Los chiíes exigen elecciones como primer paso de la transición
Se rompe el calendario pactado con EE UU
Los chiíes iraquíes, que representan el 60% de los 25 millones de habitantes del país, exigen elecciones democráticas para hacer valer su mayoría en el reparto del poder. Así se lo hizo saber ayer el ayatolá Alí al Sistani, máxima autoridad religiosa chií, al presidente de turno del Consejo de Gobierno iraquí, el kurdo Yalal Talabani. El propio Talabani, que se desplazó urgentemente a la ciudad santa chií de Nayaf para intentar convencer a Al Sistani, explicó públicamente sus exigencias.
"Ha emitido una sola reserva" al acuerdo firmado por el Consejo de Gobierno iraquí y el administrador estadounidense Paul Bremer el 15 de noviembre, dijo Talabani. "Quiere que el pueblo iraquí sea consultado. Hacen falta, según él, elecciones tanto municipales como legislativas", agregó. No se trata de una exigencia puramente retórica. Ante la falta de un censo electoral, Al-Sistani propone utilizar las cartillas de racionamiento distribuidas por el régimen de Sadam tras la guerra del Golfo de 1991.
Talabani se mostró flexible ante las reivindicaciones del líder chií. Dijo que el acuerdo del 15 de noviembre se mantiene, pero "necesita ser enmendado" y se le podría añadir "algún apéndice". Más evasivo, un portavoz de la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA), la Administración ocupante de Irak, dijo que se está "en un proceso de estabilización de la democracia" y que hay que "escuchar" todos los puntos de vista.
La oposición de los chiíes supone un jarro de agua fría para la política de EE UU en Irak. Bremer presentó el acuerdo del 15 de noviembre, suscrito inmediatamente después de su regreso de Washington, adonde fue llamado a consultas por el presidente Bush, como fruto del consenso unánime de los 25 miembros del Consejo de Gobierno, que representan a todas las comunidades étnicas y religiosas del país. Dicho consenso ha tardado menos de dos semanas en saltar por los aires.
El acuerdo ahora en cuestión estaba destinado a acelerar el proceso de transición, para aliviar la presión que sobre las fuerzas ocupantes ejercen los continuos ataques de la resistencia. Según el calendario previsto, antes del próximo 31 de mayo se elegiría una Asamblea Legislativa transitoria, cuyos miembros serían designados por el Consejo de Gobierno y por los consejos provinciales y municipales, dos organismos bajo control de la Administración anglo-estadounidense. La Asamblea nombraría a su vez al Gobierno provisional, al que se transferiría la plena soberanía en junio de 2004. El problema es que este calendario traslada hasta 2005 la celebración de las primeras elecciones, para elegir tanto a la Asamblea Constituyente como al Gobierno definitivo.
Recelos
Frente a la oposición de buena parte de los suníes, que alimentan las filas de la resistencia, los chiíes han mantenido hasta ahora una actitud no hostil hacia las tropas de ocupación. Sabedores de que son mayoría, confiaban en acabar imponiéndose en un proceso democrático. Sin embargo, el reciente giro de Washington les hace sospechar que, para ganarse a los suníes, está dispuesto a conceder privilegios a una comunidad que, pese a representar poco más del 20% de la población, ha dominado el país desde su independencia en 1932. Los recelos chiíes hacia EE UU proceden de 1991, cuando dejó que Sadam aplastara la revuelta que siguió a la guerra del Golfo.
El primer síntoma del malestar chií se conoció el miércoles cuando, tras entrevistarse con el propio Ali-Sistani en Najaf, Abdel Haziz Hakim, líder del Consejo Supremo de la Revolución Islámica (CSRI) y miembro del Consejo de Gobierno iraquí, expuso sus reservas al acuerdo con Bremer. Hablando en nombre de Ali-Sistani, que prácticamente nunca hace declaraciones a la prensa, Hakim indicó que la Asamblea provisional debe ser elegida por sufragio y que la Ley Fundamental, que regirá la vida del país durante el periodo de transición, tiene que respetar su carácter islámico. En una concesión a la minoría kurda, entre el 15 y el 20% de la población, el acuerdo sí dice, por ejemplo, que la Ley Fundamental consagrará la estructura descentralizada del Estado.
Ayer se supo también que la Administración dirigida por Bremer tuvo un primer enfrentamiento con los chiíes la semana pasada. Haciendo uso de su derecho de veto, Bremer rechazó un proyecto de ley del Consejo de Gobierno iraquí que pretendía devolver la nacionalidad a decenas de miles de chiíes a quienes Sadam despojó de su condición de iraquíes durante los años ochenta, alegando que eran "quintacolumnistas" de Irán.
En el propio seno de la comunidad chií, las tensiones afloran. El miércoles fue atacado con un artefacto explosivo un cine en Diwaniya, donde tienen su cuartel general los 1.300 soldados españoles. El atentado sólo causó dos heridos leves, pero podía haber tenido consecuencias más graves si hubiese estallado también un artefacto formado por una mecha y un cilindro con unos 50 gramos de TNT que, 24 horas después del ataque, fue recogido ayer en el lugar de los hechos por periodistas españoles. Se trata del tercer atentado en dos meses contra cines de la misma ciudad, con un balance de 13 heridos. Aunque nadie se atreve a decirlo públicamente, todas las sospechas se dirigen hacia los seguidores de Murtada Al Sadr, el imam radical que pretende disputar el liderazgo chií a los ayatolás moderados.
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