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Reportaje:

El arte de reciclar

La diseñadora finlandesa Tytti Thusberg expone en Ordizia piezas de ropa elaboradas con materiales de desecho

La piel de naranja puede dar mucho juego. Y si no, que se lo pregunten a la diseñadora de moda finlandesa Tytti Thusberg (Mikkeli, 1969), quien ha salvado de la basura decenas de mondas de este cítrico para crear un ceñido vestido. Una original pieza que alude a esa otra piel de naranja, la celulitis, y con la que la artista censura el excesivo culto al cuerpo y deja claro que todo el mundo está abocado a envejecer.

Este modelo es sólo un ejemplo de la curiosa colección de ropa creada por Thusberg a partir de materiales de desecho del hogar y los hospitales, que se puede ver en la Casa de Cultura Barrena, en Ordizia, hasta el próximo 30 de enero. Bajo el título Modales, la exposición supone un canto al reciclaje y una mirada crítica sobre la industria de la moda y los cánones de mujer ideal.

"La moda cambia con mucha velocidad, el ciclo es muy rápido, llegan nuevos modelos constantemente. Es usar y tirar, porque enseguida se impone otro movimiento", apunta la diseñadora finlandesa, afincada desde hace siete años en el País Vasco, adonde llegó con una beca de arte. "La industria, las tiendas, quieren vender, es lógico, lo entiendo", comenta. Sin embargo, ella, centrada en la expresión artística de la moda, no comparte esta dinámica, que no lleva sino a "un excesivo y para nada ecológico consumo de materiales".

Así que Thusberg empezó hace unos años a reciclar y experimentar con muchos de los materiales que pasan cada día por nuestras manos en casa y que, por lo general, acaban en el cubo de la basura, desde tapas de yogur hasta trapos para limpiar el polvo. La lista incluye mallas que un día dieron cobijo a patatas y que hoy se han reconvertido en el vestido sin mangas y escasa largura bautizado Red, un juego de palabras e ideas con el que la artista alerta de la trampa que supone a veces el mundo de la moda. O estropajos que dan forma a una escotada camiseta que se presenta como Autodefensa. O plumas de antiguos plumeros, convertidas en un tejido que quiere criticar el uso de las pieles de animales para la confección de prendas de vestir.

"Para mí no tiene sentido hacer un vestido o una escultura si no tiene un contexto, un sentido, un por qué", subraya la diseñadora. Ese afán de reflexión no choca, en cualquier caso, con el sentido del humor, que la artista trata de volcar en sus instalaciones. Como en Sexo, mentiras y cintas de vídeo, un elegante vestido de fiesta hecho con medias y cintas magnéticas de casette y vídeo. Aquí el guiño se dirige a los caros modelos de la llamada alta costura que desfilan por las pasarelas y que no siempre son ponibles. "Es una pieza en plan de alta costura, pero en materiales baratos", ironiza Thusberg.

La joven finlandesa se sirve incluso de experiencias personales. La enfermedad de un familiar le obligó a visitar el hospital con frecuencia, y allí encontró materiales interesantes para reciclar. Las mascarillas de quirófano se han convertido en el corpiño Barrera, que asfixia el cuerpo femenino y las vendas de gasa y yeso, en el vestido de novia Hasta que la muerte nos separe, con el que aborda el tema de los malos tratos. No faltan en la muestra los vestidos, chaquetas y chalecos de lana cardada, a la que Thusberg va dando forma con jabón y agua, un método que le ha valido varios premios.

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