Miquel Oliver, decano de Magisterio: “Los alumnos llegan cada vez con más carencias en lengua y matemáticas”
El responsable de la Facultad de Educación de Baleares implantó hace cuatro años un examen especial para entrar a las carreras de maestro. Ahora se estudia extenderlo a toda España
![Miquel Oliver, decano de Magisterio](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/TOUGF4C7CVA5ZFWYACKMJAL3FI.jpg?auth=d34ce3670e3d64db83829dfbd1c63e7f8e53943a0299670e1c35e2ab8b40f185&width=414)
![Ignacio Zafra](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/https%3A%2F%2Fs3.amazonaws.com%2Farc-authors%2Fprisa%2F4d89325c-7f93-4b69-b7eb-b1b3b272c02d.jpg?auth=eb0419eecf558bcf53cd5f7086dca9762dfd83c9619fba0f80a50674db2f041f&width=100&height=100&smart=true)
Miquel Oliver estudió Magisterio, fue maestro, hizo después Pedagogía, trabajó en la administración educativa y en la universidad hasta convertirse en decano de la Facultad de Educación de la Universidad de las Islas Baleares. Allí, en 2021, puso en marcha una prueba de acceso especial para quienes quieren formarse como maestros de infantil y primaria similar a la que el Ministerio de Educación negocia ahora con los sindicatos implantar en toda España. Para diseñar la prueba balear, el decano y su equipo revisaron más de 200 artículos publicados en revistas especializadas y observaron de primera mano cómo funcionaban en otros sitios, como Finlandia y Cataluña ―comunidad que la implantó la década pasada, aunque solo mide conocimientos cognitivos―. Oliver, nacido en Palma hace 66 años, un hombre tranquilo y afable, contesta a la entrevista desde casa por videollamada, utilizando un filtro que difumina el fondo de la estancia en la que se aprecian, sin embargo, unas estanterías ordenadas y unas robustas vigas de madera.
Pregunta. ¿En qué consiste su prueba?
Respuesta. No podemos pedir que los aspirantes tengan ya competencias para ser docentes, porque eso lo adquirirán en la carrera. Pero sí se pueden detectar unos atributos básicos que inducen a pensar quiénes serán los mejores candidatos. Dichos atributos son tanto cognitivos como no cognitivos, que evaluamos en dos fases. La primera fase consiste en una prueba escrita que consta de una parte de competencia comunicativa y razonamiento crítico, y otra de competencia lógico-matemática.
P. Es decir, ¿una parte de lengua y otra de matemáticas?
R. Sí, y deben aprobarse ambas, porque no compensan entre sí.
P. ¿El nivel que se les pide es equivalente a Bachillerato, a cuarto de la ESO o a qué?
R. Hay muchas competencias que son de primaria, lo que pasa es que es un examen muy competencial. Pero se les pide un nivel muy básico, que teóricamente, si todo fuera bien, tendrían que aprobar todos. Quienes la superan pasan a la segunda fase, que es oral y mezcla atributos cognitivos y no cognitivos.
P. ¿Cómo es esta segunda fase?
R. Consta, por un lado, de una entrevista grupal, en la que participan seis estudiantes. Nos permite detectar la competencia de comunicación oral, que es un elemento más bien cognitivo. Pero también la capacidad de comunicar colectivamente, afrontando un caso práctico relacionado con la educación, en el que deben respetar a sus compañeros, construir a partir de lo que dicen los demás… Esto nos sirve para observar muy bien las llamadas habilidades blandas, habilidades sociales o interpersonales, que parten de creencias previas, de motivaciones, etcétera. Previamente les pedimos que nos envíen un vídeo de presentación o motivación, en el que expliquen por qué quieren ser maestros. Y es curioso porque en esta videopresentación hay mucha información. Los jóvenes, actualmente, son muy sinceros, y hay vídeos de todo tipo.
P. ¿Cuántos aprueban el conjunto de la prueba?
R. En 2021 lo hizo el 84,3%. En 2022, el 75%. En 2023, el 66%. Y el año pasado, el 68,1%.
P. Los aprobados han ido cayendo. ¿Cree que ha influido la pandemia?
R. No hemos investigado lo suficiente para decirlo, pero lo cierto es que la primera vez suspendieron relativamente pocos y estos últimos años suspende aproximadamente uno de cada tres. La prueba, por otra parte, nos da mucha información sobre los estudiantes que aspiran a estudiar carreras de Educación. Vamos teniendo datos sobre cuáles son sus puntos débiles, y podremos trabajar al respecto con el profesorado de instituto y de primaria, porque lo que queremos es mejorarlo todo. Este año, además, que acaba la carrera la primera promoción que hizo la prueba, les haremos otra para hacer un análisis comparativo.
![Miquel Oliver, en una sala de estudio de la Universidad de las Islas Baleares.](https://imagenes.elpais.com/resizer/v2/4EFVWDRIL5BAJIRIY724UBZ32E.jpg?auth=233c076a341f18f4bc4fe67b0a5c4d855c75095bfee92df042108184ed97d3c0&width=414)
P. La nota de corte para entrar en Magisterio nunca ha sido muy alta. ¿Ha influido la prueba en la de su facultad?
R. Sí, porque el alumnado que pasa la prueba de acceso se coloca en orden en función de su nota de la Selectividad. Y esa nota de corte ha pasado de un 6,4 a un 7,9 [en Medicina, una de las carreras con mayor nota de corte, supera el 12], lo que supone un 19% más. Toda la investigación coincide en que una de las cosas más importantes de las pruebas de acceso es el efecto disuasorio. Hacen que el alumnado, influido también por sus familias y los orientadores, se tenga que plantear si realmente quieren estudiar Magisterio, si es su carrera. Tener que hacer el esfuerzo de presentarse a la prueba, ir a una entrevista oral, ya descarta a mucha gente que no está realmente motivada, ya nos hace una primera selección. Hemos pasado de 600 solicitudes de primera preferencia a 488. Y todos los estudiantes que entran ahora en las carreras de maestro las han solicitado como primera opción. En Mallorca, que es donde tenemos el grueso de la oferta, tenemos 100 plazas de Infantil, 150 de Primaria y 30 en el doble grado de Infantil y Primaria.
P. ¿Ha mejorado el desempeño del alumnado en la carrera?
R. Tenemos en marcha una investigación, todavía no hay conclusiones, pero, he de ser sincero, el alumnado llega a la universidad con problemas. Tenemos cada vez más carencias en las asignaturas instrumentales, matemáticas y lengua, y en determinados posicionamientos ante los conocimientos. ¿Por qué? Bueno, porque la sociedad está cambiando, tenemos que ser realistas. Dentro de esas dificultades, sin embargo, creemos que con estas pruebas estamos revalorizando la profesión docente. Y eso lo notamos en los institutos, en el interés de estudiantes y familias, y en los planteamientos de los orientadores. Al mismo tiempo creemos que la prueba, por sí sola, no es suficiente. Ha de ir acompañada por otras medidas, que, sin embargo, también ayuda a impulsar. La universidad y nosotros como docentes tenemos que mejorar. Hemos de coordinarnos más, trabajar más las competencias transversales, transmitir conjuntamente al alumnado desde todas las asignaturas la imagen de qué es un maestro y las competencias que debe tener. Que entre ellas debe estar, por ejemplo, la competencia investigadora o la de trabajar como miembro de un equipo docente. Y debemos trabajar más estrechamente con los docentes en activo. En los tribunales de nuestras pruebas de acceso siempre hay un docente en activo y un profesor de universidad.
P. ¿No cree que su alumnado haya mejorado académicamente con la prueba?
R. Es difícil decirlo, podré hacerlo cuando tenga números. La impresión, en todo caso, es que sí hay más motivación y más implicación. Y, académicamente, creo que sin la prueba sería mucho peor. Esa es mi intuición. Las pruebas, además, según dice también la literatura, también permiten detectar banderas rojas, personas que no es conveniente que hagan estas carreras. No es conveniente ni siquiera para ellos, porque lo pasarán mal.
P. Ustedes también imparten el máster para ser profesor de secundaria. ¿Cree que también necesita una prueba de acceso similar?
R. Sí, estoy convencido, y lo tenemos en cartera.
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