Una antología recoge los ensayos y versos de Ramón Gaya
Piensa Andrés Trapiello que la obra ensayística y poética de Ramón Gaya (Murcia, 1910) está a la altura de la de los grandes autores españoles del siglo XX, pero que, por su biografía solitaria, ésta no es apenas conocida. Con el afán de que lo sea, el novelista ha seleccionado y prologado Antología, editada por la Fundación Santander Central Hispano con el respaldo del Museo Ramón Gaya.
Andrés Trapiello comisarió una exposición sobre Gaya en el IVAM y ha escrito el catálogo de la una muestra antológica que este año le ha dedicado el Museo Reina Sofía y que el propio Gaya, con 92 años, inauguró. "Se le considera por su labor de pintor, que es extraordinaria, pero no por sus poemas y sus ensayos", afirma Trapiello, quien no sabe cómo calificar estos escritos porque algunos, como los diarios, "se meten de lleno en la literatura", y hay fragmentos de memorias y recuerdos revividos por el poeta. El volumen incluye los ensayos Velázquez, pájaro solitario; El inventor de la Gioconda; La frente del atardecer o Naturalidad del arte (y artificialidad de la crítica); fragmentos del Diario de un pintor; cartas a amigos; estampas y paisajes en Milagro español y Balcón español, y artículos en Cuadernos de viaje. Además, hay un artículo inédito dedicado al artista José Gutiérrez Solana, un epílogo a un libro de poemas de José Bergamín y una cuidadosa selección de sus poemas.
"Es un escritor originalísimo. Sus libros son los de un creador, no de un académico. Yo lo compararía con Nietzsche o con Benardetto Croce. Él va contra corriente y es muy iluminador. Ve las cosas que nadie ve y llega a ellas de una forma sutilísima, con un canon muy certero", continuó. Gaya abandonó la escuela a los diez años para dedicarse por entero a la pintura y a los 17 cogió la pluma. Se rodeó de amigos literatos como Luis Cernuda, María Zambrano, José Bergamín o Rosa Chacel.
Modesta penumbra
"Su ensayo sobre la crítica de arte, Naturalidad del arte (y artificialidad de la crítica), de 1996, es comparable al de Eliott sobre la cultura o a los de Ortega y Gasset". "Sus escritos", continúa Trapiello en el prólogo, "tal vez por ser comprensibles y persuasivos, han permanecido en una modesta penumbra y para una pequeña minoría, lejos del alcance del hombre común, hoy cada vez más excepcional".
Son muchos los temas que preocupan a Gaya: Velázquez, Rembrand, Van Gogh y la dificultad del creador de entender el arte. "Él piensa que el arte tiene que reflejar el misterio de la vida y por eso tiene que estar pendiente de la totalidad para superarla. No hay nada abstracto en él, ni su pintura ni su pensamiento". Lo dice en su soneto De pintor a pintor: Pintar es asomarse a un precipio, / entrar en una cueva, hablarle a un pozo / y que el agua responda desde abajo. / Pintura no es hacer, es sacrificio, / es quitar, desnudar; y trozo a trozo, / el alma irá acudiendo al trabajo.
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