Todos contra Chávez
El 'firmazo' reúne a venezolanos de todas las clases, unidos por su odio al presidente
"Hasta mis abuelos riñen entre ellos", lamenta Carlos Villarroel, de 25 años, administrativo, en una cola de Caracas. La animadversión o el odio hacia el presidente Hugo Chávez no sabe de matices entre los venezolanos, que, desde el viernes, piden un referéndum que acorte su mandato. Necesitan 2.400.000 firmas: el 20% del padrón electoral. "No ha cumplido con el pueblo, sigue la corrupción y el desempleo, la economía está hundida, y nos ha puesto a pelear. Antes sólo lo hacíamos por la pelota [el béisbol]", resume Marta Sosa, de 51 años, enfermera, única fuente de ingresos en una familia de seis.
Las profesiones, ingresos y características de las personas consultadas en las hileras de la parroquia de Curiacao, en el oeste capitalino, responden al perfil de la clase media baja. Varios jalean a Anita Montero, que tiene 29 años, es limpiadora y echa espuma por la boca: "Aquí hay muchísima gente que apoyó al presidente y ya ve usted las manifestaciones de ahora en contra del señor". Pero, ¿no ha ayudado a los más pobres? "Regalar una bolsita de comida a los suyos, no creo que eso sea de mucha ayuda. Tendría que realizar planes sociales para la gente menos aventajada. Sólo crece la buhonería [ambulantes]. Y, además, es rencoroso, grosero, abusador y un comunista disfrazado".
La segunda jornada de las cuatro establecidas legalmente para el acopio de las firmas exigidas por el Consejo Nacional Electoral (CNE) transcurrió con denuncias de incumplimiento de normas, pero sin incidentes graves en las 2.658 mesas. El CNE prohibió la difusión de resultados parciales y de sondeos. Si la oposición consigue las firmas, el referéndum podrá ser convocado entre los meses de marzo o abril del próximo año. Caso contrario, Chávez se mantendrá en la presidencia hasta las elecciones de fines de 2006, en las que podrá competir por un nuevo periodo de seis años.
Bárbara Zweig pertenece a la clase alta, mayoritariamente situada en el este de Caracas, y atribuye a la gestión de Chávez la quiebra de su empresa, instaladora de equipos quirúrgicos. "Mis hijos se han tenido que trasladar a Miami porque aquí no tenían futuro. ¿Quién me paga esa dispersión familiar?", dice. Zweig nunca fue una activista. "Yo antes no tenía este activismo. Vivía en mi grupo familiar, en mi empresa y con un grupo cerrado de amistades". ¿Y Venezuela? "Bueno, pues era lo que uno pensaba que era. Hasta que vino él y nos despertó porque se metió hasta en la educación de nuestros hijos".
La afluencia de firmantes es mayor en los sectores de las clases media y alta, que acudieron en bloque, que en los arrabales, domicilio de los venezolanos más pobres, principal cantera electoral del ex teniente coronel, que consideran el referéndum "cosas de los ricos". Al igual que en el proceso de hace una semana, cuando el oficialismo recogió firmas para revocar el mandato de 38 diputados de la oposición -17 tránsfugas chavistas-, el frente antigubernamental incluye en el referéndum contra Chávez la salida de 33 de sus diputados.
Marcela Hernández, de 45 años, trabaja en unos grandes almacenes y estampa su firma cerca de una caseta que perteneció al opositor Acción Democrática, socialdemócrata, quemada después de haber servido de punto de recogida en el Firmazo del pasado febrero. "Yo no soy oligarca. Le voté, pero han pasado cinco años, lo que un Gobierno normal tiene, y no se ha resuelto nada y estamos peor que antes", protesta. "Tengo a mis hijos graduados y ninguno encuentra trabajo. La delincuencia ha aumentado al 1.200% y el desempleo el 400%".
Susana Pérez, de 19 años, estudia psicología y mataría a Chávez porque, entre otras razones, las turbas que lo reinstalaron en el poder en abril de 2002, tras un golpe de 48 horas, saquearon las dos tiendas de sus padres.
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