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Reportaje:

La Antártida, territorio sin ley

La ONU quiere regular la explotación comercial del continente helado

La Antártida se ha convertido en un territorio sin ley, donde las grandes multinacionales han empezado a explotar su gran potencial biológico. Preocupada por la incesante búsqueda de materiales genéticos en el continente helado, la ONU ha propuesto su urgente regulación para proteger uno de los medioambientes más frágiles del mundo.

El mayor problema es que la Antártida, administrada desde 1961 por 45 países, no pertenece a nadie. "Esto no es como el mar abierto", subraya Sam Johnston, uno de los autores del informe; "no es territorio internacional, pero tampoco pertenece a una jurisdicción nacional. Los gobiernos que actúan en el territorio deberían desarrollar un protocolo que estime el material genético y calcule su coste de explotación".

En EE UU y en Europa se han presentado más de 150 patentes de exploración en la Antártida
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Johnston y su colega Dagmar Lohah han redactado para el Instituto de Estudios Avanzados de la Universidad de las Naciones Unidas un informe titulado El régimen internacional para bioprospección. Políticas existentes y asuntos emergentes en la Antártida, en el que analizan la situación. El documento será presentado en la Séptima Conferencia de la ONU sobre Diversidad Biológica, que se celebrará en Kuala Lumpur (Malaisia) entre el 9 y el 20 de febrero.

Hay mucho dinero que ganar. La ONU estima que el mercado de cosméticos derivados de la investigación genética alcanza los 100.000 millones de dólares. "El 62% de las medicinas contra el cáncer que reciben el sello de la FDA (la agencia estadounidense que regula el mercado farmaceútico) proceden de productos naturales", asegura el informe. "Siguiendo esta tendencia, se prevé que el sector privado se interese cada vez más en la bioprospección".

En Estados Unidos y en Europa ya se han presentado más de 150 patentes para explorar y explotar las infinitas posibilidades de la Antártida. Una de las últimas patentes procede de España y aspira a "curar heridas y tratar piel, pelo y uñas". Una propuesta alemana espera usar las algas verdes del continente para tratamientos cosméticos y un proyecto ruso quiere recurrir a su levadura negra para limitar la extensión de los tumores.

Los más atractivo de la Antártida son sus extremófilos, unos organismos capaces de sobrevivir en los hábitat más extremos de la Tierra, donde imperan condiciones (calor, frío, falta de luz o composición química) que hacen imposible la existencia de vida normal. Estas características han hecho que en los últimos años compañías farmacéuticas e investigadores de todo el mundo hayan empezado a prestarles mucha atención.

Los extremófilos parecen tener recursos casi infinitos. Se pueden usar "para liposomas en cosmética, tratamiento de desechos y biología molecular para la industria alimenticia", asegura el informe de Naciones Unidas.

"La prospección biológica de estos extremófilos ya se está produciendo", advierte el director del Centro de Estudios de la ONU, el profesor Hamid Zakri. "Este informe sugiere que los esfuerzos por explotar esta nueva frontera están amenazando la autoridad de las leyes internacionales en la regulación de cuestiones como la propiedad del material genético, la emisión de patentes y las consecuencias sobre el medio ambiente", asegura.

Otro de los hallazgos del continente helado es el de la glicoproteína, un descongelante que poseen algunos peces de la Antártida. Descubierta a principios de los años setenta por investigadores de la Universidad de Illinois, la glicoproteína podría tener numerosas aplicaciones comerciales, como la preservación de productos congelados, la cirugía o la piscicultura.

"La Antártida es muy interesante para las grandes compañías farmacéuticas que están implicadas en la investigación biotecnológica. El problema es que en la Antártida este tipo de actividades no está regulado", señala el investigador Sam Johnston.

Una máquina trabaja cerca de un observatorio científico en la Antártida.
Una máquina trabaja cerca de un observatorio científico en la Antártida.AFP

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