente de la Cámara de Representantes, señor vicepresidente,
Nuestro vínculo atlántico es la libertad. Libertad en todos los ámbitos. Y gracias a esa libertad América del Norte y Europa son las dos áreas más prósperas del mundo.
La experiencia nos demuestra que el libre comercio es una fuente de crecimiento económico y de riqueza para todos.
Por eso he propuesto recientemente, y reitero hoy aquí, la creación de un gran espacio económico, financiero y comercial entre Europa y los Estados Unidos, de aquí al año 2015.
Podemos empezar una nueva etapa de crecimiento y estabilidad de la que también se beneficiará el resto del mundo.
Creo que la libertad trae prosperidad. Es lo que he intentado hacer en mi país desde 1996, mediante las reformas y la liberalización de la economía. Por eso también he impulsado las iniciativas en Europa que tienen como objetivo prioritario la liberalización, la innovación y la mejora de la competitividad.
Hemos construido una relación muy estrecha entre nuestras dos naciones, que tiene una dimensión iberoamericana. Iberoamérica es un continente clave para mi país. España es el segundo inversor del mundo en la región, detrás de los Estados Unidos.
Durante las últimas décadas, las naciones iberoamericanas han realizado un esfuerzo notable para consolidar regímenes democráticos y economías de libre mercado. De ahí también nuestro interés en fortalecer las relaciones entre Europa e Iberoamérica.
La relación atlántica no será completa sin la inclusión del continente americano en su totalidad. A medio y largo plazo, nuestro empeño conjunto debe ser constituir una verdadera comunidad de valores e intereses comunes, que incluya una gran zona de libre comercio. España está dispuesta a trabajar por ello.
Las comunidades hispanas de los Estados Unidos son una fuente de oportunidades inéditas e impensadas hasta hace muy pocos años para esta futura sintonía entre los Estados Unidos, Iberoamérica y Europa.
He sido testigo privilegiado de esta realidad emergente y tan prometedora en Texas, Nuevo México, California, Nueva York y Florida.
Al nombrar este último Estado, veo que no debo pasar de largo de la isla de Cuba ni de su numeroso exilio. Como tantos españoles vengo de una familia con raíces en Cuba. La isla caribeña es una de las últimas anomalías históricas, no ya de las Américas, sino del mundo entero.
Quiero reiterar aquí mi deseo y esperanza de dar pronto a Cuba la bienvenida a la comunidad de naciones libres.
Señor presidente de la Cámara de Representantes, señor vicepresidente,
Como presidente del Gobierno de España, mi propósito ha sido aprovechar la confianza que me brindaron los españoles durante ocho años para trabajar a favor de una España más segura, más próspera, más comprometida y, por tanto, más respetada.
Nuestras dos naciones se conocen y se tratan desde hace más de 200 años. España fue un apoyo muy importante en la lucha por la independencia de los Estados Unidos. Luego, nuestras relaciones no siempre estuvieron presididas por el entendimiento. En todo caso, nunca había existido una época tan favorable para acometer grandes proyectos en común como la que ha empezado recientemente. Lo que hemos hecho juntos en estos años ha creado ya de hecho una relación fuerte. Una relación de países amigos, aliados y socios.
El pueblo norteamericano tiene en España un amigo europeo. Los Estados Unidos tienen en España un aliado sólido, fuerte y responsable. Sigamos trabajando juntos por la democracia y la libertad.
Muchas gracias".
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