"En el principio del subsuelo está todo"
Pregunta. ¿Qué le empujó a estudiar geofísica?
Respuesta. La estudié en Moscú, cuando todavía era la Unión Soviética.
P. ¿Era necesario?
R. La Unesco, que es quien me concedió la beca sólo daba dos opciones: Estados Unidos o la Unión Soviética. Y la Unión Soviética te daba todo: libros, residencia, salario mínimo, seguridad social... Estuve de 1985 a 1991, toda la perestroika. Volví el 26 de julio y la Unión Soviética se terminó el 10 de agosto. Tengo el último titulo de la Unión Soviética.
P. Pero a usted le interesaba el subsuelo.
R. Sí, la URSS estaba muy avanzada en esta disciplina. Estuve haciendo geofísica y sismología, pero había una rama nueva que era ingeniería civil: todos los métodos de minería aplicados a la ingeniería civil. Y me especialicé en la técnica de los primeros metros de la tierra. Ahí está la ingeniería, la arqueología, la historia... Ahí está todo.
P. ¿Dónde y cómo aplica su especialidad?
R. En trabajos de patrimonio y en ingeniería civil, análisis y diagnosis de edificios,... Utilizo el georadar, que es una técnica no destructiva, como una radiografía. Por el contrario, las catas con excavaciones tienen un gran impacto sobre los monumentos. El georadar tendrá cada vez más aplicaciones.
P. ¿Qué trabajos está haciendo?
R. Ahora estamos mirando cómo es el subsuelo de la Lonja, para conocer la cimentación y porque es un punto muy importante en la historia de Valencia. Por ahí pasa la muralla árabe, el valladar... Una de las nuevas líneas es el estudio de la madera de los artesonados. También estamos en la iglesia de la Compañía de Jesús de Valencia, donde hemos encontrado una cripta que se desconocía y un plano inclinado, que indica que por allí pasaba el valladar. En investigaciones forenses también se suele utilizar.
P. ¿Detecta cadáveres?
R. No, pero sabes si se ha hecho un hueco y luego se ha tapado, lo que te indica que hay algo. Por ejemplo, hemos localizado los ullals de L'Albufera, que ahora están tapados.
P. ¿Es usted una especie de zahorí pasado por la universidad?
R. No soy un zahorí, aunque pienso que hay zahoríes que tienen algo. Esto es un método científico. Nosotros vemos las marcas, pero requiere un trabajo multidisciplinar de arqueólogos, arquitectos e ingenieros. El georadar es una herramienta fundamental, pero nunca desplazará a la arqueología ni a la historia. Necesita de ellas para verificar hipótesis. No es una panacea, aunque tiene una efectividad de hasta un 95%. El problema quizás sea el intrusismo.
P. ¿Su profesión tiene dos frentes, uno académico y otro aplicado?
R. En realidad, son uno mismo. Sin los trabajos técnicos no puedes ofrecer calidad académica.
P. De lo que ha encontrado, ¿qué es lo que más le ha sorprendido?
R. La muralla de la alcazaba omeya en el Real Alcázar de Sevilla. También me ha dado mucha satisfacción el estudio de los glaciares en los montes Aneto y Maladeta.
P. ¿Usted tiene los pies más en el subsuelo que en el suelo?
R. A veces, sí. Si voy por la calle y veo un solar, enseguida me pongo a pensar en qué hay debajo.
P. ¿Cuál es la parte más suculenta del subsuelo arqueológico de Valencia?
R. Ciutat Vella, y luego la calle de Sagunto, donde se están haciendo hallazgos interesantes. Era el antiguo camino a Sagunto, que fue la ciudad importante cuando Valencia no era nada.
EN DOS TRAZOS
Francisco García (Benimàmet, 1965) estudió geofísica en la antigua URSS y la practicó en Siberia, Crinea o Rusia central. Es el primer valenciano que ha utilizado un georadar y su máximo especialista en la Comunidad Valenciana desde que el rector Justo Nieto apostó para que la Universidad Politécnica de Valencia dispusiera de este instrumento. Es subdirector de la Escuela Técnica Superior de Ingeniería Geodésica, Cartográfica y Topográfíca, y desde Valencia a la Antártida realiza toda clase de estudios de ingeniería civil o patrimonio con esta interesante técnica de análisis no destructiva.
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