Cuando el profesor se convierte en un ordenador
Especialistas en matemáticas piden más formación sobre nuevas tecnologías para los docentes
Deben los ordenadores cambiar la manera de enseñar matemáticas? ¿Hay que familiarizar a los alumnos con los programas, o éstos son más bien un obstáculo para aprender a razonar? Los expertos en didáctica de las matemáticas de varios países reunidos en el curso Matemáticas y nuevas tecnologías celebrado recientemente en la Fundación Ramón Areces, en Madrid, coincidieron en dos conclusiones. Una es que las nuevas tecnologías en la enseñanza de las matemáticas son siempre un instrumento más y nunca deben desplazar al auténtico protagonista, el alumno; la otra es que la formación del profesorado es fundamental para sacar partido de esta herramienta didáctica.
Los programas para aprender determinadas áreas de la matemática, como geometría, se emplean cada vez más en los sistemas educativos, incluido el español, explica Miguel de Guzmán, catedrático de la Universidad Complutense de Madrid y coordinador del curso. Sin embargo su grado de introducción no es el mismo en todos los países.
En el Reino Unido, por ejemplo, "casi todos los colegios están conectados a Internet y todos tiene ordenadores. Y en clase de matemáticas, las computadoras se usan tanto en primaria como en secundaria", explica John Monaghan, de la Universidad de Leeds (Reino Unido). Así, muchos niños británicos de primaria aprenden con programas-juego del estilo de ¿Quiere ser millonario?, pero con preguntas sobre matemáticas. En cambio, en Francia, los ordenadores son sólo para secundaria; las autoridades educativas recomiendan su uso para geometría o álgebra, pero de forma "reflexiva", explicó Jean-Baptiste Lagrange, del Centro de Reims, en Francia. En Alemania y Austria, la situación varía por regiones, según contó el austriaco Bernhard Kutzler: "Mientras en Bavaria se envió una carta a los profesores de matemáticas diciendo que se prohibía el uso de toda herramienta que estuviera programada, en otras zonas se hace un uso compulsivo de las calculadoras".
¿Cuál debe ser la postura correcta? "En general, estamos muy a favor del cambio", dice De Guzmán, "pero lo que más llama la atención es que todos los expertos han insistido en que hay que pensarlo bien, porque puede hacer daño". ¿Qué tipo de daño? "Por ejemplo, el insistir demasiado en la tecnología, en el instrumento, cuando lo importante es aprender matemáticas. Los ordenadores pueden facilitar el camino, pero también estorbar", añade.
Antonio Quesada, que ejerce como profesor en la Universidad de Akron (EE UU), considera que la invasión de las nuevas tecnologías en todos los ámbitos de la vida obligan sin duda "a cambiar nuestra manera de enseñar" y también los contenidos, entre otras cosas porque ordenadores es lo que encontrarán los alumnos cuando intenten acceder al mercado laboral. Kutzler tampoco duda de que "la tecnología es una buena herramienta para mejorar la enseñanza"; sus experimentos demuestran que, bien empleadas, pueden llevar a un aprendizaje más creativo.
Sin embargo, Kutzler admite "ponerse nervioso" cuando se habla de una enseñanza demasiado tecnológica. La tecnología "está ahí para recordarnos que debemos cambiar los contenidos y los métodos para conseguir que, en el futuro, esa tecnología no resuelva más del 20% de los problemas que ponemos". Es decir, se trata de fomentar en los alumnos habilidades "no tecnológicas". Y es que, en opinión de este experto, "lo más importante sigue siendo el profesor. Los ordenadores y las calculdoras no son ni buenas ni malas, todo depende del uso que el profesor haga de ellas". De ahí la "enorme importancia" de la formación de los docentes en este campo.
Su colega Bruno Buchberger, de la Universidad Johannes Kepler en Linz (Austria) está de acuerdo: "Las nuevas tecnologías son al mismo tiempo el resultado de la evolución de las matemáticas, y también el motor de esa evolución. Nuestra educación debe ser cambiante, evolucionar con la tecnología". Pero tampoco hay que olvidar que lo importante es "pensar, inventar nociones, teoremas, ser creativo... Y los buenos estudiantes siguen hoy siendo los mismos: los que preguntan por qué". También lo dijo John Olive, de la Universidad de Georgia (EE UU): "Si la tecnología se convierte en el profesor habremos perdido la batalla".
Kutzler cerró su charla haciendo una distinción entre profesores Don Juan y Casanova. Para el primero, "lo importante es él mismo y el currículo, independientemente de qué estudiantes tenga enfrente"; para el segundo, "lo primero son los alumnos, lo segundo las matemáticas y lo tercero la tecnología". Lo ideal, dijo, es que todos fueran Casanova.
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