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Entrevista:FERNANDO ROYUELA | Escritor

"La literatura debe profanar la realidad y rebelarse"

Jesús Ruiz Mantilla

"Peligrosa como todas las libertades", empieza Royuela. "La libertad se practica, no es ir a las urnas cada cuatro años, hay que ejercerla y ser consecuente con lo que te traiga", asegura. Él se la propone a sus personajes, "que son como hormigas atrapadas", según los describe. A Pinto Gayo, a Virga Gayo, al médico Machuca, a la Bimbona, a Mansio Botas, el padre de los Botas y marido de Mariparla, seres aprisionados por la naturaleza y por una organización presente y oculta que vigilan los de Obras Públicas y los esbirros de El delegado por todos los sitios, entre todas las moléculas del barro que amasa la lluvia y sujeta los pies pesados de los desgraciados que pueblan las hojas tristes y rabiosas de La pasión según las fieras, que será presentada mañana en la FNAC de Madrid por el músico Javier Gurruchaga.

Es una novela dura, desoladora, pura literatura del instinto, con la búsqueda de la pasión como única salida de liberación: "Reivindica la animalidad, la individualidad frente a lo homogéneo. Quiero exaltar las pasiones feroces contra una sociedad anestesiada por la propaganda y desmantelada por el aburrimiento".

Y contra el aburrimiento, "movimiento", dice Royuela. Es decir actividad; activismo, más bien, a la revolución por la literatura, ¿por qué no?: "Abrir un libro debe ser un acto de rebeldía. Y ésta, como yo la concibo, debe profanar la realidad, dejarla con el culo al aire y rebelarse. Transgredir, desenmascarar", asegura este literato a tiempo perpetuo y abogado de profesión en sus ratos libres.

Busca artillería pesada para lograr los objetivos. Y la encuentra siempre en los clásicos que exaltan las pasiones del alma o buscan caminos demoledores y constructores de la novedad y el riesgo. En sus tres primeras novelas había rastros modernizados del tronco inagotable de Cervantes, Quevedo, Valle-Inclán, Cela... "En La pasión según las fieras está Shakespeare, creo, y está el Valle de Tirano Banderas, pero también está el surrealismo, la poesía de Paul Elouard".

Lo más asombroso es que hay mucho Royuela explorador: "Para crear un territorio nuevo hay que dotarle de reglas, de lenguajes, de nombres específicos, y lo más difícil ha sido hacer que funcione toda la maquinaria que lo mueve, las reglas propias y el entorno, los tiempos, las cosechas, la función de lo natural", dice.

O lo sobrenatural, que también actúa en las selvas rojizas y carnívoras del libro: "Como en todos los mundos, cuando hay un entorno muy opresivo y agobiante, creas algo fuera de la razón, por eso aparecen los ovnis, que se convierten también en un sarcasmo, dentro del sarcasmo que es ya de por sí la novela", avisa.

La obra bombea también contradicciones de las buenas, de las que no se resuelven, las que enriquecen. Por ejemplo, frente al salvajismo, Royuela eleva su prosa hacia lo poético y lleva al lector hacia un mundo que, como todos los territorios míticos, no es más que un reflejo del que queda a la vuelta de la esquina. Allí, las fieras no levantan la más mínima piedad de los opresores por sus sufrimientos, tienen claro que, como se lee en sus páginas, "matan para comer, solo sudan, eyaculan, sangran y expectoran". Él lo explica: "Así puede verse nuestro mundo, soy muy pesimista. Es frustrante vivir como peleles, nos venden ser hormigas laboriosas al servicio de un interés mayor que nos impide ejercer la libertad. La única forma de conseguirlo es dando rienda suelta a nuestras pasiones", propone.

Fernando Royuela.
Fernando Royuela.MIGUEL GENER

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Sobre la firma

Jesús Ruiz Mantilla
Entró en EL PAÍS en 1992. Ha pasado por la Edición Internacional, El Espectador, Cultura y El País Semanal. Publica periódicamente entrevistas, reportajes, perfiles y análisis en las dos últimas secciones y en otras como Babelia, Televisión, Gente y Madrid. En su carrera literaria ha publicado ocho novelas, aparte de ensayos, teatro y poesía.

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