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Reportaje:

Sumergidos en billetes

El atesoramiento de dinero negro dispara en España el volumen de efectivo y de billetes de 500 euros

Las familias españolas atesoran gran parte de su riqueza financiera en dinero contante y sonante. Un efectivo que supera los 56.000 millones de euros y no se justifica con las necesidades de pago. Además, se ha disparado el volumen de billetes de 500 euros, que cumplen esta función de atesorar. Tras estas cifras tan abultadas que nos alejan de las costumbres de nuestros vecinos europeos se esconde el importante peso del dinero oculto y la economía sumergida.

El efectivo en manos de las familias españolas representa el 10% del producto interior bruto frente al 5% en la eurozona
Ya hay 43 millones de billetes de 500 euros, que han superado, con 21.331 millones de euros, en valor total a los billetes de 50 euros
Entre 1980 y 2000 la economía sumergida de origen fiscal creció en 5 puntos, pasando a representar el 20,9% de la economía legal

Nunca los españoles tuvieron tanto dinero en efectivo en sus bolsillos. Con datos del Banco de España, correspondientes al primer semestre de este año, el volumen de efectivo superaba los 56.000 millones de euros. Abundante dinero atesorado que no se justifica con una de las redes de sucursales, y también de cajeros automáticos, más tupida de toda Europa y también de las más utilizadas. Como los españoles no sólo disponen de los más modernos medios de pago, sino que también los usan, resulta sorprendente que atesoren tanto dinero en efectivo.

La explicación es sencilla, ya que buena parte de ese efectivo corresponde a dinero negro, un dinero que escapa a los circuitos de Hacienda. Una parte siempre difícil de cuantificar, ya que por definición es opaco. No existen, pues, datos concluyentes, pero sí la convicción de que las familias españolas no necesitan ni utilizan tanto dinero en metálico para atender los pagos diarios del periódico, la compra de alimentos o del abono mensual de transporte. Esa chapuza doméstica por la que no se percibe factura, esos miles de euros no declarados en la compraventa de una vivienda, van sumando cuantiosas cifras que finalmente entran a formar parte de los datos macroeconómicos de la economía española.

Las comparaciones con otras economías así lo indican. Tomando como referencia el producto interior bruto (PIB), es decir, la riqueza que anualmente se genera en un país, en España, el dinero en efectivo representa aproximadamente el 10% de esta riqueza. En la zona euro, este porcentaje desciende hasta el 5%, y en Estados Unidos la relación ronda el 6%. Se trata de zonas y países que no nos aventajan en sistemas de pagos electrónicos que lleve a estos ciudadanos a prescindir del dinero en metálico.

También supone una parte importante de la riqueza financiera neta de las familias, descontando a los activos financieros totales las deudas contraídas. Así, a junio de este año, el 7,7% de esta riqueza la tenían las familias españolas en dinero contante y sonante.

Comparado con algunas inversiones, el dinero en efectivo se acerca a la cifra que las familias tienen colocadas en planes de pensiones (71.000 millones de euros) y prácticamente triplica al ahorro que colocan directamente en activos de renta fija (21.000 millones), como letras, pagarés, bonos y obligaciones.

La aparición física del euro en enero de 2002 supuso un punto de inflexión y una nueva pista indicativa de que este efectivo atiende a pagos y escapa al control de Hacienda. En diciembre de 2001, el efectivo en manos de familias españolas experimentó un brusco descenso, hasta colocarse en 41.059 millones de euros. El ejercicio precedente se había cerrado con 53.000 millones. Un descenso de 12.000 millones de euros que, curiosamente, ya no precisaban las familias españolas para atender sus pagos. Un viaje de ida y vuelta en esta conversión del euro que ha afectado a casi dos billones de las antiguas pesetas.

Trasvase al euro

Tal y como apuntan economistas consultados, más llamativo ha sido el proceso en el que se ha reconstituido esa bolsa compuesta en parte por dinero fraudulento fiscalmente. Ya al cierre de 2002 había casi 51.000 millones y ahora estamos en esa cifra histórica de efectivo de 56.152 millones.

El economista y profesor de Economía Miguel Sebastián encuentra un grave problema en este dinero atesorado por las familias, por cuanto escapa al circuito financiero y se muestra improductivo, no sólo desde el punto de vista fiscal, sino también en cuanto no se utiliza para la generación de riqueza. "De todas las formas de dinero negro, ésta es la peor, porque inmoviliza un importante volumen de recursos financieros que en el resto de la economía sumergida fluyen creando riqueza, aunque sea de forma fiscalmente opaca", explica

Este trasvase de las pesetas al euro llevó a la Agencia Tributaria a realizar planes específicos para controlar el fraude; planes cuyos resultados son hasta el momento desconocidos. La Agencia concentró la investigación, siguiendo las pautas tradicionales, en el sector inmobiliario, en la adquisición de coches de lujo o en la inversión en joyas u obras de arte.

Mucho más complicado resulta investigar las numerosas cajas fuertes, bien caseras o de las entidades financieras, donde se amontonan fajos de billetes que han escapado al control fiscal.

Así, en los primeros meses de 2002, se puso en marcha el conocido como plan del euro. Su objetivo era controlar el posible dinero negro que podía aflorar ante la conversión de pesetas a euros. Para ello se vigiló especialmente la adquisición de viviendas de lujo, coches, antigüedades y joyas. Sus resultados se incorporaron a una base de datos.

El segundo programa se realizó en los meses de verano del pasado ejercicio y se centró en las costas. La inspección de alquileres de temporada constituyó el principal objetivo de la Agencia Tributaria, junto al control de puertos deportivos, locales y el sector hostelero. Esta información también se incorporó a la base de datos de la Agencia Tributaria. No obstante, la forma de actuar de este organismo impide conocer con exactitud las inspecciones y las actas levantadas tras el control fiscal, ya que estos resultados se terminan desagregando por los impuestos en los que se han cometido los presuntos fraudes a Hacienda. Eso sí, el número de registros realizados por la Agencia Tributaria superó ampliamente los 200.000, que, tras su estudio, llevarán a investigar a los contribuyentes sospechosos.

Billetes grandes

El euro también ha echado luz sobre el atesoramiento de dinero negro. Con la antigua moneda, los billetes más grandes eran de 10.000 pesetas, cuantía útil para el pago diario de productos y servicios. Los billetes de 500 euros, que son, para la inmensa mayoría de los españoles, un acto de fe, sin embargo, no suelen ser admitidos en las compraventas habituales. Cumplen un fin básico de atesoramiento y, por tanto, son idóneos para la ocultación de dinero negro. A ellos habría que añadir también los de 200 euros.

Con los billetes de 500 euros, la economía española vuelve a dar sorpresas. Con datos de octubre de este mismo año, hay 43 millones de estos billetes, por lo que tocamos a más de un billete por residente en España (el censo de población dado a conocer esta semana por el Instituto Nacional de Estadística apuntaba a 42,6 millones de personas).

El director de coyuntura de la Fundación de las Cajas de Ahorros Confederadas (Funcas), Ángel Laborda, se pregunta también por qué hacen falta en España tantos billetes de 500 euros. Este reputado economista explica el fuerte crecimiento que mes a mes ofrece la magnitud M1 -recoge los activos más líquidos- con aumentos del 20% y que pueden ser indicativos de que en el conjunto de Europa se están recomponiendo las carteras de dinero negro.

Antes de abordar la desorbitada evolución de estos billetes, los analistas proponen un dato curioso. El importe de dinero que se maneja en billetes de 500 euros en España representa el 2,8% del producto interior bruto, mientras que en Estados Unidos los billetes de 500 dólares suponen el 0,003% de su PIB. Una relación realmente incomprensible si no se incorpora esa variable de atesoramiento de dinero.

Pues bien, el dato es muy relevante. En España, con datos del Banco de España a octubre, hay esos 43 millones de billetes de 500 euros, con un importe de 21.331 millones de euros. Se trata del mayor importe de los billetes en circulación, superando a los más populares de 50 euros, que hasta el mes de agosto concentraban el mayor importe en millones de euros.

Así, existen 390 millones de billetes de 50 euros, por un monto total de 19.940 millones. Curiosamente, el billete menos visto por los españoles es, por el contrario, el que más importe acumula, desbancando a los de 50 euros. Una relación que, según apuntan los economistas consultados, no obedece a ninguna razón de uso de este tipo de billetes.

Además, su crecimiento ha sido exponencial. En enero de 2002, cuando apareció el euro físico, había 13 millones de billetes de 500 euros. En poco menos de dos años la cifra se ha multiplicado por tres generosamente. Aquí se ha producido el mayor incremento, reduciéndose para los billetes de menor valor (20 y 10 euros) y permaneciendo prácticamente estable en los de 200 euros, que han pasado de 12 millones en enero de 2002 a 19 millones en octubre de este ejercicio.

Los profesores de la Universidad Complutense Ángel Alañón y Miguel Gómez de Antonio elaboraron un reciente estudio (Una evaluación del grado de incumplimeinto fiscal para las provincias

españoles), encargado por el Instituto de Estudios Fiscales, en el que analizan la evolución de la economía sumergida, entendiendo por tal los hechos económicos ocultos de carácter fiscal. Es decir, corresponde a aquellos ingresos que por razones fiscales son realizadas en efectivo y permanecen al margen de la Contabilidad Nacional, no atendiendo a las actividades delectivas o ilegales.

Una de las principales conclusiones es que el peso de la economía sumergida de origen fiscal con respecto a la economía legal se ha incrementado 5,4 puntos porcentuales desde 1980 hasta 2000, donde concluye su trabajo. La progresión ha sido constante y se ha pasado del 15,5% en el que se cuantificaba el fraude fiscal al comienzo de la década de los ochenta al 20,9% de 2000.

Porcentajes muy elevados que deben ser conocidos -tal como dicen los autores del informe- por las autoridades económicas en el momento de diseñar la política económica.

Siguiendo con este estudio, el fraude fiscal alcanzó en términos constantes (descontando los efectos de la inflación) cerca de los 59.000 millones de euros durante el ejercicio de 2000. Así, en los 20 años analizados se ha duplicado generosamente la cifra que situaba la economía sumergida de origen fiscal en torno a los 25.000 millones.

Los peores años

Según estos datos, los años en los que la economía sumergida incrementó en mayor medida su peso fueron 1981 (20,9%), 1986 (24%) y 1990 (17,1%). En términos constantes, hay dos años en los se muestra una variación negativa (1982 y 1992) y únicamente en un ejercicio (1986) el incremento supera el 10%.

En este estudio se da también una visión de la economía provincia por provincia durante estos cuatro lustros. Los profesores apuntan que mientras en el caso nacional la participación de la economía sumergida aumenta en casi 5 puntos en todo el periodo, en las provincias hay una variabilidad mayor.

Incluso hay provincias en las que no hay apenas variación, como por ejemplo Zaragoza, Sevilla, Barcelona o Baleares, donde la oscilación apenas se incrementa en dos puntos.

En algunas provincias la economía sumergida pierde peso comparando la participación inicial y la final, como ocurre en Madrid o en Cuenca y Toledo, que parten de niveles muy altos, y que, además, contrastan con el crecimiento que experimenta por ejemplo Guadalajara y, sobre todo, en la provincia de Ciudad Real.

Otro hecho destacable -explican en su informe los autores- es que, a diferencia de lo que ocurre en las estimaciones nacionales, el incremento o la disminución del peso de la economía sumergida en el periodo analizado no es sostenido, ya que a lo largo del periodo se encuentran varios máximos y mínimos locales, por lo que no es posible encontrar un patrón general.

Gran parte del atesoramiento de dinero se hace a través de las cajas fuertes de los bancos.
Gran parte del atesoramiento de dinero se hace a través de las cajas fuertes de los bancos.GORKA LEJARCEGI

La peligrosa entrada en los circuitos financieros

El dinero negro también está presente en los circuitos financieros. Normalmente, su descubrimiento viene acompañado de importantes escándalos donde, junto con este dinero, desaparecen otras importantes sumas en manos de estafadores.

Detrás de los dos últimos escándalos protagonizados por intermediarios financieros, (AVA y Gescartera) siempre planea la sombra del dinero negro, atraído, además de por la opacidad fiscal, por unas elevadísimas rentabilidades que acaban convirtiéndose en un gran fiasco. Hubo otros casos de menor calado donde algún intermediario vendía pagarés sobre hipotecas y que nunca tuvo gran repercusión por el silencio que guardaron estos inversores fraudulentos.

También se produjo durante la década de los noventa algún caso dentro de las oficinas bancarias. El caso más llamativo fue el de Pepe el del Popular, quién, además de llevar con acierto su sucursal santanderina, realizaba una banca paralela donde capitales opacos concedían créditos, percibiendo un elevado interés que nunca pasaría por las arcas de Hacienda. Una práctica que fue realizada por avispados directores de sucursal de otras entidades, pero que nunca llegó a transcender.

Sin embargo, hace casi una década existió un producto opaco en forma de pagaré que permitía al dinero negro encontrar un acomodo y además servir para financiar las necesidades del Estado. Una contradicción que suscitaba continuas polémicas porque el dinero negro entraba en el circuito de la financiación pública. Eso sí, estaban fuertemente penalizados cobrando intereses de menos de la tercera parte que la deuda normal.

El último fraude

La Agencia Tributaria anunció el pasado jueves que había detectado que en algunos casos de importación de vehículos desde la Unión Europea se defraudaba en el impuesto especial de matriculación y en el impuesto del valor añadido (IVA). En el fraude, que asciende a unos 173 millones de euros en las ventas de 15.000 coches de lujo importados, se ha denunciado a 54 sociedades y se han levantado actas de inspección a otras 150 empresas.

El año pasado se importaron 918.000 turismos procedentes de otros países de la Unión Europea, especialmente de Alemania, de donde provenía el 30%de ellos.

En los casos de fraude descubierto está generalizada la utilización de testaferros y sociedades interpuestas. El fraude consiste en declarar un valor de venta del vehículo en España muy inferior al real, por lo que se pagan menos impuestos, ya que tanto el IVA como el impuesto especial sobre determinados medios de transporte se aplican sobre el precio de venta.

Pueden darse tramas complejas de fraude con sociedades interpuestas y vendedores que no están datos de alta a efectos tributarios. Además de los prejuicios para el fisco, también este tipo de actuaciones distorsiona el mercado, afectando a estos sectores económicos.

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