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EL FUTURO DE EUROPA

Alemania augura una división de Europa si fracasa el proyecto de Constitución

El ministro de Exteriores, Joschka Fischer, predice una Unión con países postergados

Carlos Yárnoz

El Gobierno alemán ha elevado el tono al máximo en las últimas semanas ante la posibilidad de que el proyecto de Constitución europea que defiende a capa y espada sucumba en el último minuto por culpa de España y Polonia. El encargado de agitar los fantasmas es el ministro de Exteriores, el verde Joschka Fischer, quien augura "una Europa dividida" y "a varias velocidades", con núcleos de vanguardia y países postergados, si el proyecto constitucional o el nuevo reparto de poder entra en vía muerta. Y lo ha supeditado directamente con el próximo reparto de fondos de 2007.

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Fischer opina que el proyecto constitucional es "excelente". Tanto, que Alemania no ha suscrito ninguna de las centenares de enmiendas presentadas al dicho proyecto desde que el pasado 4 de octubre se abrió la Conferencia Intergubernamental (CIG) que debe pactar el texto los próximos días 12 y 13.

"Si no hay acuerdo, veremos una Europa de diferentes velocidades", comentó el lunes pasado a EL PAÍS en Brujas (Bélgica). "Si volvemos a Niza será un fracaso que llevará a una Europa más dividida". Lo mismo ha insinuado el canciller alemán, Gerhard Schröder.

No han sido los únicos. El propio presidente de la Comisión, el italiano Romano Prodi, ha declarado al periódico alemán Handelsblatt: "Naturalmente, la Comisión preferiría que todos los países participaran en la construcción de Europa a la misma velocidad, pero no podemos sacrificar para siempre el proyecto europeo al ritmo de los más lentos".

Aún más explícito ha sido el primer ministro belga, el liberal Guy Verhofstadt, firme aliado del eje franco-alemán: "El fracaso de la Conferencia Intergubernamental marcará el inicio de toda suerte de cooperaciones reforzadas", es decir, de grupos de países que irían por su cuenta en áreas como Defensa, Justicia o el control de fronteras. Verhofstadt ha dicho que hay un plan B si fracasa la CIG. "Inevitablemente, veremos emerger una Europa a dos velocidades, un núcleo duro europeo", que estará formado "en torno al eje franco-alemán".

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No han sido sólo unas declaraciones más o menos explosivas de Verhofstadt en el momento. El Parlamento belga aprobó el jueves pasado, por amplia mayoría, una resolución por la que se exige al Gobierno federal que, si fracasa la CIG, "juegue un papel decidido a favor de una vanguardia europea".

El Gobierno español, como han repetido varias fuentes oficiales consultadas, opina que se trata de amenazas con muy poca base y esgrimen como principal argumento en contra que es imposible esa Europa de núcleos y grupos cuando ya está en marcha el euro. Pero Alemania reserva, además, una amenaza específica para España y también para Polonia. Schröder ha repetido en los últimos meses que, "por supuesto, hay una relación directa entre el resultado de la CIG y las próximas perspectivas financieras de la UE", es decir, el futuro reparto de la tarta de los fondos europeos que entrará en vigor a partir de 2007.

España se lleva hoy unos 8.000 millones de euros anuales de esos fondos y, a partir del año que viene, será Polonia uno de los más beneficiados. Se da la circunstancia de que las negociaciones de las actuales perspectivas para el periodo 2000-2006 en Berlín ya costaron un serio disgusto a Schröder ante la intransigencia de Aznar al rechazar las propuestas que le hacía el canciller. La herida nunca se ha cerrado.

En esta recta final de la negociación constitucional, no obstante, hay un factor determinante que juega en contra de los intereses franco-alemanes. París y Berlín han despertado los recelos de todos los miembros del club cuando, en un alarde de prepotencia sin precedentes, anularon la pasada semana en Bruselas los castigos que les proponía la Comisión por incumplir reiteradamente el Pacto de Estabilidad que ellos mismos promovieron en 1997. Fue un duro golpe a la credibilidad de las reglas de la UE que ha puesto en guardia a los demás socios del club ante un proyecto constitucional que duplica el poder de Berlín en la Unión.

El italiano Mario Monti, comisario de la potente cartera de Competencia, ha sido uno de los muchos responsables políticos europeos que ha censurado al eje franco-alemán por su comportamiento. "Su mensaje político es: No creáis que todos los países de la UE son tratados en pie de igualdad. Empiezo a preguntarme si esa alianza [entre Francia y Alemania] es buena, porque parece destinada, por encima de todo, a proteger los intereses nacionales particulares y eso va en contra de la integración europea".

La ministra española de Exteriores, Ana Palacio, ha alertado desde el pasado verano a todos los países de la UE sobre los riesgos para Europa de la tentación franco-alemana de formar "una unión política" entre los dos países y de querer imponer "un diktat" a los demás socios. Alejo Vidal-Quadras (PP), vicepresidente del Parlamento Europeo, acusó el martes pasado a Francia y Alemania de comportarse como si la UE fuera "de su propiedad exclusiva".

Frente a estos temores españoles, entre otros, se da la paradoja de que Alemania aún tendrá más poder en la UE si cuaja la solución que se apunta para que España deje de amenazar con bloquear la Constitución europea. Elevar del 60% al 66% el porcentaje de población necesaria para tomar decisiones en la Unión pondrá a Berlín mucho más fácil bloquear todo acuerdo en el Consejo de la UE con el simple apoyo de un país grande y otro mediano. Con sus 99 eurodiputados sobre un total de 736, los alemanes también ejercerán un elevado control en la Eurocámara (el siguiente país con más escaños tendrá 72). Y si mantienen su segundo comisario en el Ejecutivo comunitario, su poder no tendrá contrapeso alguno en la Unión ampliada.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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