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Reportaje:

Los profesores se ponen la bata

El CSIC enseña a docentes de secundaria prácticas de laboratorio que puedan aplicar con sus alumnos

Carmen Morán Breña

Alguien recuerda la lista de los reyes godos? Qué inútiles esfuerzos y mañanas sin recreo. Sin embargo, aquel fabuloso viaje de fin de curso a Segovia y las 30 bocas infantiles abiertas a los pies del acueducto -¡están locos estos romanos!-, eso no se olvida nunca. Los métodos de estudio han cambiado mucho, pero no lo suficiente, al menos no en las asignaturas de ciencias. El curso pasado un nutrido grupo de expertos tuvieron la ocasión de explicarles a los senadores españoles que, tal y como se están impartiendo estas materias en las escuelas e institutos, el futuro científico tecnológico de este país estaba en graves apuros. Los alumnos necesitaban más prácticas de laboratorio, tocar las probetas, mirar a través de los microscopios. En definitiva, jugar un poco más con el cheminova. Pero para ello han de contar con la ayuda de profesores preparados.

Medio centenar de enseñantes se han puesto ya manos a la obra. El Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC) los ha reunido en su Centro Nacional de Biotecnología para que actualicen sus conocimientos y aprendan algunas prácticas sencillas y baratas que puedan ensayar con sus alumnos en los centros escolares.

Les enseñaron a atrapar el ADN en un bote de cristal. Está tirado. Se enjuagaron la boca y devolvieron el líquido al vaso de plástico. Añadieron una cucharada de solución de sal y otra de lavavajillas. Después vertieron una cucharada de alcohol poniendo cuidado de que resbalara lentamente por la pared del vaso hasta formar una capa sobre el líquido anterior y esperaron pacientes un minuto. Al cabo de ese tiempo aparecieron en hilera unas burbujas más pequeñas que las del champán unidas por un hilillo casi imperceptible, esponjoso, blanquecino. ¡Ahí está el ADN! Recogieron el pelotillo mucoso en un palillo de pincho moruno y lo soltaron en el tubito de cristal al que añadieron unas gotas de alcohol. Ya está.

El tutor de esta práctica, el científico Miguel Vicente, les dio algunos consejos para sus alumnos:

-Decidles que no se beban el alcohol.

-Alguno se lo beberá -contestaron los profesores.

-Pues decidles que si quieren quedarse ciegos se beban el alcohol -bromeaba Vicente-. Y que no pinchen a nadie con el palillo.

"A mí no me ha salido, yo no tengo ADN", se quejaba entre risas otra docente.

Esta broma entre iniciados no lo es para la gente de la calle. Una reciente encuesta demostró que 8 de cada 10 españoles creía que los tomates que se comen en la ensalada no tienen genes. Y eso es sólo un ejemplo de lo sobrepasado que anda el personal en cuestiones científicas básicas. "La Organización Europea de Biología Molecular, que es quien ha financiado estas jornadas, opina que hay que tratar de que al menos las nuevas generaciones salgan de los institutos con estos conocimientos. Y sus profesores son quienes deben enseñárselos", explicó Miguel Vicente.

Así pues, todos los profesores, contentos con su ADN en el bote, salen al pasillo para ir la siguiente clase práctica de la tarde. Luis Gómez da clases de biología en el instituto Ramón y Cajal de Albacete. "Me apunté a este curso porque está respaldado por una entidad de prestigio y porque tenemos mucha vida profesional por delante y hay que reciclarse. No podemos quedarnos atrás".

Su queja, la misma que señalaron otros, es que no tienen tiempo para hacer estas prácticas porque el programa académico que definen las administraciones les agobia. "Al final hacemos más prácticas de laboratorio en la secundaria que en el instituto, que es donde esto sería de aplicación", lamentaba.

Adoración Candelas, del instituto de La Robla, en León, insistió en ello: "Para hacer estas prácticas en clase necesito más de una hora seguida y no la tenemos. Si quiero hacerlo, tengo que pedir un favor al profesor que me sigue en esa clase para ocupar su hora. Y aun así no podré hacer más de tres o cuatro en el curso, porque el temario es amplísimo".

Para la siguiente práctica les espera la profesora de la Complutense Ana Vázquez. Les va a enseñar cómo hacer un cultivo in vitro a partir de las hojas de una violeta africana. Esta planta está en cualquier floristería. Sobre la mesa, el grupo de docentes encuentra ya todo listo: botes de conserva esterilizado (al baño maría, por ejemplo), alcohol, lejía, pinzas, bisturí, placas Petri. "Estas placas las podéis sustituir perfectamente por un baldosín blanco brillante vulgar, de los de alicatar el baño. Pero le pasáis un algodón con alcohol para desinfectarlo bien", aconsejaba Vázquez.

"Ésa es la clave", decía entusiasmada Adoración, "porque en los libros encuentras la teoría, pero nadie te dice esto del baldosín. Hay que verlo y hacerlo aquí para que luego salga bien en clase".

Esta práctica requiere un poco más de cuidado, pero la puede hacer cualquier alumno perfectamente. Hay que desinfectar las hojas en lejía, enjuagarlas, cortarlas en trocitos y colocarlas en el medio de cultivo sobre el baldosín. Al cabo de un mes habrán salido los brotes como por arte de magia. Pero no lo es, sólo pura ciencia al alcance de todos. Y habrá violetas africanas para montar un negocio.

Por último, los consejos. "¡Cuidado con meter los pelos en el material esterilizado. Y esas mangas, que están tocando el baldosín, poned cuidado, decid a los alumnos que si lo tocan se infectará y el experimento se irá al traste!", repetía Ana Vázquez mientras los profesores se iban levantando camino del autobús.

En el instituto Giralda, de Sevilla, Juan Francisco García ya está preparado para meterse en harina con sus alumnos. En cuanto llegó a la capital andaluza repitió la práctica con sus compañeros de departamento y, esa vez sí, su ADN apareció en el vaso. "La semana que viene ya lo haremos en clase", dice.

Quedó contento con el curso del CSIC: "No te preparan para la docencia en la universidad. Hemos aprendido cosas que enseñar a los alumnos, pero también nos ha servido a nosotros para actualizar conocimientos. Por primera vez nos han tratado como lo que somos: biólogos".

Unos profesores extraen su ADN en el Centro de Nacional de Biotecnología.
Unos profesores extraen su ADN en el Centro de Nacional de Biotecnología.MIGUEL GENER

Frenar el desastre

El Senado aprobó por unanimidad el pasado junio una serie de recomendaciones para la enseñanza de las ciencias en España, tras haber escuchado a expertos científicos. Recomendaciones que se trasladarían al Gobierno con el fin de frenar el desastre al que, según dijeron, está abocado el futuro científico tecnológico del país de seguir así.

Destacaban entre ellas el refuerzo de la formación inicial de los futuros maestros. Los docentes son la clave, porque están con los niños en esa etapa fundamental de su aprendizaje en la que deben motivar su interés por las ciencias, muy mermado a juzgar por las matriculaciones en carreras científicas.

Tampoco hay que olvidar, dijeron, la formación permanente de los profesores de secundaria y el contacto que deben mantener con la universidad.

Los expertos hicieron especial hincapié en las prácticas científicas, tras comprobar que los alumnos españoles tartamudean a la vista de un tubo de ensayo. Recomendaron tener un laboratorio en cada instituto y usarlo a menudo. La reválida, dijeron entonces, debe evaluar cuestiones prácticas y creativas.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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