"Nuestro informe ha dado voz a los anónimos en Perú"
Rolando Ames, miembro de la Comisión de la Verdad y de la Reconciliación (CVR) peruana, profesor de Ciencias Políticas en la Universidad Católica de Lima y ex senador independiente por la izquierda, se desborda como un torrente cuando se le pregunta por el informe de la CVR. Emitido el pasado 28 de agosto, el documento constata que en Perú hubo unos 70.000 desaparecidos entre 1980 y 2000. "Hemos constatado un tiempo de vergüenza nacional", declaró en una reciente entrevista con EL PAÍS. "Hemos tratado de reproducir la verdad; vemos posibilidades de un tiempo de reconciliación y de una nueva significación de la relación entre el Estado y la población campesina, esto es, un reencuentro de la sociedad consigo misma, sin excluidos". Para Ames, es necesario "un tiempo de justicia, lo que supondrá sancionar a los responsables de las violaciones de los derechos humanos, sean miembros de Sendero Luminoso, de las Fuerzas Armadas... y se hace necesaria una reparación moral y económica a las víctimas". Y sentencia: "Nuestro informe ha dado voz a los anónimos en Perú".
Cuando se le pide que explique el horror que reflejan los datos, dice: "Hay que remontarse al pasado y aunque nada parezca tener lógica, la fuerza de los hechos se impone. Entre 1968 y 1980 Perú vive bajo una dictadura de signo progresista, pero no hay elecciones. A esto se agarra el Partido Comunista (Sendero Luminoso) para, siendo cuatro gatos, asumir una versión radical maoísta". Ames explica como, sin haber nada real detrás, se montó una bola de nieve que nadie supo controlar, e incluso la población aupó a los militares de Fujimori para reprimirlos. En 1993, cuando cae su líder, Abimael Guzmán, Sendero desaparece. Pero para entonces ya habían muerto muchos inocentes. "Al principio Sendero se hizo fuerte en Ayacucho, lo más pobre de Perú, toma aldeas, se gana al campesinado. Mata a los terratenientes, se pone la careta de justiciero y coloca a sus propios caciques. Por su parte, las Fuerzas Armadas cometen el error de pensar que un pueblo con banderas rojas implicaba que su población era terrorista. Y matan a cientos de inocentes, pobre gente analfabeta".
"En Perú sólo el 15% de la población habla quechua, y el 75% de las víctimas lo hablaban. Ha existido una relación directa entre la exclusión social y las víctimas de la violencia", concluye Ames
