Pensando en el futuro
El acuerdo finalmente cerrado por el SPD y los principales partidos de la oposición en Alemania no sólo ha dejado cierto alivio en los círculos presidenciales, sino que, desde un punto de vista exclusivamente económico, ha puesto la primera piedra de un camino al que de una u otra forma Alemania se veía abocada en los últimos años. Schröder ha manifestado en su agenda económica reciente una marcada disposición y voluntad para avanzar en materias que, sin duda, tienen una sensibilidad política excepcional, circunstancia que no debería ser obviada al hablar de un presidente que superó las elecciones del pasado año a última hora y por un escaso margen.
Dentro del paquete acordado en la madrugada del lunes, la rebaja fiscal que quedaría recogida con la bajada de los tipos marginales en el impuesto sobre la renta ascendería a 7.800 millones de euros, en torno a la mitad de los 15.000 inicialmente propuestos y menos del 0,4% del PIB nominal del último año.
El impacto sobre la economía será muy reducido, tal y como han recogido diferentes estudios, que anticipaban bajo las premisas adicionales una décima adicional de crecimiento en 2004. Dado que el volumen de la reducción será finalmente más bajo, podríamos estar hablando de una insignificante aportación para una economía que se espera crezca apenas un 1,7% el próximo ejercicio. Sin embargo, el efecto psicológico, que sería la razón fundamental detrás de esta medida, no habría sufrido perjuicio alguno, por lo que el repunte de la confianza de los consumidores (en niveles máximos desde noviembre de 2002) podría mantenerse en próximos meses.
Considerando los elementos anteriores, es, por tanto, el otro conjunto de medidas el que concita un mayor interés para la evaluación del comportamiento de la economía alemana en el medio plazo. Asociado de forma permanente a Estado de bienestar generoso, la opción del Gobierno de Schröder de afrontar reformas estructurales de calado en uno de sus pilares fundamentales (el mercado laboral) incorpora una dosis de perspectiva futura loable. El sistema de protección para los desempleados, el mecanismo de negociación salarial y los costes de despido han sido objeto (condicionado en gran medida por la presión de la CDU) de un endurecimiento significativo para los trabajadores.
A la espera de conocer en mayor detalle el acuerdo, que será votado en la Cámara baja del Bundestag el próximo viernes, una primera valoración de este conjunto de medidas resulta favorable. Los elevados subsidios que perciben determinados segmentos de los desempleados pueden llegar a constituir un serio desincentivo para que estas personas busquen un empleo, perpetuándose en una situación de paro de larga duración. Este fenómeno se agrava con el hecho de que al perder el contacto con el mercado laboral sufren un proceso de descapitalización continuada.
En cuanto a los mecanismos de negociación salarial, las discusiones entre patronal y sindicatos se desvincularían gradualmente de las rigideces establecidas en el ámbito regional, tendiendo a un esquema sectorial más próximo a las consideraciones de productividad (aunque todavía lejos del ideal de mayor descentralización). Por último, un abaratamiento del despido reduciría el coste esperado de contratar un trabajador, con el consiguiente efecto positivo sobre el empleo.
Estas medidas no tendrían un efecto positivo inmediato, incluso podrían frenar en cierta forma el consumo de las familias, por lo que lo verdaderamente relevante en una evaluación completa de las mismas es el impacto que pudieran tener sobre el crecimiento potencial de la economía alemana. En este sentido, la valoración resulta positiva y, como señalaba al comienzo del texto, supone la primera piedra de un camino (la flexibilización del sistema de protección social), que exige ser recorrido para que Alemania se enfrente con mayores garantías a situaciones de debilidad cíclica como la actual.
David M. Turégano es economista de AFI y profesor de la Escuela de Finanzas Aplicadas (Grupo Analistas).
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