El milagro de hablar por teléfono
No es domingo, pero un grupo de fieles de la iglesia greco-ortodoxa de Sant Georges, en el barrio bagdadí de Karrada, acuden endomingados a la parroquia. En la azotea rodean a Mahmud al Shafi, el ingeniero que va a hacer posible el milagro de comunicarles con sus familiares dispersos en los cuatro puntos del globo. Con lágrimas en los ojos, Laila conversa con una de sus hijas en Suecia. "La semana pasada hablé con la pequeña, que vive en Palestina", cuenta emocionada.
Hoy es una iglesia en Karrada y mañana será la mezquita de Omar al Mujtar en Yarmuk. Cada día de la semana, Mahmud se desplaza con el teléfono satélite de la ONG española Mensajeros de la Paz a uno de los puntos predeterminados para ofrecer unos minutos de felicidad a decenas de iraquíes que aún esperan la normalización del servicio telefónico.
Siete meses después de que las fuerzas estadounidenses bombardearan sus centralitas telefónicas, los habitantes de Bagdad ven cómo los extranjeros se comunican sin problemas con el exterior, mientras sus familiares emigrados siguen en vilo las noticias de los últimos atentados. Los funcionarios de la Autoridad Provisional de la Coalición (CPA) disponen de un sistema de telefonía móvil restringido. Periodistas y empresarios utilizan sin pudor sus thurayas (terminales vía satélite del tamaño de un móvil de primera generación) que, a 600 euros, están fuera del alcance de la mayoría.
Millones de exiliados
"Cada día atendemos a entre 30 y 40 personas", cuenta Mahmud mostrando el impecable listado en el que registra el país de destino y la duración de la conferencia: EE UU, Canadá, Suiza, Jordania, Arabia Saudí... Después de tres décadas de dictadura, la última bajo unas estrictas sanciones económicas internacionales, 4 de los 24 millones de habitantes de Irak viven fuera del país.
"María, ¿no quieres llamar?", pregunta Laila al acabar la conversación. "No me hace falta, en mi barrio funciona el teléfono y mis hijos me llaman todas las semanas", justifica la mujer. Y es que las centralitas de algunas zonas se han salvado de los bombardeos, pero, aunque pueden recibir llamadas internacionales, no pueden hacerlas. El limitado servicio no ha impedido que a Alí Shabán le acabe de llegar un recibo por 1.250 dinares (medio euro). "Es el primero desde marzo", comenta divertido.
Bechtel, la compañía estadounidense que ha obtenido el contrato para reparar los daños de la guerra, ha prometido que las 10 centrales de comunicaciones destruidas en Bagdad estarán operativas el próximo febrero. Alí espera ese momento para pagar su factura.
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