El loro mentía
"¡Y ojo! 50 euros no son 5.000 pesetas", gritaba el loro de plastilina en aquellos anuncios televisivos de comienzos de la "era del euro". Dos años después, me he dado cuenta de que, quizás, 50 euros "no sean" 5.000 pesetas, pero sí "cunden como" las 5.000 pesetas de antes.
Y es que el cambio oficial no es coherente con la evolución de los precios. Ya no es necesario multiplicar o dividir por 166,386; las cuentas resultan, en realidad, muchísimo más sencillas. A saber: 10 euros "son como" 1.000 pesetas; 20 euros, como 2.000; 30 euros, como 3.000; 50 euros, como 5.000... y así sucesivamente.
¿Cómo, si no, explicar que el café que tomaba antes todas las mañanas por 100 pesetas haya pasado a costar un euro? ¿Y que la barra de pan de 60 pesetas cueste 60 céntimos?
El loro del anuncio no tenía razón: nos mintieron.
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