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La eclosión artística del París de 1900

Girona exhibe una selección de la colección Oscar Ghez, que recorrerá cinco centros españoles

La fascinante colección de arte reunida por el magnate del caucho Oscar Ghez (Túnez, 1905-Suiza, 1998) permite sumergirse en uno de los hervideros creativos más fructíferos de toda la historia del arte. París, 1900-1930. Colección Oscar Ghez-Petit Palais de Ginebra, que se expone hasta el 8 de febrero en el Centro Cultural de Caixa de Girona (Ciutadans, 19, Girona) y después viajará a Castellón, Vitoria, Salamanca, Gandía y Valencia, reúne más de un centenar de creaciones que muestran la sucesión de movimientos artísticos que abrieron las puertas de las vanguardias. Junto a obras de reconocidos pintores como Renoir, Degas, Utrillo, Chagall o Picabia, el coleccionista apostó también por autores que el tiempo ha revalorizado.

La exposición constituye una luminosa y equilibrada panorámica a través de movimientos como el impresionismo, el puntillismo, el cubismo, el fauvismo, la denominada Escuela de París o un incipiente surrealismo. De la visión de estas obras emerge también el protagonismo de la ciudad de París, que experimentó una inusual concentración de talentos en una época de grandes cambios sociales y urbanos.

"Éste es uno de los aspectos más interesantes de la colección porque, aunque hay mucha diversidad de tendencias y estilos, en conjunto las obras permiten recorrer las transformaciones urbanísticas y sociales de París en esta época", remarca María Dolores Jiménez-Blanco, historiadora del Arte de la Universidad Pompeu Fabra de Barcelona y comisaria de la exposición. "La muestra retrata la mirada apasionada de un coleccionista", añade. "No es una selección congelada, sino que afloran los gustos personales, por lo que no tiene nada que ver con lo que uno puede encontrarse en un museo".

El primero de los cinco apartados temáticos en que se divide la exposición muestra una selección de los impresionistas. Entre el grupo de jóvenes disidentes del academicismo que iniciaron el camino de la disolución de la perspectiva renacentista se encuentran Edgar Degas, August Renoir o Jacques-Emile Blanche. En el ámbito dedicado a Montmartre, un barrio de talante alternativo que dio cobijo a artistas de todo el mundo, puede contemplarse a autores de la vieja escuela junto a otros que ensancharon las vanguardias. Destacan caricaturistas como Camión, Théophile Alexandre Steinlen y Forain. También se encuentra en el barrio un joven Joaquim Sunyer y autores como Maurice Utrillo o Kees van Dongen, este último ya integrado en el grupo fauve.

Autores secundarios

El París mundano y bohemio aparece en el apartado La nuit, la fête. Hay aquí un equilibrio entre las visiones más festivas y delirantes y las que se sumergen en ambientes sórdidos y melancólicos. La selección incluye a Giovanni Boldini, Pere Creixams, Louis Auguste Legrand y Théophile Alexandre Steilen. Bajo el título de Los bulevares se exponen las visiones de los creadores ante el nuevo urbanismo burgués, que abrió grandes avenidas sobre los antiguos barrios de origen medieval. Entre las obras de Hermine David, Pierre Dumont, Max Jacob o Gustave Loiseau hay visiones admirativas y otras que expresan una cierta nostalgia. El último apartado entra de lleno en la eclosión de las vanguardias. Del grupo fauve surgido alrededor de Pierre Matisse se presentan obras, entre muchos otros, de André Derain o Raoul Dufy. La comunidad cosmopolita bautizada como la Escuela de París está representada en la exposición con obras de Marc Chagall, Tsuguharu Foujita o Moïse Kisling.

María Dolores Jiménez-Blanco advierte que en la exposición hay algunos autores secundarios que ayudan a tejer la trama de aquel instante irrepetible, muchos de los cuales fueron revalorizados posteriormente. La comisaria destaca entre éstos a María Blanchard, pintora cubista de origen santanderino que no recibió en su momento la atención que merecía su obra. La muestra permite también descubrir a otros cubistas menos conocidos, pero que participaron en el intento de dotar de una base intelectual al movimiento, como Gustave Beaudin, Marevna o Zadkine.

Arcadi Calzada, presidente de Caixa de Girona, entidad que ha producido la exposición, que después recorrerá otras poblaciones españolas, destacó su empeño en descentralizar las grandes muestras de arte, para que no siempre tengan lugar en las grandes capitales. Calzada aseguró que la muestra es "una cita obligada para cualquier persona que ame el arte". Tras clausurarse en Girona, la exposición se presentará en diversas salas de exposición municipales o de entidades de ahorro en una itinerancia que se iniciará en febrero o marzo en Castellón y finalizará en octubre en Valencia.

<i>Desnudo de Arletty,</i> de 1933, óleo sobre tela del artista polaco afincado en París Moïse Kjisling exhibido en la exposición <i>París, 1900-1930.</i>
Desnudo de Arletty, de 1933, óleo sobre tela del artista polaco afincado en París Moïse Kjisling exhibido en la exposición París, 1900-1930.PERE DURAN
<i>Le matador dans l&#39;arène,</i> de 1941, óleo sobre cartón de Francis Picabia.
Le matador dans l'arène, de 1941, óleo sobre cartón de Francis Picabia.PERE DURAN

Selección "de autor"

A medida que la vida le fue cerrando las puertas, el industrial tunecino de origen judío Oscar Ghez buscó el bálsamo del arte. La fortuna familiar empezó a gestarse a partir de una boyante empresa de caucho fundada en las afueras de Roma. El auge del fascismo le obligó a negociar una permuta con una fábrica del grupo Pirelli, cerca de Lyón, pero la invasión alemana hizo necesaria una nueva huida. Tras la guerra, el negocio se recuperó y prosperó como nunca. No fue hasta los años cincuenta, según cuenta su hijo y heredero, Claude Ghez, cuando el empresario decidió dedicar todas sus energías -y buena parte de su fortuna- a forjar su famosa colección. Acababa de perder a su hermano y a su mujer.

El interés por el periodo de la belle époque, sobre todo hacia los menos domesticados creadores de Montmartre, se fue extendiendo en diferentes direcciones. Su selección se guiaba por el gusto personal. Algunos autores, sistemáticamente despreciados por la historia del arte, encontraron cobijo en su colección.

En 1960, Ghez vendió todas sus plantas de caucho y se dedicó "en cuerpo y alma", según cuenta su hijo, a la colección. Le encontró acomodo en una mansión particular del Segundo Imperio adquirida en el barrio viejo de Ginebra.

El Petit Palais abrió sus puertas al público en 1968. Ghez falleció en 1998 y ahora es su hijo quien gestiona su patrimonio. El centro dispone de un fondo de unas 10.000 obras -de todas las técnicas, incluidos dibujos cerámicas, cuadros, marfiles, esculturas- y ha aprovechado que actualmente está cerrado por obras de reforma del edificio para aumentar el ritmo de exposiciones que dan a conocer sus fondos, a través de muestras temáticas en diferentes países.

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