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Schröder sólo logra la mitad de la reforma fiscal planteada, aunque la adelanta a 2004

La reducción impositiva para el primer año será de 7.800 millones, frente a los 15.600 previstos

El Gobierno y la oposición alemana pactaron en la madrugada del lunes un acuerdo para adelantar un año, de 2005 a 2004, la reforma fiscal, aunque la reducción de impuestos sólo será la mitad de lo previsto inicialmente. De los 15.600 millones de euros que quería bajar el primer año, el impacto de la reforma será de 7.800 millones. Además, se decidió que los parados de más de un año tendrán que aceptar cualquier trabajo legal para poder cobrar la ayuda social. Los nuevos contratados en empresas de menos de 10 trabajadores no tendrán protección frente al despido.

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El mayor paquete de reformas de la historia de la República Federal de Alemania, 49 leyes con unos 2.500 folios de textos que deberán entrar en vigor el 1 de enero, quedó aprobado en horas de la madrugada del lunes por una gran coalición de los jefes de todos los partidos con grupo parlamentario en el Bundestag. El paquete de leyes que serán reformadas y que deben ser aprobadas en las dos Cámaras este viernes para entrar en vigor el 1 de enero próximo recibió una lluvia de críticas de los sindicatos y analistas económicos.

El proyecto de reforma fiscal del Gobierno de coalición entre socialdemócratas (SPD) y el partido ecopacifista Los Verdes ha quedado reducido a la mitad. Los 15.600 millones de euros de impuestos que el Gobierno pretendía rebajar se quedaron en 7.800 millones.

En un póquer que parecía no tener fin y con repetidas amenazas de romper la baraja, se llegó a un compromiso que sólo parece haber complacido a sus protagonistas. El Gobierno tuvo que reducir a la mitad el volumen de rebajas de impuestos por no poder financiarlas. El tipo inicial pasará de 19,9 al 16%, en vez del 15% deseado. El tipo máximo baja del 48,5% al 45%, en vez del 42%.

Al mismo tiempo, el Gobierno, para financiar la reforma fiscal, tendrá que privatizar más de lo que pensaba y vender participaciones en aeropuertos y acciones de telefonía y correos. Las subvenciones a la vivienda y a los desplazamientos al trabajo en coche propio han sufrido una rebaja inferior a la que se pretendía.

Todo ocurrió en el marco de la Comisión de Mediación entre las dos Cámaras legislativas, el Parlamento Federal (Bundestag), con mayoría del Gobierno SPD-Verdes, y el Consejo Federal, que representa a los Estados federados (Bundesrat) donde manda la oposición de democristianos (CDU/ CSU) y liberales (FPD).

Nueve meses

El embarazo duró con exactitud nueve meses desde aquel 14 de marzo en que el canciller socialdemócrata, Gerhard Schröder (SPD), anunció sus planes de reforma social denominada Agenda 2010 ante el Bundestag. En la madrugada de ayer, en la sede del Bundesrat en Berlín, se parió la reforma con la intervención como comadronas del propio Schröder su vicecanciller verde, Joschka Fischer; la jefa de los democristianos, Angela Merkel (CDU); el primer ministro de Baviera, líder del partido hermano la Unión Socialcristiana, Edmund Stoiber (CSU), y el dirigente del Partido Liberal Guido Westerwelle (FDP). La actuación de los jefes de los partidos ha dejado reducidos a la condición de figurantes en la película a los 32 miembros de la Comisión de Mediación, 16 del Gobierno y 16 de la oposición, que llevaban un mes de reuniones sin llegar a un acuerdo. Por exigencias del guión y de la democracia mediática y para mayor lucimiento de los jefes políticos, Gobierno y oposición trataron de evitar que la otra parte se apuntase el triunfo.

En la tarde dominguera se sumaron a la reunión de la Comisión de Mediación los primeros espadas de todos los partidos en una reunión maratoniana que concluyó a las 3.30 del lunes. La criatura resultante da muestras evidentes de raquitismo y existen dudas fundadas de que pueda aportar el impulso que necesita la estancada economía alemana. Las posiciones antes de la batalla final estaban claras.

El Gobierno había apostado todas sus bazas por sacar adelante la reforma con reducciones de impuestos. Espera el Gobierno que esos ingresos en el bolsillo de los contribuyentes supongan un impulso a la demanda y ejerzan así de combustible para poner en marcha la locomotora económica alemana. La oposición exigía que las rebajas de impuestos no se financiasen con un endeudamiento público por encima del 25%.

Deducciones por vivienda

Al mismo tiempo, democristianos y liberales se oponían a que la rebaja en impuestos la recuperase el Estado a base de quitar las subvenciones fiscales a la vivienda y a los que se desplazan en vehículo propio a trabajar. Por añadidura, la oposición exigía para aprobar la reforma fiscal varios recortes en las leyes laborales para endurecer la obligación de aceptar un trabajo a los parados de más de un año y suprimir la protección frente al despido para los nuevos contratados en empresas con menos de 10 trabajadores.

El presidente de la Confederación Alemana de Sindicatos (DGB), Michael Sommer, criticó las reformas y afirmó: "Ese acuerdo es muy malo para los afectados". El sindicalista declara que el acuerdo supone dejar a 2,8 millones de trabajadores sin protección frente al despido, lo que incrementa hasta 5,8 millones esa cifra en el futuro. Las críticas de los analistas económicos que recogían ayer las agencias son demoledoras. "Demasiada carrerilla para tan poco salto", declaró a la agencia Reuter Klaus Zimmermann, presidente del Instituto de Investigación Económica (DIW) de Berlín. Zimmermann calificó de poco realista la estimación del ministro federal de Economía y Trabajo, Wolfgang Clement (SPD), de entre un 0,2% y un 0,6% el efecto del acuerdo sobre el PIB. Para Zimmermann, esto es pura ilusión, el crecimiento del PIB para 2004 será en torno al 1,5%, y no variará con el acuerdo de ayer.

Escepticismo general

La mayoría de los alemanes ha recibido con escepticismo las reformas acordadas por la gran coalición de todos los partidos. Según un sondeo relámpago del instituto Infratest para la primera cadena de la televisión pública alemana (ARD), sólo un tercio de los encuestados cree que la bajada de impuestos servirá para levantar la economía. Un 58% opina que no.

Esta respuesta coincide con los planes de la gente sobre el posible aumento de ingresos derivado de la rebaja de impuestos. Sólo un 36% declara que piensa gastarlo. Un 47% dice que lo destinará al ahorro, sobre todo para mejorar la previsión ante el futuro para asegurarse la vejez. Un 14% se muestra del todo escéptico y cree que con esta rebaja no tendrá más dinero en el bolsillo.

Las reformas del mercado laboral tienen una respuesta diferenciada. La supresión de la protección frente al despido en las pequeñas empresas no servirá para crear puestos de trabajo, opina un 74% de los encuestados. Un 22% cree lo contrario.

En un punto coincide la mayoría de los encuestados con la reforma acordada por los jefes de los partidos. Los parados de larga duración tienen que aceptar cualquier trabajo, incluso aquellos que están pagados con salarios por debajo del convenio. Un 56% está de acuerdo con esto y un 37% se muestra contrario.

A la pregunta de quién se impuso en la negociación de las reformas, un 11% opina que el Gobierno; un 27% se inclina por la oposición, y un 46% dice que ambos.

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