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El ex mediador de la UE en Yugoslavia ensalza a Milosevic en La Haya

Isabel Ferrer

"Milosevic era un prágmático más inteligente que el resto de los dirigentes que le rodeaban. Sin embargo, no usó el poder que parecía ostentar para controlar a los serbios de Bosnia y Croacia y evitar así la guerra", dijo ayer David Owen, antiguo enviado de la UE en los Balcanes y ex ministro británico de Asuntos Exteriores con Margaret Thatcher. Después de presentarse como testigo independiente ante el Tribunal Penal Internacional para la antigua Yugoslavia (TPIY), para no comprometer la independencia de los mediadores internacionales, Owen negó que el ex líder serbio fuera "un fundamentalista racista". En su opinión, sólo quería que los serbios fueran la población mayoritaria, y se equivocó al no imponerles un acuerdo de convivencia con las demás comunidades.

Sobre Milosevic pesan 66 cargos de crímenes de guerra y contra la humanidad, además de genocidio, y él siempre ha mantenido que no tuvo nada que ver en la limpieza étnica. Owen fue el artífice en 1993 del plan de paz para Bosnia que llevaba su nombre y el de Cyrus Vance, ex secretario de Estado norteamericano con Carter. La propuesta ofrecía la división de Bosnia en 10 regiones étnicas y fue aceptada por los musulmanes. "Milosevic no la hizo valer, cometiendo así un error histórico", dijo Owen. En su opinión, el ex presidente yugoslavo "parecía querer que las conversaciones de paz tuvieran éxito. También parecía tener el poder de parar la contienda y aplicar el plan de paz, pero no lo hizo. Aunque él no lo percibiera así a veces, ejercía una influencia poderosa sobre los serbios de Bosnia y Croacia". A preguntas de los fiscales, Owen también admitió que uno de los aspectos más lamentables de las conversaciones que mantuvo en los Balcanes es que nadie era de fiar.

Milosevic siempre ha negado haber tenido poder alguno para impedir que los serbios de Bosnia persiguieran a croatas y musulmanes. Si bien Owen no le dio ayer la razón, sí dijo que la fuerza política del antiguo presidente yugoslavo empezó a flaquear hacia 1995, el año de la matanza de unos 7.500 musulmanes en Srebrenica.

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