Martín Cuenca debuta con la historia de amor entre un frío ejecutivo y una niña
'La flaqueza del bolchevique', basada en la novela de Lorenzo Silva, está interpretada por Luis Tosar y la madrileña de 16 años María Valverde en sus papeles protagonistas
En la primera escena de La flaqueza del bolchevique, Pablo López (el ejecutivo de un banco de inversiones que interpreta Luis Tosar) mira viejas fotografías sobre la Revolución Rusa. Las va pasando hasta que se detiene en una: la de las pequeñas y bellísimas hijas del zar, ejecutadas por el Ejército Rojo.
"Esa primera imagen queda como un misterio. A diferencia del libro de Lorenzo Silva, la película apenas vuelve a utilizar la simbología de la revolución rusa", cuenta Manuel Martín Cuenca. La flaqueza del bolchevique, su primera película, es una historia de amor entre una solitaria adolescente y un cínico ejecutivo. "Una historia de amor entre una niña y un hombre perdido y vacío, la historia de un amor que redime", añade.
"Es lo contrario a una lolita; aquí no hay una niña que destruye, no es una guapísima perversa"
"Sabemos que el personaje de Tosar hizo una tesis sobre la Revolución Rusa, sabemos que su casa está llena de libros sobre aquello. Burlándose y con cinismo le dice a la niña que él es un bolchevique. Ella, que no sabe qué quiere decir la palabra, la busca en el diccionario y decide llamarlo así, bolchevique. Para ella, un bolchevique sólo es un bicho raro", continúa el director.
Manuel Martín Cuenca (Almería, 1964) trabaja desde hace 14 años en el cine. "He sido de todo, desde meritorio a ayudante de dirección", cuenta. Especializado como director de
casting, fue profesor en la escuela de cine de San Antonio de los Baños, en Cuba. Rodó el documental El juego de Cuba y, finalmente, se decidió a dirigir su primera película de ficción. El cineasta Felipe Vega, con quien había trabajado, le puso el libro en sus manos. "No he tenido prisa, tenía mucho que aprender. Tardé en encontrar una historia que me gustara y no me importa".
Cuenca explica que detrás de la novela de Lorenzo Silva estaba el argumento que buscaba para su primera película. A pesar de que el escritor también ha participado en el guión, la película (con personajes y situaciones nuevas) se aleja de toda narrativa literaria. "Creo que la película es fiel a la historia y a su espíritu, pero yo soy cineasta y no escritor, y trabajo con los silencios y las miradas".
"Veía la novela como una tragedia clásica incrustada en un mundo contemporáneo, en Madrid, con sus atascos y su ruido. El protagonista puede resultar antipático, pero yo me sentía identificado con una persona que se ha perdido y vaciado. Es la historia de amor entre un adulto y una niña pero es lo contrario a una
lolita; aquí no hay una niña que destruye, no es una guapísima perversa, no trae la muerte, sino todo lo contrario: el hombre está perdido y es la niña quien le recupera. Cuando buscaba a María siempre pensaba en el personaje de Natalie Portman en Beautiful
girls, ése era el tipo de niña que yo quería contar. Una chica que tuviera un ángel especial".
Interpretada por María Valverde (una madrileña de 16 años), la adolescente de La flaqueza del bolchevique es una niña rica, una pija solitaria que vive sola con su hermana mayor y dos criados. "Sí, es una pija, pero también es una desclasada. Es una niña muy solitaria, no se lleva bien con sus compañeras de colegio, está muy perdida. Es esa soledad lo que les hace conectar".
Tosar (al que le ofrecieron el personaje mientras rodaba Los lunes al sol y al que Martín Cuenca conoció cuando trabajó en el casting de Flores de otro
mundo) interpreta a un hombre que se desprecia a sí mismo y a los demás. Cabreado, pierde las horas en atascos y desde la ventana de su coche ve la vida pasar. "Rodamos de forma casi documental todas esas horas en el coche. El coche es su ventana al mundo y desde esa ventana vemos el cambio del personaje, la gente empieza a interesarle otra vez. Él era un estudiante brillante, de los mejores de su clase; no le gusta quién es ahora, pero hay algo que la película deja muy claro: pertenece al mundo al que quería pertenecer. Ahora, está perdido, pero nadie le obligó a ser un ejecutivo en un banco".
Babelia
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