Berlusconi cede ante el presidente Ciampi y acepta modificar su 'ley de televisiones'
La amenaza de rebelión de sus socios democristianos obliga a rectificar al primer ministro
El rechazo del presidente italiano, Carlo Azeglio Ciampi, a la ley de televisiones enfureció a Silvio Berlusconi, que encajó como un ataque personal el reenvío al Parlamento de un texto importantísimo para él. En un primer momento pensó en desafiar a la presidencia de la República negándose a modificar una sola coma del redactado. La amenaza de rebelión de los democristianos y los consejos de sus asesores le convencieron, sin embargo, de que debía ceder. La ley que consagraba la hegemonía de las empresas de Berlusconi en el mercado televisivo y que Ciampi no quiso firmar porque propiciaba "posiciones dominantes" y vulneraba el pluralismo informativo será revisada.
El presidente del Gobierno adoptó ayer una actitud similar a la del lunes por la noche, cuando se conoció la decisión del presidente de la República. Tras bramar en privado contra el no de Ciampi, del que había sido informado horas antes, se mostró conciliador en público. Alegó que, por su condición de magnate televisivo, siempre se había mantenido "lejos" de la confección de la ley y que pensaba permanecer "al margen". "Alguien me ha pedido una opinión sobre las observaciones de los técnicos del Quirinal [el palacio de la Presidencia], pero yo no las he leído siquiera, y no las leeré", declaró. Según Berlusconi, los cambios que pudiera necesitar la ley quedaban en manos de Maurizio Gasparri, ministro de la Comunicación.
Hegemonía empresarial
En el texto explicativo a su decisión de no firmar y pedir un nuevo debate parlamentario, Ciampi señaló que la ley propiciaba "posiciones dominantes" en el mercado publicitario (en el que la sociedad más importante es Publitalia, propiedad de Berlusconi) y que podía reducir el pluralismo informativo por dos razones: porque en la práctica dejaba el desarrollo de la digital terrestre a dos grupos, el público RAI y el privado Mediaset de Berlusconi, y porque el mecanismo para fijar el límite de la hegemonía de una empresa en el mercado (el 20% de un paquete global que incluía televisiones, libros, discos, publicidad, diarios) le parecía dudoso. Según la oposición de centro-izquierda, el sistema de cálculo se diseñó a medida para favorecer a Mediaset.
Berlusconi afirmó ayer que nadie podía negar que en Italia abundaba el pluralismo televisivo: "Quien dijera que no existe sería silbado por todos, hay un grandísimo pluralismo tanto en la prensa como en la televisión", declaró. La oposición, sin embargo, considera que falta pluralismo. De las siete cadenas terrestres, tres son de Berlusconi y otras tres son públicas y controladas por el Gobierno del mismo Berlusconi. Una, la Sette, pertenece a Telecom Italia, aunque simpatiza informativamente con Berlusconi.
El "conflicto de intereses" entre el Berlusconi político y el Berlusconi magnate y la parcialidad de la ley de televisiones no sólo inquietan a la oposición y al presidente Ciampi, de procedencia centrista. Los democristianos de la UDC integrados en la coalición berlusconiana, que ya votaron a favor de la ley "por disciplina y tapándonos la nariz", según su secretario general, Marco Follini, dijeron "basta" el lunes por la noche. Cuando Berlusconi sopesaba la posibilidad del enfrentamiento con Ciampi, Follini hizo notar que no garantizaba los votos de los parlamentarios democristianos si el Gobierno presentara de nuevo el texto sin cambios. Incluso Alianza Nacional, el partido neofascista del autor de la ley, Gasparri, aconsejó la marcha atrás: "Creo que la ley puede ser mejorada", indicó el coordinador de AN, Ignazio La Russa.
Salvar una televisión
Para Berlusconi era urgente al menos salvar una de sus televisiones, Rete 4, que por sentencia del Tribunal Constitucional debía pasar a emitir por satélite el 1 de enero y que la ley rechazada mantenía, gracias a un quiebro técnico, como terrestre. Gasparri tenía ya listo un decreto-ley para mantener en su situación actual a Rete 4 y RAI 3 hasta que el Parlamento revisara la ley, cosa improbable antes de febrero o marzo.
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