Bush arranca su campaña electoral con la promesa de una misión tripulada a Marte
El vicepresidente, Dick Cheney, prepara una reformulación de la política espacial
Metido ya en la campaña para la reelección, el presidente, George W. Bush, anunciará la próxima semana la reactivación de la carrera espacial, que incluye la construcción de una base científica en la Luna y utilizarla después para enviar una expedición tripulada a Marte. Bush quiere concretar la visión, que adelantó el 17 de diciembre en el centenario del primer vuelo de la historia, para dar respuesta a los desafíos del siglo XXI, reforzar el liderazgo espacial de EE UU y el intento personal de no pasar sólo a la historia de su país como el presidente que ordenó las guerras de Afganistán e Irak.
Según Scott McClellan, portavoz de la Casa Banca, "lo que el presidente hará es ordenar una revisión global de la política espacial, destacando las prioridades y el futuro de los programas", sin dar demasiados detalles. Después de varias semanas de insistentes rumores, el portavoz confirmó la noticia y reiteró que el presidente tenía "enorme interés" en el programa espacial.
Desde hace seis meses, un grupo de expertos, a cuyo frente está el vicepresidente, Dick Cheney, prepara la reformulación de la política de la NASA, en crisis desde la tragedia del transbordador Columbia, que se desintegró en su regreso a la Tierra el 1 de febrero, accidente en el murieron siete astronautas. Lo que el presidente expondrá la próxima semana será el resultado de esos trabajos y algo más ambicioso: una nueva visión global de por qué y para qué Estados Unidos quiere seguir estando a la cabeza de la exploración espacial, algo que no se ha formulado seriamente y con metas ambiciosas en los últimos 30 años.
Un aspecto complicado para los planes presidenciales es el estado de la economía: con un déficit presupuestario y comercial de proporciones gigantescas, que se extenderá a lo largo de la próxima década, según los cálculos de la Oficina Presupuestaria del Congreso, y con una política de recorte de impuestos que el presidente Bush trata de convertir en definitiva también por razones electorales, los recursos necesarios para la costosa exploración espacial serán difíciles de obtener. "No se trata de algo precisamente barato", aseguró el almirante retirado Harold W. Gehman, presidente de la Comisión de Investigación del accidente de la nave Columbia.
La NASA, cuyo robot Spirit lleva casi una semana enviando imágenes del planeta rojo, dispone actualmente de un presupuesto de 15.000 millones de dólares anuales (unos 12.000 millones de euros), que se quedarían más que cortos en caso de que se plantease seriamente el envío de una misión tripulada a Marte.
En palabras de Ralph Hall, uno de los congresistas que siguen los asuntos científicos en la Cámara de Representantes, "en los últimos dos años y medio he tenido la impresión de que el único viaje posible era a la tienda de la esquina y no a la Luna, debido a la economía". Pero, añadió el congresista, "las cosas están cambiando y necesitamos volver al espacio". La última vez que un estadounidense pisó la Luna fue hace 30 años.
Varios expertos matizaron ayer que el anuncio de Bush sería general y a largo plazo, con lo que evitaría comprometer cantidades económicas ahora mismo. Las fuentes que el jueves por la noche adelantaron los planes de la próxima semana no entraron en detalles, ni económicos ni científicos. Douglas Osheroff, un experto de la Universidad de Stanford, señaló a la agencia Associated Press que "por lo menos serían necesarios 30 años" antes de disponer de la tecnología necesaria para poder enviar a alguien al planeta rojo.
Kennedy y Bush padre
The New York Times recordaba ayer a los dos presidentes cuya carrera quedó marcada por la carrera al espacio: John F. Kennedy dijo a la nación en 1961 que enviaría a un hombre a la Luna en menos de una década -el alunizaje se produjo en 1969-, y en 1989, George Bush padre propuso establecer una base en la Luna y, con ello, abrir una presencia permanente en el espacio, así como enviar una expedición a Marte, aunque todo quedó en nada, entre otros motivos por los enormes costes que implicaba el proyecto.
En todo caso, Bush está decidido a ocupar el escenario político al máximo. Igual que esta semana ha lanzado su iniciativa para cambiar las leyes de inmigración y abrir un proceso de legalización de millones de indocumentados, la próxima le toca el turno al espacio.
El objetivo es doble: explotar, aunque sea pura retórica, la imagen de estadista y líder que propone grandes tareas a los estadounidenses, objetivos que les unen y que tienen grandeza y horizonte, y dejar a los demócratas, mientras tanto, en la lucha política, peleándose por los votos del inminente caucus de Iowa, la primera cita -dentro de 10 días- para decidir quién será el aspirante a enfrentarse a Bush en las presidenciales del 2 de noviembre.
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