La Casa Blanca acepta destruir los datos sensibles de viajeros europeos
En nombre de la lucha antiterrorista, Washington aplica desde marzo pasado un registro obligatorio de los datos de los pasajeros aéreos con destino a Estados Unidos que desagrada profundamente a la Unión Europea por considerar que vulnera su Directiva de Protección de Datos Personales. Ayer, la Comisión Europea alcanzó un acuerdo con Washington que acepta el método aplicado a cambio de algunas concesiones, como la destrucción de los datos sensibles, es decir, los relativos a raza, religión, militancia sindical u opiniones políticas.
El acuerdo, suscrito el martes por el comisario de Mercado Interior, Frits Bolkestein, y el secretario norteamericano de Seguridad Nacional, Tom Ridge, debe ser ahora ratificado por el Parlamento Europeo y por el Consejo (los representantes de los Quince) para que entre en vigor en marzo próximo. "Es más que probable que salga adelante porque en la Unión Europea, además de querer cuidar las relaciones con Estados Unidos, hay muchos países que quieren ahora imponer las mismas normas para luchar contra el terrorismo", dice Marco Cappato, eurodiputado del Partido Radical Transnacional. Añade: "Sin embargo, tal registro de datos y, por tanto, el acuerdo con Washington viola en muchos aspectos el derecho comunitario, que prohíbe, por ejemplo, que sean compañías comerciales privadas como las aéreas las que hagan tal recopilación".
En la decisión de Bruselas, como explicaba ayer el portavoz de Mercado Interior Jonathan Todd, ha pesado también el daño que están sufriendo las aerolíneas europeas, que, obligadas por esta misma normativa lanzada inmediatamente después del 11-S, se arriesgan a ser multadas si no recopilan los datos del pasaje.
Cuestionario
Según el acuerdo, los pasajeros deberán responder a un cuestionario muy parecido al actual de 34 preguntas (nombre, teléfono, fecha de reserva del billete, agencia de viajes usada, dirección, correo electrónico, etcétera). Sus datos serán entregados a las autoridades aduaneras estadounidenses que las guardarán durante tres años y medio (no 50 como ahora) y sólo las entregarán a otros estamentos oficiales mediante petición caso por caso.
Los datos sensibles, definidos en la Directiva Europea de Protección de Datos como los de raza, religión o salud, serán destruidos "de forma inmediata". Éstos son recopilados habitualmente por las compañías cuando se hace la reserva y siempre de forma indirecta.
Washington creará un mecanismo de reparación independiente y sus autoridades reconocerán a las europeas la potestad de representar a sus ciudadanos en las demandas contra el uso de los datos. EE UU no tendrá los datos de los pasajeros antes del embarque del vuelo como obtiene ahora.
En la Comisión de Libertades del Parlamento Europeo se recibió el anuncio del acuerdo con cierto desagrado, aunque los conservadores lo aplaudieron.
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