El colapso del Nudo Sur, punto negro de la N-IV
Las decenas de miles de conductores que cada día entran o salen de la capital por la carretera de Andalucía (N-IV) -129.000 en ambos sentidos en el tramo de mayor afluencia, en el término municipal de Getafe- conocen bien su punto más negro: los últimos tres kilómetros de la autovía hasta su conexión con la M-30, el llamado y temido Nudo Sur. Allí, para enfilar en dirección a O'Donnell, los tres carriles de la N-IV se convierten de pronto en dos, y luego en uno, y desde ese único carril se incorporan cada día a la carretera de circunvalación 31.000 vehículos, que se suman a los 89.000 que ya circulan por ese tramo de la M-30.
A primera hora de la mañana, miles de coches se atascan en ese punto en una cola kilométrica que convierte el acceso a la capital en una prueba de resistencia para los nervios. Y eso que, para entonces, la N-IV ya se ha liberado de buena parte de los 6.600 camiones que cada día circulan por ella para entrar a la Comunidad, pero que se quedan, en su mayoría, en alguno de los 16 polígonos industriales de esta zona del sur metropolitano.
Según la Dirección General de Tráfico, los madrugadores son, paradójicamente, quienes más tardan en llegar a Madrid por la N-IV: los mayores atascos se producen entre las 7.00 y las 8.00. La experiencia de los redactores de EL PAÍS que el pasado martes -regreso del puente de la Constitución y con lluvia- hicieron el recorrido Pinto-Madrid es bien distinta: quienes salieron a las 9.00 tardaron 41 minutos; los que dejaron Pinto a las 7.30, media hora.
La carretera de Andalucía (N-IV) tiene dos tramos especialmente conflictivos: el comprendido entre los kilómetros 22 y 18 y, ya al final, el que discurre entre los kilómetros 7 y 4, justo antes de la incorporación a la M-30. El primer parón se produce a la altura del municipio de Pinto, y se nutre, entre otras cosas, de los 6.600 camiones y furgonetas que usan la N-IV para entrar a Madrid. En ese tramo la velocidad no supera, en hora punta, los 15 kilómetros por hora.
Desde el kilómetro 17 y hasta el 12 la situación mejora un poco. Allí, junto a los polígonos industriales de Getafe, se registra la mayor afluencia de vehículos (64.500 de entrada, 129.000 en ambos sentidos), pero muchos camiones han salido ya de la autovía, otros se desvían hacia la M-45, y, además, en ese tramo la N-IV pasa de tres a cuatro carriles por sentido.
Todo eso agiliza la circulación, favorecida también por el hecho de que, a partir del kilómetro 11, muchos conductores optan por seguir su camino por la avenida de Córdoba, un bulevar de 4.000 metros que usan cada día 57.000 vehículos. Quienes prefieren continuar por la N-IV alcanzan, en el kilómetro 6,5, el nudo
supersur, cruce de caminos con la M-40, que se ha quedado algo obsoleto en su función de distribuir el tráfico de la zona aunque sigue registrando 60.000 movimientos cada día. Justo después llega lo peor: los desesperantes tres kilómetros hasta el Nudo Sur de conexión con la M-30. El Ministerio de Fomento pretende que la carretera de peaje R-4, que unirá Madrid con Ocaña (Toledo) a mediados de 2004, reste a la N-IV el 25% del tráfico que soporta. Pero ya hay una forma de ahorrarse el atasco y llegar algo antes al trabajo: el transporte público. Los 12.600 usuarios que tienen los trenes de cercanías en hora punta alcanzan Madrid, desde Pinto, en 22 minutos. El autobús 421, que traslada a 390 personas, tarda 45 minutos, pero salva el Nudo Sur al desviarse, por la avenida de Córdoba, directamente hasta Legazpi.
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