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Editorial:
Editorial
Es responsabilidad del director, y expresa la opinión del diario sobre asuntos de actualidad nacional o internacional

Berlusconi, suspenso

A la Italia de Berlusconi le sigue desde ayer en la presidencia del Consejo de la UE la poco entusiasta Irlanda. Italia ya sabía que su semestre sería juzgado por el resultado de la Conferencia Intergubernamental y ya se ha visto que, en gran parte por la incapacidad diplomática del primer ministro, se ha cerrado con el fiasco de la nonata primera Constitución de la Unión Europea. No hay que contar tampoco demasiado con Dublín para volver a impulsar este proceso. A duras penas, tras dos referendos, aprobaron los irlandeses el Tratado de Niza como para que el Gobierno de Ahern quiera arriesgar de nuevo una consulta, esta vez sobre la Constitución de la UE. Ahern, al propugnar "ambición y humildad" en esta presidencia, ya ha alertado de que aguardará al Consejo Europeo de primavera para comprobar si hay alguna posibilidad de concluir con éxito esta negociación. Con varias elecciones generales en este semestre -incluidas las españolas- y las tibias europeas en junio, lo previsible es que el proceso constituyente quede en suspenso y pierda toda capacidad de ilusionar a los europeos. Algunos Gobiernos, entre ellos el de Aznar, quieren intentar demostrar que, al menos en el terreno institucional, el Tratado de Niza en vigor es suficiente y no necesita reformas.

Berlusconi ha tenido que presidir meses tormentosos para Europa, con las divisiones sobre la guerra de Irak en las que el Gobierno italiano se puso de forma incondicional de parte de Bush. Tampoco ha sabido Italia salvar la dignidad y efectividad del Pacto de Estabilidad del euro, violado por Francia y Alemania. Aunque el ambiente era poco propicio a avances europeos, se han dado, sin embargo, algunos pasos. Se aprobó la iniciativa de crecimiento que contempla medio centenar de grandes proyectos para aumentar la productividad de las economías europeas, lo que implica inversiones de unos 10.000 millones de euros de aquí a 2010, aunque no se sabe cómo se van a financiar. También se han producido avances en la Europa de la defensa, en buena parte debido al impulso personal de Chirac, Schröder y Blair y al margen de maniobra que ha sabido utilizar el alto representante para la Política Exterior y de Seguridad, Javier Solana. Lo que indica, de hecho, que las presidencias del Consejo están perdiendo peso como tales. Son otros los que empujan.

En el mayor reto que tiene ante sí la Unión Europea en estos seis próximos meses, como es la incorporación de 10 nuevos miembros el 1 de mayo, la presidencia irlandesa tiene poco que hacer. El trabajo le corresponde a la Comisión Europea, que también debe renovarse, al igual que el responsable de la Política Exterior, tras las elecciones europeas. La otra cuestión a lidiar es la preocupante, por excesiva, revalorización del euro frente al dólar. Sin política económica común, el papel de los Gobiernos, especialmente Francia y Alemania, y del Banco Central Europeo es mucho más importante que el de la presidencia. Esto no significa, a pesar de todo, que dé igual quién presida la UE. El acuerdo sobre la Constitución era posible, pero la ineptitud diplomática de Berlusconi contribuyó a frustrarlo.

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