Órdago en Irán
La decisión del Consejo de los Guardianes de la Constitución de Irán de rechazar a cientos de candidatos reformistas a las elecciones legislativas del 20 de febrero constituye un golpe de Estado encubierto por parte de los ultraconservadores
del régimen fundamentalista encabezado por el "líder supremo", el ayatolá Alí Jamenei. Aprovechando la convulsión causada por el terremoto geológico de Bam y el geopolítico de la guerra de Irak, el veto de los ultras abre una crisis política. No es seguro quién la va ganar. Si el presidente reformista, Mohamed Jatamí, sale de su estupor y reacciona, puede tornar la situación en su favor. De otro modo, quedará políticamente inerte.
Jamenei, que, como en otras ocasiones, se reserva la última palabra, controla totalmente el citado Consejo. La mitad de sus doce miembros son escogidos por el líder espiritual entre los altos rangos clericales, y la otra mitad, por el Parlamento a propuesta de un Poder Judicial dominado tamnién por Jamenei. Todo atado y bien atado. El Parlamento, convertido en una de las pocas esferas públicas abiertas al diálogo, se ve sometido así a la guillotina del Consejo, que en uso de sus competencias ya venía vetando las leyes más aperturistas aprobadas por los diputados.
Jatamí, por su parte, atraviesa un momento de debilidad, no se sabe si transitoria o definitiva. En un país en el que dos terceras partes de la población nació después de la revolución jomeinista de 1979, Jatamí, reelegido en 2001 por un 77% de los votantes, ha decepcionado a sus seguidores al no ser capaz de impulsar las reformas prometidas. Entre los vetados por el Consejo para las elecciones de febrero figuran 80 de los 290 parlamentarios actuales, incluido un hermano de Jatamí, vicepresidente de la Cámara, y una nieta de Jomeini. Una docena de ministros dimitieron ayer para forzar al presidente a actuar.
El alto representante europeo, Javier Solana, de visita ayer en Teherán, consideró que el regreso de los ultraconservadores al poder devolvería el difícil diálogo de la UE con Irán a su casilla de inicio. Jamenei, sin embargo, sabe que la prioridad de Europa y de EE UU está en lograr que Irán se comprometa plenamente con la no proliferación nuclear y con la estabilización de un Irak de mayoría shií. Pero lo que está realmente en juego es la posibilidad de convertir a Irán en el primer régimen posislamista y democrático.
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