La mirada más elegante del erotismo
El fotógrafo Helmut Newton muere, a los 83 años, en Los Ángeles en un accidente de tráfico
La sexualidad de sus imágenes, en las páginas de Vogue o de Playboy, transgredieron el límite de lo permitido. Su muerte tuvo algo del glamour y la oscuridad de sus obras. Newton falleció al empotrar su Cadillac en un muro de Sunset Boulevard, a las puertas del lujoso hotel Chateau Marmont, donde solía pasar sus inviernos. Saliendo del parking, el vehículo aceleró de repente y perdió el control, explicó un portavoz de la policía de Los Ángeles. El fotógrafo fue transportado al hospital Cedars Sinai, donde murió. Ayer todavía se desconocían las causas del accidente.
La estética de Newton era inconfundible. Crudos contrastes de blanco y negro, sumisión, sadomasoquismo, prostitución, crimen, violencia y peligro, el fotógrafo veía a sus modelos atadas, amordazadas, encorsetadas, maniatadas, frías y, sobre todo, inalcanzables. "Era un gigante", dijo el fundador de Playboy, Hugh Hefner, "amplió los límites de la fotografía y ejerció una gran influencia sobre muchos otros fotógrafos". Ante su cámara desfilaron Catherine Deneuve, Faye Dunaway, Ralph Fiennes, Andy Warhol y Leni Riefenstahl entre muchos otros. ¿Arte o pornografía? La controversia empezó en los años setenta con la publicación de las fotos altamente eróticas de White women y, sobre todo, con la serie Big nudes, desnudos estilizados y provocativos. "A Helmut le gustaban chicas muy altas, muy rubias, en trajes impecables y tacones de aguja", comentó Anna Wintour en el New York Times, "le gustaba, sobre todo, ponerlas en situaciones perversas o atrevidas, besando a otras mujeres o esposadas". "El objetivo de mi fotografía es imponerme retos, ir más allá de lo que mi disciplina germánica y naturaleza teutónica me hubieran permitido", dijo Newton hace unos años a la revista Salon. "Las fotografías con desnudos y temas de sumisión han sido una forma para mí de transgredir mis propias ataduras". En el mismo artículo explicó su fascinación por sus modelos, "las mujeres tienen esa magnífica expresión cuando se observan a sí mismas. Se pierden en su propia imagen. Es fascinante verlo y fotografiarlo. Realmente me inspira mucho, física y mentalmente". El objetivo del fotógrafo, explicó, es "seducir, divertir y entretener". Helmut Neustaedter nació el 31 de octubre de 1920 en el seno de una familia judía acomodada de Berlín. En el colegio americano no demostró una gran inclinación por los estudios y con 16 años entró de aprendiz en el estudio fotográfico de Elsie Simon, entonces conocida como Yva, donde fue testigo de la llegada del nazismo. En 1938, sus padres deciden mandarle a China para alejarle de la locura de su tiempo, pero Newton se para en Singapur, donde empieza a trabajar para el Strait Times. A las pocas semanas, se lía con una mujer belga mucho mayor que él con la que vive una loca historia de amor. A principios de los años cuarenta emigra a Australia, país del que se hará ciudadano y donde cambiará su nombre a Newton. Allí contrae matrimonio con la actriz June Brunell, también conocida como Alice Springs, con la que ha seguido casado todos estos años. Pronto abre un pequeño estudio fotográfico en Melbourne, pero su auténtico despegue profesional ocurre en 1961 cuando empieza a trabajar para el Vogue francés. Le siguieron el Vogue americano, Playboy, Queen, Marie Claire, Elle, donde compartió páginas con Herb Ritts, Irving Penn y Richard Avedon. Colaboró muy especialmente con el diseñador Yves Saint Laurent, con el que compartía la misma visión de la mujer. Newton vivió una vida de dinero y lujo, entre París, Montecarlo y Hollywood. Su ritmo frenético y sus excesos le provocaron un ataque al corazón en 1971. Durante mucho tiempo su mayor fuente de inspiración fue su mujer, June, a quien en 1973 hizo posar vestida de Hitler con la modelo Jerry Hall, de Eva Braun. Newton reconoció que parte de su estética procedía de la propaganda nazi.
"Trato de ir más allá de lo que mi disciplina germánica me hubiera permitido"
"No he cambiado mucho mi técnica fotográfica desde que empecé", explicó a un diario canadiense el año pasado, "en los años treinta trabajaba con la luz del día en verano e iluminaba los retratos de mis novias con luces de 200 vatios. Ahora uso de 500". El pasado mes de octubre, el fotógrafo y su esposa donaron más de mil fotografías a la fundación de la cultura prusiana, en Berlín, que en junio abrirá un museo en su nombre. Su ciudad natal lloró ayer amargamente su desaparición. "Era un ciudadano del mundo que había viajado por todas partes pero en su corazón seguía siendo berlinés", dijo el canciller alemán, Gerhard Schröder.
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