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LA POSGUERRA DE IRAK | Las bajas

Decenas de soldados de EE UU llegan cada día heridos a un hospital de Alemania

El centro médico de Landstuhl ha atendido a más de 8.200 soldados desde el pasado marzo

El Centro Médico Regional de Landstuhl (LRMC, en sus siglas en inglés), el mayor hospital militar de las Fuerzas Armadas norteamericanas fuera del territorio de Estados Unidos, es el centro de acogida para los heridos en la guerra de Irak. Desde el comienzo de la guerra, el pasado 20 de marzo, más de 8.200 pacientes, casi en su totalidad estadounidenses, pero también militares de otras nacionalidades, han pasado por este hospital. Cada día llegan una media de más de 30 jóvenes con sus cuerpos heridos, llenos de metralla y miembros que tienen que sufrir amputaciones en la mesas de operaciones.

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Situado en la colina de Kirchberg, perdida en medio de la región alemana del Palatinado al lado del pueblo de Landstuhl, de 8.500 habitantes, en el interior del hospital el personal sanitario se esfuerza en jornadas agotadoras por curar a los heridos de guerra. Por doquier se palpa un patriotismo elemental, primario e ingenuo, expresado en forma de pinturas infantiles y textos dedicados a los "héroes que luchan por la libertad".

El capellán protestante Timothy Wiles, de Carolina del Norte, explica que algunos soldados le piden que rece con ellos. "Algunos perdieron una pierna, pero dan las gracias por estar vivos. Podría haber sido peor. Las reacciones son increíblemente variadas y diversas". Asegura el capellán: "No es frecuente que se enfaden, puedes estar muy frustrado, pero entonces se ve una salida". Añade el capellán que al principio le sorprendió que algún herido decía que quería curarse para volver cuanto antes, "hay personas que ven la situación allí y la importancia del trabajo para los iraquíes. Claro que también hay algunos que no quieren volver".

La sargento Yahaira Rodríguez, soltera, es hija de colombianos de Barranquilla y nació hace 30 años en Nueva York. Alistada en el Ejército, Yahaira se encontraba en la reserva en San Antonio (Tejas), donde trabaja en su profesión de enfermera. En dos días la convocaron para salir hacia Alemania, sirve en el hospital desde el inicio de la guerra en marzo y se quedará en la unidad de cuidados intensivos hasta cumplir un año. La enfermera expresa su sentimiento ante las situaciones que vive en la UCI: "Siempre es difícil ver a un muchacho de 20 años que no tiene piernas o no puede caminar o no tiene brazos. Siempre me recuerda a un hermano o alguien conocido. Es muy diferente a mi trabajo civil, donde siempre veo a pacientes mayores y viejitos. Aquí una ve gente muy joven". Recuerda Yahaira a un joven que era como ella, de San Antonio, "muy atlético, corredor de maratón. Había perdido las piernas, pero todavía tenía esperanzas. Una siempre cuida a los pacientes todo el tiempo, pero a veces te sientes más unida a uno y hay un lazo especial". Según la enfermera, ahora hay más heridos que durante la guerra, y le sorprende que "la mayoría todavía conserva esperanza y dan gracias a Dios por estar vivos, aunque no puedan caminar". "De vez en cuando te encuentras alguno enojado con el presidente, pero la mayoría de ellos agradecen estar vivos. A veces hay alguno depresivo".

El capitán médico de 32 años Justin Barrat nació en el Estado de Arizona y vive en Las Vegas (Nevada), donde se encuentran sus hijos de ocho, cuatro y un año. Barrat, de la fuerza aérea, lleva tres semanas en el hospital y nunca trabajó en una situación similar. Relata Barrat que no habla con los heridos de la guerra. "Ellos empiezan a hablar tras escuchar las explicaciones del médico y miran con miedo al futuro, pero no expresan odio contra EE UU. Los que están aquí en la UCI no dicen que quieren regresar porque están en estado muy crítico. Cuando despiertan no saben dónde están y muchas veces hay que darles noticias muy negativas. Jamás les digo que no podrán volver a caminar. Les digo que posiblemente puedan caminar o que tal vez tardarán mucho en recuperarse. Tardan varios días en hacer preguntas difíciles, como qué harán para hacerse cargo de sus familias". Explica el capitán médico que algunos recuerdan lo ocurrido y otros no. Hay que decirles lo que pasó e intentamos darles esperanzas hablando de terapias posibles". A la pregunta de si Irak puede convertirse en un nuevo Vietnam, Barrat responde: "Espero que no, espero que podamos calmar la situación".

En Landstuhl las muestras de simpatía hacia los soldados se reflejan en forma de carteles y placas en hoteles y restaurantes. No piensa lo mismo un taxista berlinés que no ve la hora para retirarse cuando el año que viene cumpla 63 años. El taxista quiere volver a su casa en la capital alemana porque dice estar harto de los militares: "Vienen aquí después de seis meses sin bebida y sin mujeres y se suben al taxi en la noche borrachos. Uno me amenazó y me dijo que había matado a 28 y no le importaba matar a uno más. Llamé a la policía militar porque tiraron por la ventanilla los vasos vacíos. Vienen de la guerra y están mal de la cabeza".

José, de 31 años y natural de Arizona, fue herido en una emboscada en Kirkuk, al norte de Irak.
José, de 31 años y natural de Arizona, fue herido en una emboscada en Kirkuk, al norte de Irak.PATRICIA SEVILLA CIORDIA

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