El Gobierno se niega a investigar o levantar el secreto "de nada"
No habrá comisión de investigación de ningún tipo en España sobre las armas de destrucción masiva porque el Gobierno mantiene que "no hay nada que investigar". Tampoco se desclasificará documento alguno de inteligencia -"si es que existe alguno sobre ese asunto", según el Ejecutivo- porque "no ha desclasificado ninguno en estos ocho años", pues el Gobierno considera que "eso es una tremenda irresponsabilidad".
El Ejecutivo, según fuentes de La Moncloa, mantiene que no hay nada que investigar porque el presidente, José María Aznar, no decidió apoyar la guerra de Irak "basándose en ningún informe de inteligencia, ni propio ni ajeno". No fue, según estas fuentes, "ninguna decisión administrativa en la que hubiera una relación de causa-efecto entre la existencia de las armas y la declaración de guerra". En lugar de eso, "fue una decisión potestativa de política exterior de un Gobierno democráticamente elegido".
Sin informe de inteligencia
Esa decisión potestativa de política exterior "se apoyó en tres ejes y ninguno de ellos fue ningún informe de inteligencia". Esos elementos fueron los siguientes:
- El Gobierno español consideró que tenía la "obligación moral de apoyar a los países que le respaldan en su lucha contra el terrorismo". Es decir, a Estados Unidos. De ahí la afirmación del jefe del Ejecutivo, José María Aznar, de que apoyó la guerra por el "interés nacional de España". Ese interés se resume en la apuesta por el vínculo trasatlántico, por encima incluso de las relaciones con los tradicionales socios europeos de España.
- El presidente del Gobierno había ofrecido, tras el atentado del 11 de septiembre de 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono, su respaldo al presidente de EE UU en su lucha contra el terrorismo internacional. Es decir, había un compromiso previo de respaldo en la lucha global contra el terrorismo que anunció George Bush tras el 11-S.
- El régimen de Sadam Husein acumulaba una abultada historia de incumplimiento de resoluciones del Consejo de Seguridad de las Naciones Unidas que le conminaban a desarmarse. Algunas de ellas, como la 1.441 de noviembre de 2002, fueron aprobadas por unanimidad.
Aún más, en La Moncloa recuerdan que ninguno de los países que se opusieron más radicalmente a la guerra, como Francia, Alemania o Rusia, "nunca pusieron en duda que Irak tuviera armas de destrucción masiva, toda vez que las había utilizado contra su población y sus enemigos exteriores en el pasado". Lo que se sometió a discusión fue la conveniencia o no de dejar más tiempo a los inspectores de Naciones Unidas para que buscaran esas armas. El jefe de los inspectores, Hans Blix, pidió tiempo, dijo que no sería cuestión ni de días ni de años, sino de semanas o meses. Se le dejaron escasas semanas.
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