El Madrid gana entre silbidos
Un gol de Raúl alivia la decepcionante actuación del conjunto blanco ante un meritorio Murcia
El Madrid ganó entre los silbidos de su gente, que no se resignó al decepcionante partido de su equipo. Bastó un temprano gol de Raúl, una hormiguita en el área. Los ha marcado de todos los colores, y han sido muchos. Con 164 tantos iguala a Hugo Sánchez en el tercer puesto de la lista de goleadores del Madrid en la Liga, lo que indica la clase de delantero que es Raúl, uno que descansa en el área. Esta vez aprovechó un imprevisto cabezazo de Ronaldo en el segundo palo. Un remate sencillo que tuvo su importancia.
El Madrid comenzó en ese instante un viaje a la mediocridad. De los lujos de Zidane y Roberto Carlos, se pasó a la crecida del Murcia, que apretó en la segunda parte. Fue meritoria su actuación. No le faltó buena letra a su fútbol y abundaron los remates. Dos estuvieron a punto de darle el empate: un disparo cruzado de Richi y un tremendo tiro libre de Luis García cuando la hinchada del Madrid no reparaba en gastos para abuchear a algunos futbolistas. Roberto Carlos, un favorito de la afición, no se libró de la bronca. Se equivocó tanto, y tan a menudo, que se convirtió en el primer representante del pésimo juego del Madrid.
REAL MADRID 1 - MURCIA 0
Real Madrid: Casillas; Salgado, Pavón, Raúl Bravo, Roberto Carlos; Figo, Beckham (Guti, m. 80), Helguera, Zidane (Solari, m. 46); Raúl y Ronaldo (Portillo, m. 86).
Real Murcia: Bonano; Juanma, Cuadrado, Loeschbor, Clavero; Acciari, Jensen; Luis García, Richi (Gancedo, m. 64) Míchel (Quintana, m. 64); y David Karanka.
El gol: 1-0. M. 8. Centro de Figo, cerrado y pasado al segundo palo, Ronaldo salta más que Juanma y cabecea al centro del área pequeña, donde Raúl, en la línea de gol, mete el pie y desvía con habilidad.
Árbitro: Teixeira. Amonestó a Helguera, Loeschbor, Pavón, Guti y Solari.
Casi lleno en el Bernabéu, 75.000 espectadores.
El Murcia tuvo grandeza; han pasado los tiempos en que equipos así se blindaban en su área
El Madrid juega contra las expectativas que levanta. Son inmensas, desde luego. Un vistazo al equipo produce una impresión cercana al vértigo. No conviene desestimar la respuesta de las estrellas: el Madrid encabeza la clasificación, con un porcentaje altísimo de puntos. Todos los partidos en Chamartín se cuentan por victorias y fuera de su estadio el rendimiento es notable. No cede un punto desde noviembre, después de enfrentarse al Barça y al Deportivo, entre otros. Sin embargo, el nivel de exigencia es el que se ha puesto el mismo club. No se puede fichar a Ronaldo, Figo, Zidane y Beckham, y no esperar un fútbol sublime. Y no hubo fútbol menos sublime que el desplegado frente al Murcia, equipo que representa lo mejor de la Liga española. Por precaria que sea su situación en el campeonato y por escasos que sean sus recursos económicos, el Murcia jugó un buen partido. Tuvo criterio con la pelota y puso al Madrid en evidentes dificultades. Eso habla de algo parecido a la grandeza. Han pasado los tiempos en que equipos como el Murcia se blindaban en su área en sacrificados ejercicios que servían para poco.
Por sorprendente que parezca, a la vista de las protestas de los aficionados y del tenaz ataque del Murcia, el Madrid multiplicó por cinco las claras ocasiones de su adversario. Para eso se las pinta. Un cabezazo de Raúl, un tiro de Beckham sin oposición, un remate cruzado de Ronaldo que se escapó por una cuarta, los cabezazos de Raúl y Ronaldo en el segundo tiempo, un remate de Beckham tras una elegante carrera, una excelente intervención de Bonano tras un tiro de Ronaldo, tres disparos de Solari... Desde esa perspectiva, el Madrid estuvo al borde del gol muchas más veces que el Murcia. Pero le faltó fútbol, o algo parecido a un mínimo sentido colectivo del juego, o verdadero interés por ofrecer algo interesante. El Murcia le permitió jugar. No se atrincheró, ni dio patadas, fuera de las correspondientes a Acciari, medio matraca que se va a hacer con un nombre en el fútbol. Nombre de pegador, por lo visto.
El tanto de Raúl no adelantó el partido sencillo que suponían los aficionados del Madrid. El Murcia encadenó un juego tranquilo, muy elaborado, que no encontró demasiada respuesta. No le sobraron oportunidades, porque su buena caligrafía se disipaba en el área. A este equipo le falta un delantero centro con instinto en el área. Toda la primera parte se gastó en un viaje frustrado a la portería de Casillas, con las típicas respuestas del Madrid en los contragolpes. Luego vino el enfado de la afición, que no toleró los numerosos despistes de sus jugadores, encabezados por el peor Roberto Carlos en su larga trayectoria en el equipo. Ni tan siquiera estaba Zidane -se retiró en el descanso por un proceso gripal- para seducir al personal. Todo se volvió farragoso, incluidas un par de decisiones del árbitro, que se hizo el longuis en dos acciones muy discutibles en el área del Madrid.
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