La memoria de los niños forzados al exilio

Lo que muestra la exposición El exilio de los niños, inaugurada ayer en el Palacio Euskalduna de Bilbao, "parece algo insoportable para los que tenemos hijos", en palabras del lehendakari Juan José Ibarretxe durante el acto oficial de apertura. Miles de familias, sin embargo, vieron en el doloroso exilio de sus hijos la única vía de escape a las atrocidades de la Guerra Civil, después de que el bombardeo de Gernika convirtiera a las ciudades en líneas del frente. Niños y niñas muy pequeños y no tanto, hasta un número que superaba los 30.000, salieron en la primavera de 1937 rumbo a la Unión Soviética, México, Gran Bretaña, Francia, Bélgica... Unos países de acogida en principio provisional, pero de donde algunos ya no regresarían nunca y otros lo hicieron pasados 40 años.

El exilio de los niños, que estará abierta hasta el próximo 23 de enero, quiere homenajear a todas esas criaturas a quienes la infancia les fue hurtada por la guerra; un homenaje especialmente emotivo en el País Vasco, ya que fue de donde partió el mayor contingente. Alejar a los niños a otros países fue, además, una iniciativa que nació el Gobierno vasco de entonces, con el apoyo del Gobierno de la República. La exposición también quiere homenajear a quienes hoy viven la misma situación como consecuencia de otras contiendas.

"Lamentablemente, lo que presenta esta exposición no es un hecho aislado en la Historia. Esta muestra quiere ayudar a una toma de conciencia individual y colectiva", señaló Alfonso Guerra, presidente de la Fundación Pablo Iglesias, organizadora de la muestra junto a la Fundación Largo Caballero. Para Guerra, es necesario aprender del pasado para no repetir los errores. "La memoria es un instrumento de construcción social", dijo.

Muy contundente estuvo el alcalde de Bilbao, Iñaki Azkuna, durante su intervención, en la que abogó por el fin de todas las guerras. "Violencia, no, gracias, para nadie, para nada. Arrinconemos la violencia. Nosotros ya tenemos la nuestra aquí, que tanto dolor nos cuesta. Mejor transformar las lanzas en arados y aplicar el diálogo. Entonces y ahora".

La exposición, que se puede visitar de forma gratuita en el Euskalduna, refleja también a las más de 70.000 personas que partieron más tarde al exilio acompañados de sus familias. Fotografías, textos, dibujos, utensilios..., material variado y amplio recopilado de muy diferentes formas.

En una de las imágenes, dice, se reconoce Aurora Pérez, donostiarra. Ella partió a la Unión Soviética cuando sólo tenía seis años. Tardó casi 50 años en regresar a España. En la URSS estudió y se casó con otro niño del exilio. Su marido ya ha fallecido y ahora Aurora convive con Francisco Cordovilla, natural de Erandio, que también vivió el exilio en la Unión Soviética. Pero no se conocieron allí, sino en una de las reuniones que mantienen anualmente estos niños. Ambos agradecen "la sabiduría" recibida, los estudios, pero les faltó "el cariño de una madre". "De niño no hacía más que llorar de noche", cuenta Cordovilla.