Un libro relata el refugio en España de perseguidos por el III Reich
Durante la II Guerra Mundial, Embassy fue algo más que uno de los más exclusivos salones de té de Madrid. Su propietaria, la irlandesa Margarita Taylor, convirtió el local en el punto de encuentro de una docena de personas, la mayoría extranjeras, que acogían en sus casas a perseguidos por el III Reich. Entre los integrantes se encontraba el médico Eduardo Martínez Alonso, padre de Patricia Martínez de Vicente, autora de Embassy y la inteligencia de Mambrú, una obra que relata las actividades de ese grupo "de gente altruista que tenía que actuar de espaldas al régimen franquista germanófilo", según la escritora, nacida en Londres en 1946. "Este libro pretende recuperar la memoria de un padre que hizo una labor humanitaria sin contar nada y una documentación para futuras investigaciones", afirmó en la presentación el responsable de la nueva editorial Velencío, Juan Antonio Fernández de Castro.
El doctor Martínez murió sin haber contado una palabra a su hija de su implicación en los hechos. "Mi padre se avergonzaba tanto de su generación que no se lo contó a nadie", explicó ésta. Como médico de la Embajada británica, visitaba en un campo de concentración en Miranda de Ebro a los indocumentados encarcelados allí, parte judíos, que atravesaban ilegalmente la frontera francesa. Martínez los llevaba a Madrid, donde se alojaban en casas del grupo, o a su finca gallega, que tenía su propio embarcadero en la ría de Vigo. Con el alba salían de allí con los marineros que iban a pescar y se embarcaban en buques británicos o se pasaban a Portugal. El doctor certificaba que habían muerto.
30.000 personas
"Por lo menos diez personas a la semana salían de la finca. El embajador británico calculó que salieron del país por distintos medios en cuatro años 30.000 personas. Mi padre ayudó dos años, porque, dos semanas después de su boda, en 1942, mis padres tuvieron que emigrar a Inglaterra y Portugal perseguidos por la Gestapo, no por la policía del régimen", continúa. "Estoy segura de que los franquistas lo sabían, pero no dijeron nada porque no era rojo ni republicano ni masón. Era un señorito de derechas y Margarita era de comunión diaria. Creo que es bueno que se vea que hay otra derecha que no era falangista ni de Acción Católica", agregó la escritora, que empezó a interesarse en el tema cuando encontró un diario de su padre.
"La primera parte es una biografía de mis padres y la segunda un diálogo madre-hija en el que se mezclan los sentimientos. Hasta entonces, mi madre no había querido contarme nada. Hay más de lo que se ha contado en los archivos ingleses y en los del Ministerio de Asuntos Exteriores", cuenta. "Se ha escrito mucho de la II Guerra Mundial, pero se sabe poquísimo de la ayuda humanitaria", concluye la autora.
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