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Reportaje:

Kirchner resucita el tren

El Gobierno argentino emprende una recuperación urgente de la extensa red ferroviaria nacional, que lleva una década sumida en el abandono

Alejandro Rebossio

Una de las pocas promesas electorales del presidente Néstor Kirchner en su campaña a la Casa Rosada está cumpliéndose: desde que comenzó su Gobierno, hace más de seis meses, ha puesto en marcha un plan de recuperación de la vasta red de ferrocarriles de Argentina, que sufrían 10 años de deterioro de infraestructuras y que habían cerrado múltiples líneas.

La mayoría de los trenes dejó de circular porque el Gobierno de Carlos Menem (1989-1999) decidió cerrar los servicios que no fueran rentables.
El Gobierno ha destinado unos 83 millones de euros en 2004 para su plan ferroviario y está negociando con Renfe la compra de vagones
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La mayoría de los trenes, sobre todo los de pasajeros, había dejado de circular por este país, uno de los 10 más extensos del planeta, porque el Gobierno de Carlos Menem (1989-1999) decidió cerrar los servicios que no fueran rentables. A las malas gestiones y la decadencia del servicio en los años setenta y ochenta le sucedieron 10 años de abandono que degeneraron en vías en mal estado y locomotoras y vagones casi obsoletos. El plan ferrovial de Kirchner hace frente, pues, a la necesidad de modernización en tiempos de escasez de recursos fiscales y de suspensión de pagos de la deuda pública.

El Gobierno de Kirchner se ha fijado un programa de recuperación del tren para sus cuatro años y medio de Gobierno. En ese periodo planea triplicar la carga que transportan y unir las principales ciudades con Buenos Aires. La economía argentina se recuperó en 2003 más del 7%, tras cuatro años de crisis, y buena parte de la reactivación se ha originado en las provincias, sobre la base de marcas históricas de cosechas y algo de producción ganadera, minera e industrial.

Todas esas economías regionales, que por una cuestión de costes fueron perdedoras de la economía dolarizada de los años noventa y son ganadoras de la devaluación de 2002, necesitan trasladar sus productos a los centros de consumo o de exportación y el transporte por carretera está saturado, deteriorado o cuesta demasiado.

"La ampliación del servicio ferroviario d mercancías atenderá a una demanda que genera la recuperación argentina", explica el secretario de Transporte, Ricardo Jaime. En 2003 ya aumentó el 21%, a más de 20 millones de toneladas, un nivel inédito en tres decenios. "La rehabilitación del servicio de pasajeros apunta a volver a ofrecer un transporte masivo con alto impacto social", añade Jaime, que anhela recuperar en cuatro años parte, pero no toda, la calidad del servicio antiguo.

La red argentina fue trazada a finales del siglo XIX, en respuesta al modelo de país exportador de grano y carne diseñado entonces, y llegó a contar con 35.000 kilómetros de vías. En los años cuarenta, el presidente Perón nacionalizó el tren y treinta años después comenzó su decadencia. Menem, peronista que abrazó el neoliberalismo, decidió acabar con un servicio que generaba un déficit de un millón de dólares diarios. Cerró casi todos los ferrocarriles de pasajeros y entregó en concesión algunos trenes de mercancías.

El Estado debió seguir subvencionando a los concesionarios, que sólo invirtieron el 40% de lo comprometido. Los convoyes dejaron de pasar por pueblos que comenzaron a morir. También perdieron una vía de comercialización ciertas producciones. Kirchner, otro presidente peronista que reniega del mote de progresista, intenta revertir el panorama. Su Gobierno ya ha recibido críticas porque aún no sancionó a los concesionarios incumplidores, mientras sigue subvencionándolos y sus contratos están en pleno proceso de negociación, al igual que todas las privatizaciones y concesiones de los años noventa.

El Gobierno incluyó en el presupuesto de 2004 unos 83 millones de euros para su plan ferroviario. Además, ha pedido un crédito al Banco Mundial. En un contexto de austeridad fiscal, necesita fondos para reparar unas vías por las que los trenes circulan a 50 kilómetros por hora, e incluso a 20 en algunos tramos. Antes del abandono, los rieles permitían alcanzar los 100 kilómetros por hora. También se necesitan recursos para poner en marcha los talleres de construcción y reparación de locomotoras y vagones. Uno de ellos acaba de entregarse en concesión por dos años a la francesa Alstom. Otros pesos irán para la compra de vagones, como los que el Estado está negociando incorporar con la española Renfe.

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