El derecho a la libertad de expresión centró una ceremonia fría y tensa
Julio Medem entró a la ceremonia de los Goya rodeado de gritos de "cobarde" y "cómplice"
A pesar de que la escenografía pretendía ser luminosa y ligera y de que el guión se centró en un asunto tan amable como la "hermandad" del cine español y el latinoamericano, por segundo año consecutivo la ceremonia de los Goya estuvo marcada por acontecimientos extracinematográficos. La manifestación organizada a las puertas del Palacio Municipal de Congresos contra la película de Julio Medem La pelota vasca (candidata al Goya al mejor documental) provocó situaciones de fuerte crispación fuera de la sala. Dentro, se aclamó el derecho a la libertad de expresión.
Julio Medem fue, a su pesar, protagonista de la noche. No logró el Goya al mejor documental por La pelota vasca, la piel contra la piedra (se lo arrebató inesperadamente José Luis López Linares con su filme sobre Mandronita Andreu Un instante en la vida ajena), pero acaparó toda la atención. Mientras a las puertas del Palacio de Congresos se manifestaban contra el contenido de su película, sus compañeros defendían su derecho a contar la realidad (en este caso, la del País Vasco) a su manera. Luis Tosar, con el Goya al mejor actor, dijo: "La libertad de expresión está muy bien para todos y por eso le dedico el premio a Julio Medem". Icíar Bollaín añadió: "Me gustaría recordar a las víctimas de los maltratos, a las víctimas de una guerra, ya van por 10.000, y a las víctimas de ETA. Hay muchas formas de terrorismo, pero una sola de libertad de expresión. Cuidémosla para poder hacer películas, por muy polémicas que sean".
Tocada desde el principio por lo ocurrido a sus puertas y con la sombra de lo ocurrido hace un año, con el "No a la guerra", la gala de los Goya fue fría y plana. En el escenario: una orquesta al estilo de los años cincuenta y el mexicano Diego Luna y la actriz Cayetana Guillén Cuervo paseando del brazo. En la calle: una tensa guerra de pegatinas que eclipsaba lo demás. Una era blanca y grande y decía "ETA, no", y otra (más pequeña), "No al terrorismo. Libertad de expresión". Detrás de la primera se manifestaban la Asociación de Víctimas del Terrorismo contra la película de Medem La pelota vasca. Detrás de la otra, muchos invitados y la Plataforma de Cultura contra la Guerra, que hace un año convirtió esta misma gala en una polémica ventana contra la guerra de Irak.
La lluvia y los gritos enturbiaron la llegada de los académicos. El agua no daba tregua, y los abucheos, tampoco. "Cobardes, ETA, no", "Si estás contra ETA ponte la etiqueta", "ETA, no; cómplices, tampoco". Más de 500 personas gritaban sin parar. A los que no recogían su pegatina les caía el chaparrón: "¡Basura, que sois una basura!". La mayoría de los invitados y candidatos pasaban de largo, evitando mirar; otros saludaban sonrientes e indiferentes; otros cogían la pegatina y se la guardaban, y muy pocos contestaron frontalmente a los manifestantes. Las pegatinas se confundían con los libros de autógrafos, y los pitidos, con la histeria. Ante tanta confusión, Rossy de Palma se puso en jarras: "Pero, por favor, ¿es que no ven que no se puede insultar así a la gente? Por muy justa que sea su causa, ustedes han perdido la razón". La tensión fue creciendo hasta que reventó con la entrada de Medem. A su lado, Isabel Coixet (Goya al mejor guión adaptado), Gustavo Salmerón y Elena Anaya, entre otros. La tensión y los nervios se reflejaron en su cara: "Este papel no me corresponde. Mi compromiso ético es con la no violencia y mi solidaridad ha estado siempre con las víctimas del terrorismo. Pero yo no cojo esta pegatina que hoy me dan porque los que me la dan me han insultado y calumniado". Poco después de la entrada del director llegó la ministra de Cultura, Pilar del Castillo, que inmediatamente se acercó a saludar a los que se manifestaban detrás de la pancarta que decía: "Víctimas del terrorismo contra el pelota vasco. La nuca contra la bala".
Medem afirmó ayer que estaba contento con el apoyo que había recibido en una noche como la del sábado. "No me he llevado el premio, pero he sentido todo el apoyo. Ahora me pongo a trabajar en otra película, abandono la realidad y vuelvo a la ficción".
Babelia
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