Elogio de una figura excepcional
La muerte de Norberto Bobbio, una de las figuras más representativas de la cultura ilustrada italiana y europea, que desborda en su influencia cualquier frontera, obliga a un ejercicio intelectual de memoria, para transmitir a quienes no tienen esas vivencias el perfil humano, científico y académico de un profesor universitario ejemplar. Cuando a partir del final de los años sesenta y hasta hace pocos meses frecuenté la casa del número 66 de la vía Sacchi, de Turín, siempre experimenté la misma sensación. Los libros desbordaban el despacho y otras habitaciones de la casa y se extendían por los pasillos, ocupando todos los espacios posibles. La austeridad de vida de Valeria y Norberto y la amable acogida, siempre preguntando por los amigos y los colegas y siempre ofreciendo un café o un té y el último libro o el último artículo con una afectuosa dedicatoria, eran los signos de la dignidad de su condición humana y universitaria. Si quisiera hacer una semblanza personal, con la experiencia de una relación larga e intensa durante muchos años, ocuparía páginas y páginas y se pondría de relieve mi respeto, mi afecto y mi admiración justificada por la plenitud de su vida y de su obra. No hay tiempo ni espacio, y por eso tengo que sintetizar su pensamiento y su talante. Bobbio era un ilustrado, un liberal-socialista, un moderado, un laico y un hombre de izquierdas. Científicamente fue fiel en la mayor parte de su vida al método analítico, un positivista abierto a las reflexiones éticas para la política y para el Derecho. Admirador de Hobbes, de Kant y Kelsen, es un filósofo del Derecho abierto a la historia que no agota su pensamiento en un conceptualismo abstracto.
Es también un "pesimista biológico" y un "autocrítico feroz". Acepta en su análisis de las aportaciones que hicimos al homenaje de la Carlos III, que tuvo lugar en el verano de 1992 en Santander, estos apelativos porque "Peces-Barba me conoce muy bien". Él añade otros calificativos para sí mismo, situándose, dice, en "el bando de los nunca contentos". Será "un hombre de la duda". Lo será en su trabajo académico y científico, y también en lo que atañe a su vida personal.
Su primera etapa académica hasta 1972 se dedica fundamentalmente a la Filosofía del Derecho desde 1935, aunque desde 1962 ya simultaneaba esas enseñanzas con las de Filosofía y Ciencia Política. Publicará artículos importantes luego convertidos en colecciones de ensayos, y también manuales que exceden por su valor de la consideración de tales. Entre los primeros, Iusnaturalismo y positivismo político, Estudios sobre una teoría del Derecho y De la estructura a la función. Entre los manuales, sobre todos, La teoría de la norma jurídica, Teoría del ordenamiento jurídico y El positivismo jurídico. Una profesora italiana, Patrizia Borsellino, identifica en 185 títulos la obra total de Bobbio en ese campo. Sobre su filosofía del derecho está en castellano la excelente obra del profesor Alfonso Ruiz Miguel: La filosofía del derecho de Norberto Bobbio.
En los últimos años de su vida, tras la jubilación de su amigo Alejandro Passerin d'Entreves, pasará desde la Facultad de Derecho a la de Ciencias Políticas, y allí continuará su esfuerzo docente e investigador. En el campo de la historia y la filosofía política aportará obras muy relevantes, como Política y cultura, 1955; ¿Qué socialismo?, 1976; El problema de la guerra y los caminos de la paz, 1979; El futuro de la democracia, 1984, y, a caballo entre la reflexión política y jurídica, El tiempo de los derechos (1998), en cuyo trabajo introductorio realizaba un diálogo interesante y fructífero con mi propia obra. Derecha e izquierda representará un gran éxito (1994), con una segunda edición ampliada en 1999. Desde la distinción entre moderación y extremismo, construirá en esta obra las posiciones democráticas, de derechas, posiciones liberales pero antiigualitarias, y de izquierdas, liberales e igualitarias. Frente a esas tesis moderadas que se identificaban desde el valor libertad y, en su caso, desde la igualdad presentará las posiciones radicales, que eran siempre antiliberales y en su caso desigualitarias, los fascismos, y en otro igualitarias, el leninismo. Quizá el enorme éxito de esta pequeña obra esté en la capacidad analítica para encontrar razones para justificar el valor actual de la distinción entre derecha e izquierda y para justificar su preferencia por la segunda. En la filosofía política, la obra de Bobbio es muy estudiada y sólo me referiré entre los trabajos más relevantes a dos, los que se incluyen en el número extraordinario de la revista Teoría Política, que dirige Luigi Bonanate, y la tesis doctoral de Andrea Greppi, que se publicó con el título de Teoría e ideología en el pensamiento político de Norberto Bobbio, con un prólogo del propio Bobbio, muy elogioso para la obra.
La filosofía jurídica y política de Bobbio es muy conocida en España e Iberoamérica en los círculos académicos, y también en otros más amplios. En España se pueden señalar su influencia y el interés por estudiarle y presentarle ante los lectores españoles en autores como Elías Díaz, Alfonso Ruiz Miguel, Antonio Pérez Luño, Luis Prieto, Javier de Lucas, Eusebio Fernández, Rafael de Asís, Javier Ansuátegui, Liborio Hierro, Andrea Greppi o Rodríguez Uribes, entre otros muchos. La obra sobre la figura y el pensamiento de Norberto Bobbio (edición de Ángel Llamas que recoge el seminario de Santander de 1992) es un signo de ese interés. En Iberoamérica se debe señalar el amplio estudio del profesor Squella, que describe el panorama de la influencia de Bobbio en países como México, Brasil, Argentina, Chile, Uruguay, Paraguay, Perú o Colombia. Figuras como la del propio Squella, Fernández Santillán, César Cansino, Genaro Carrió, Hernesto Garzón Valdés, Miguel Reale, Celso Lafer, Rojo Acuña o Roque Carrión, entre otros, expresan en su propia obra esta influencia.
Pero Bobbio, siempre distanciado y analítico a lo largo de su trayectoria académica, en las últimas obras reflexiona más sobre sí mismo, sobre su mundo de valores, y sobre sus posiciones ante la vida, el pensamiento y la historia. Como dice el profesor Rafael de Asís en su prólogo a Elogio de la templanza, en el año 1997 destacará su defensa de la dignidad y de los derechos humanos no sólo científicamente, sino también personalmente. Se confiesa nervioso y habla de la fragilidad de sus nervios, que duda de sí mismo, que busca estar en paz con los demás al no haber estado nunca en paz consigo mismo, que se considera tolerante y hombre de diálogo y siempre con una gran curiosidad por saber, siempre desde la tolerancia. En esa apertura hacia las confesiones personales, especialmente en De senectute, hace alguna reflexión interesante: "De mi muerte pueden hablar sólo los otros... Sólo yo no puedo contar mi muerte. Mi muerte es imprevisible para todos, mas para mí es también indecible". Sin embargo, sostendrá que "la vida no puede ser pensada sin la muerte... La muerte tomada en serio es el final de la vida, el final último, un final tras el cual no hay un nuevo principio... Tomar en serio la vida significa aceptar firme y rigurosamente, lo más serenamente posible, su finitud... Mi muerte es el final de mí y sólo ella es un final absoluto". No hay zozobra ni angustia en esas palabras. Hay una tranquilidad que sólo da el vivir una vida plena, aunque sólo haya llegado "a los pies del árbol del saber". Será tajante al afirmar que las satisfacciones más duraderas de su vida "provinieron de mi vida de relación, de los maestros que me educaron, de las personas que amé y me amaron, de cuantos siempre han estado a mi lado y ahora me acompañan en la última vuelta del camino". También en eso, para nosotros, Bobbio es un maestro.
Gregorio Peces-Barba Martínez es catedrático de Filosofía del Derecho y rector de la Universidad Carlos III de Madrid.
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