Recuperar la memoria y la justicia
Desde el mes de junio de este año viene funcionando en Sevilla la Asociación Memoria y Justicia. Esta asociación pretende recuperar y hacer presente hoy los trágicos hechos de la Guerra Civil española, revisando para ello la historia "oficial" que se nos ha trasmitido de generación en generación, desvelando verdades nunca dichas, desempolvando del olvido los que durante más de 60 años se nos ha ocultado: la otra cara del conflicto, la de los perdedores y represaliados.
Formo parte del grupo de personas que tomó la iniciativa en la creación de esta asociación, entre otros motivos porque en mi familia hay varias personas (mi bisabuelo y sus tres hijos) víctimas de las represalias del bando sublevado conocido como los nacionales, o sea (y no lo olvidemos nunca), de aquellos que se alzaron en armas contra la República, el gobierno democrático elegido libremente por la ciudadanía de este país, al que la derecho no dejó crecer al entender que atentaba directamente contra sus intereses y privilegios políticos, económicos y sociales que algún dios le había otorgado y la Iglesia bendecido.
Pues bien, desde julio de 1936 mi bisabuelo forma parte de la larga y desgraciada lista de desaparecidos de aquel conflicto. Su cuerpo yace en una fosa común del cementerio de Carmona, el pueblo donde vivió. Apenas tenemos datos sobre su asesinato: Su delito fue votar al Frente Popular, partido de izquierdas que obtuvo la victoria en las elecciones libres y democráticas de febrero de 1936. Ignoro qué participación tuvo él en la defensa legítima de Carmona, si quemó iglesias, amenazó a caciques o pegó tiros, lo que sí sé es que nada de esto justifica su final. Y también sé que no hubo ningún tribunal que lo juzgara, juicio del que ahora podríamos obtener algún dato: ee le aplicó el tristemente conocido "bando de guerra", o sea, fusilamiento en el acto. A él le condenaron a muerte, a nosotros, sus familiares, a un largo silencio que hoy sus bisnietas estamos dispuestas a romper.
Porque tenemos el derecho a saber qué pasó, el derecho a recuperar los restos de aquel hombre del que sólo conservamos una vieja foto y el recuerdo emocionado de un hijo de 84 años que aún le llora. Junto a los terrones de tierra que un día, sin duda, moveremos y que hoy envuelven su cuerpo queremos remover la conciencia y la historia, que no la venganza ni el rencor. Eso ya no nos sirve para nada. Pero lo que sí nos sirve es el apoyo y la solidaridad, la comprensión y, sobre todo, el respeto a las personas que hemos tomado el camino doloroso y difícil a veces pero gratificante y digno de hacer justicia a los hombres y mujeres a los que se les negó en su momento.
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