"El ser inmortal no es compatible con la vida"
María Antonia Blasco (Alicante, 1965) investiga sobre una metáfora: la inmortalidad es un cáncer. Es cierto que sus estudios son mucho más complejos, como ha reconocido el jurado del primer premio Universalia para jóvenes investigadores, dotado con 18.000 euros exentos de impuestos. Sin embargo, algo de esa metáfora filosófica late en el fondo de su trabajo alrededor de las células tumorales y la enzima telomerasa, un proyecto que comenzó en el Cold Spring Harbor Laboratory de Nueva York, continuó en el CSIC y prosigue ahora en el Centro Nacional de Investigaciones Oncológicas del Ministerio de Sanidad.
"En pocas palabras, he ganado el premio por el trabajo que estamos realizando en el laboratorio sobre por qué las células normales son mortales (es decir, no se pueden dividir o multiplicar indefinidamente), excepto las tumorales, que adquieren la inmortalidad gracias a una enzima llamada telomerasa", explica Blasco, quien resume esta disyuntiva crucial en una frase: "El ser inmortal no es compatible con la vida".
"Estamos más cerca de curar algunos cánceres a partir del diseño de fármacos más efectivos"
Su investigación indaga en los motivos que llevan a la pérdida de material genético de las células normales y las razones de la inmortalidad de las células tumorales. "El debate se traslada también al origen de estas células: que la enzima telomerasa se pueda activar de una manera aberrante, por ejemplo, a partir de una mutación, o que ya esté latente en algunas células más primitivas, pero lo que está claro es que el conocimiento sobre el cáncer ha avanzado muchísimo a partir de los estudios sobre el genoma", comenta.
Las aportaciones de la cadena de ADN a la oncología se aprecian en su utilidad para hacer clasificaciones de tumores. "Ahora ya se puede clasificar la huella genética de cada tumor, con lo que estamos más cerca de curar algunos cánceres a partir del diseño de fármacos más efectivos", dice. Hasta ahora, la quimioterapia atacaba por igual las células sanas y las enfermas, pero ya están en marcha proyectos en los que esa terapia acaba sólo con las tumorales. Como resume la galardonada con el premio Universalia: "Se conseguirá parar la inmortalidad del cáncer, con la combinación de varios fármacos, como ocurre con el sida".
El premio ha sido una excelente noticia para Blasco. No sólo el reconocimiento a su trabajo científico; también y, sobre todo, los 18.000 euros, porque ya se sabe cómo están los sueldos en su gremio. "Es uno de los premios más cuantiosos para investigadores jóvenes", añade la ganadora.
Y eso que María Antonia Blasco no se puede quejar. "Mi experiencia ha sido bastante satisfactoria, pero también creo que es inusual", dice. "Cuando estaba en Estados Unidos saqué la plaza en el CSIC, lo que supone que no tengo que preocuparme por el sueldo del mes", explica. Además, consiguió una plaza en el Departamento de Inmunología y Oncología del Centro de Biotecnología, dirigido por Carlos Martínez, que entonces emprendía una experiencia novedosa: el patrocinio de una firma farmacéutica a sus investigaciones, que permitió contar con más medios materiales y contratar a más investigadores.
"La pena es que hace unos meses -yo ya me había cambiado de trabajo- la empresa cambió de manos y sus nuevos responsables decidieron abandonar el mecenazgo". Esta decisión ha provocado el despido de cien personas y el correspondiente enfado de la comunidad científica. "Me parece una vergüenza la poca capacidad de reacción que tienen nuestras instituciones para defender la ciencia", se queja Blasco.
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