Nuevos datos anulan la esperanza de que haya mucha agua en la Luna
El radar de Arecibo no encuentra las señales de hielo que halló en Mercurio
La presencia de agua en los polos de la Luna en cantidades importantes fue anunciada por la NASA en 1998, sobre la base de los datos de la nave Lunar Prospector, que indicaban la presencia de hidrógeno. Sin embargo, las últimas observaciones de los polos lunares realizadas con radar indican que no existe agua en cantidades apreciables en ellos, ni siquiera en los cráteres en sombra permanente que se suponía albergaban depósitos de hielo.
Un equipo de científicos ha utilizado el radar del radiotelescopio de Arecibo (Puerto Rico) para examinar los cráteres de los polos lunares donde la Lunar Prospector encontró indicios de la existencia de hidrógeno a través de uno de sus instrumentos, un espectrómetro de neutrones. En estas mismas áreas, datos del radar de la Clementine, una nave que estuvo con anterioridad en órbita de la Luna, indicaron lo mismo.
Millones de toneladas
En marzo de 1998, se especuló con que existían millones de toneladas de agua en forma de hielo almacenadas en cráteres diseminados en los dos polos de la Luna. El agua procedería del continuo impacto de cometas en épocas anteriores y habría quedado atrapado en algunos lugares. "Hemos encontrado agua. Tenemos los primeros resultados incuestionables que indican cantidades significativas de agua en ambos polos lunares", anunció Alan Binder, investigador principal de la misión Lunar Prospector.
Unos meses más tarde, en septiembre, las conclusiones de estudios refinados de los datos de la misión, publicados en la revista Science, aventuraban que había mucha más agua y que se encontraba en grandes depósitos en vez de en charcos helados poco profundos, como se creyó en un primer momento. Ya entonces, sin embargo, muchos científicos se negaban a aceptar la existencia de agua sobre la base de un método indirecto (la detección de hidrógeno), por lo que en Science, los autores del artículo intentaban cubrirse y admitían que el hidrógeno, en vez de estar combinado con el oxígeno para formar agua, podía deberse al viento solar, aunque entonces debería estar en la superficie, y el análisis les indicaba que estaba a medio metro de profundidad.
Ahora, los científicos que han buscado el agua con radar desde la Tierra, pertenecientes a la Universidad de Cornell y la Smithsonian Institution, de EE UU, parecen acabar con la esperanza de que exista este líquido fundamental en cantidades apreciables, aunque sí dejan abierta la puerta a que pueda existir mezclada con el polvo, en forma de hielo granulado o en laminas finas de hielo, lo que haría imposible su explotación. La observación se ha hecho emitiendo en onda larga (70 centímetros) hacia el fondo de los cráteres, y midiendo la señal de vuelta, que penetra hasta varios metros de profundidad y luego se refleja hacia la Tierra. Se ha conseguido gran detalle en las imágenes, de hasta 300 metros. Antes se habían hecho las mismas observaciones con ondas de 3,5 y 12,6 centímetros con resultados negativos.
En Mercurio
Este mismo sistema ha permitido detectar lo que se cree que son cráteres rellenos de hielo en Mercurio. Sin embargo, las señales reflejadas en la Luna no han mostrado diferencias entre las zonas de cráteres en sombra y otras zonas de la superficie lunar en las que obviamente no hay agua ni se detectaron indicios de hidrógeno. Si existieran grandes depósitos, aunque estuvieran a cierta profundidad, se observarían ciertas características en la señal, explican los científicos.
Para continuar la exploración de la Luna se dirige ahora hacia allí la nave europea Smart-1, aunque se trata principalmente de una misión para ensayar nuevas tecnologías, especialmente el nuevo sistema de propulsión eléctrica que lleva. Smart-1 de la Agencia Europea del Espacio (ESA) ha cumplido ya su órbita 90 alrededor de la Tierra y continúa su largo viaje "a toda velocidad", según ha informado el responsable de la misión, Giuseppe Racca. La pequeña sonda, que fue lanzada el pasado 27 de septiembre, tardará 16 meses en llegar a la Luna ya que sigue una larga trayectoria de viaje. Actualmente está cruzando los cinturones de radiación de la Tierra.
El hecho de que se han superado los problemas en los subsistemas electrónicos y de comunicaciones que surgieron hace unos días indica a los expertos que los fallos se debían a las intensas erupciones solares registradas entonces. Estos días, la Smart-1 está alcanzando con su motor iónico velocidades entre un 1,5% y un 1,8% superiores a las previstas.
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