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Reportaje:

La acción social cala en las grandes empresas

El año pasado la invesión corporativa en ayuda humanitaria alcanzó los 155 millones de euros

Devolver a la sociedad parte de lo que de ella recibe con diferentes acciones de tipo social es una práctica que se va extendiendo en las empresas en España. Según el Informe 2003 de la Fundación Empresa y Sociedad, el año pasado la inversión corporativa en acción social fue de 155 millones de euros. El 85,4% de las acciones consiste en aportaciones en metálico; la donación de productos supone el 11,69% y las horas de trabajo el 2,84%.

Mano a Mano transportó gratis el año pasado en las bodegas de los aviones de Iberia casi 152 toneladas de ayuda humanitaria

San Juan de Lurigancho es un inhóspito lugar de Lima, tan marrón y polvoriento como muchos otros de la ciudad. En él se asienta la Ciudad de los Niños, un centro de acogida de chavales en situaciones de marginalidad que se ha convertido en "un oasis", dicen algunos, en el que los niños aprenden desde a leer y contar hasta un oficio con el que ganarse la vida cuando abandonen la institución. Esa ciudad abrió hace pocas semanas sus puertas a una delegación de Mano a Mano, la ONG creada por un grupo de auxiliares de vuelo de Iberia, y al consejero delegado de la compañía, Ángel Mullor, que la acompañaba como muestra de apoyo a esta labor social.

Cuando un torrente de niños desembocó en uno de los patios del centro, florido y bien cuidado, y Mullor plegó sus casi dos metros de estatura para jugar con ellos, María Alventosa, fundadora y alma de Mano a Mano, comprobó la complicidad de la compañía con la ONG. Con la ayuda de Iberia, Mano a Mano transportó gratis el año pasado en las bodegas de los aviones casi 152 toneladas de ayuda humanitaria en forma de alimentos, ropa, calzado, material sanitario, escolar o juguetes, además de que otras 50 toneladas viajaron en el equipaje de las tripulaciones; y se entregaron 53.070 euros a proyectos en América Latina y Guinea Ecuatorial y 4.500 a un campamento para la integración de inmigrantes.

"Este tipo de inversiones son una buena forma de que la empresa se acerque a la sociedad y refuerce los lazos con sus empleados y clientes", asegura Francisco Abad, director general de la Fundación Empresa y Sociedad. Y es una práctica, aun escasa, pero cada vez más presente en las grandes corporaciones. Así, Repsol-YPF ha puesto en marcha distintos programas de desarrollo con comunidades indígenas en zonas de exploración, o Caja Madrid, como parte de su 300 aniversario, ha impulsado la iniciativa Solidaridad por tres, consistente en aprobar proyectos concebidos y financiados por parte de la plantilla y completar los fondos con el triple de la cantidad recaudada. Gracias a esta campaña, un grupo de empleados de la entidad viajó ayer a los campamentos saharauis en territorio argelino para entregar cuatro ambulancias todoterreno. Los promotores de la idea lograron recaudar entre sus compañeros alrededor de 24.000 euros y la empresa aportó otros 72.000, explica Francisco Moreno, promotor de la idea y empleado de la caja en una sucursal de Daimiel (Ciudad Real). Y la misma Iberia ha puesto en marcha una campaña entre sus empleados para reacudar fondos destinados a Mano a Mano y la Asociación de Padres de Minusválidos de la compañía.

La acción social embarca a empleados y empresas en proyectos comunes y da buena imagen a las corporaciones, pero, en el terreno de los conceptos, sin embargo, navega en la confusión. ¿Es la acción social parte de la responsabilidad social?, ¿se incluye en el buen gobierno de la empresa?

Según Federico Durán, miembro del bufete Garrigues, se está confundiendo la acción social con la responsabilidad social, de manera que mientras la primera tendría más que ver con aspectos como la solidaridad y el altruismo, la responsabilidad social -un concepto a que su juicio todavía "hay que definir y fijar hasta donde alcanza" y que está "íntimamente ligado al buen gobierno"- es el compromiso de la empresa con la sociedad y el entorno en el que opera. Según afirma, debe estar centrada, primero, en el firme compromiso de respeto a la ley y, después, en el compromiso hacia un desarrolo sostenible que implique la asunción de determinados valores éticos. Todo ello se traduce, agrega, en una apuesta de la empresa por la formación continuada, las condiciones de salud y seguridad en el trabajo y la participación y el diálogo con los empleados. "Ésas son, a mi entender", dice, "pautas de la responsabilidad social de las empresas. Lo demás, como las fundaciones, o las ONG, son causas de altruismo, que está muy bien que existan, que dan imagen a las empresas, pero que son distintas a la responsabilidad social".

Para Abad, la responsabilidad social corporativa engloba cinco aspectos fundamentales: económico-financiero, cuyo objetivo es crear el mayor valor posible para los accionistas; corporativo, que tiene que ver con la transparencia; medioambiental; recursos humanos, y acción social. Y esta última tiene impacto en distintas áreas de la empresa.

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