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Algodoneros africanos afirman en Sevilla que no se oponen a las ayudas de la UE a cultivos familiares

Malí, Benín, Burkina Faso y Chad exigieron en la OMC la eliminación de subsidios

Alejandro Bolaños

Su protagonismo en la última cumbre de la Organización Mundial del Comercio (OMC), celebrada en Cancún en septiembre, fue estelar. Las asociaciones agrarias y los gobiernos de Malí, Burkina Faso, Benin y Chad exigieron la eliminación de los subsidios que EE UU y la UE asignan a sus algodoneros. Una reclamación puntual en la que los países pobres se hicieron fuertes y que aplazó un acuerdo global sobre el comercio mundial. Representantes de las asociaciones agrarias de estos países asistieron ayer en Sevilla a un seminario organizado por COAG y matizaron su postura: no se oponen a las subvenciones de la UE a explotaciones familiares y creen prioritario un precio mundial regulado.

Ibrahima Coulibaly, dirigente de la coordinadora campesina de Malí, estuvo en Cancún hace dos meses. Y sus palabras fueron recogidas entonces por los medios de comunicación de medio mundo, una muestra más del papel principal que representó la reclamación sobre el algodón en la OMC. "Estamos decididos a pelear por la eliminación de ayudas", sentenció entonces Coulibaly. El descenso del precio mundial del algodón a menos de 0,3 euros por kilogramo ha llevado al límite a varios países del oeste africano. En Benin, el algodón supone el 70% de sus exportaciones; en Malí, el 50%. Y los gobiernos de estos países están presionados por el FMI y el Banco Mundial para hacer frente a préstamos multilaterales, para los que necesitan divisas.

Coulibaly matizó ayer su posición: "No estamos en contra de las subvenciones a las explotaciones familiares", indicó el maliense, quien consideró que la "liberalización exacerbada" puede dejar fuera de juego a este tipo de explotaciones: en África occidental, más de 10 millones de familias dependen del algodón.

El dirigente maliense explicó que tampoco considera que los 770 millones de euros (185 a España) que la UE destina a subvenciones causen "una distorsión del mercado". En Andalucía (que concentra la producción española), 10.000 explotaciones familiares reciben esa ayuda, que permite a los algodoneros recibir un precio mínimo de alrededor de un euro por kilo. La producción europea apenas supone el 2% de la mundial y se destina por entero al mercado interno.

"Es la primera vez que nos reunimos y la primera vez que tenemos conocimiento de que aquí también son explotaciones familiares, esta globalización engaña a la gente que tiene los mismos problemas y nos pone a luchar entre nosotros", reflexionó el senegalés Mamadou Cissokho, presidente de ROPPA, organización que aglutina asociaciones agrarias de diez países.

Los representantes africanos sostuvieron que la única solución, ante la falta de recursos fiscales en sus países para financiar medidas de apoyo a la producción, es una regulación internacional del precio, una medida que, a su parecer, debe discutirse en una conferencia de la ONU y no en la OMC.

Daniel de la Torre, profesor de la Universidad de Tenessee (EE UU) coincidió en el análisis: "El problema de la agricultura y del algodón es un problema de precios, y la liberalización lleva a un callejón sin salida, a una carrera continua hacia abajo en los ingresos de los agricultores".

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